"No le tenemos miedo", dicen en La Yerbabuena
Ejido La Yerbabuena, Municipio de Comala, Col., 5 de julio. "El volcán echa bocanaditas nada más de ceniza y arena finita, pero como dicen, que avienta lumbre y piedras por el rumbo de La Yerbabuena, no es cierto, por eso no le tenemos miedo", dice Alberta Altamirano Pérez, de 106 años de edad, integrante de una de las seis familias que desde 2002 se han negado a abandonar ese ejido, ubicado a 8.2 kilómetros de la cima del coloso.
Para que los pobladores aceptaran el traslado, el gobierno de Colima les prometió, además del pie de casa, que conservarían la titularidad de sus terrenos cerca del volcán hasta que pudiera ofrecerles otros en un lugar seguro, para hacer una permuta. Sin embargo, al no haberse logrado la reubicación definitiva de toda la población, el proyecto se paralizó y las personas reubicadas no han recibido la tierra prometida. Las seis familias que se quedaron suman 38 personas que viven del corte de café en las faldas del volcán, la cría de gallinas, la colecta de miel de abeja, siembra de maíz y cosecha de frutales para el autoconsumo.
La reubicación parcial tuvo un costo muy alto para los pobladores, que a tres años de distancia están divididos, al grado de que los que se quedaron en las faldas del volcán no desean vivir nunca más con los que se fueron a Cofradía de Suchitlán.
Verónica González Cárdenas, corresponsal