ECONOMIA MORAL
Smith y Hegel, precursores de Marx
Lord Meghnad Desai presenta al economista como el padre del materialismo histórico
La economía moral es convocada a existir como resistencia a la economía del "libre mercado": el alza del precio del pan puede equilibrar la oferta y la demanda de pan, pero no resuelve el hambre de la gente
EL LIBRO DE LORD MEGHNAD Desai, La venganza de Marx1, tiene su principal interés en sus partes analíticas, tal como señalé en la entrega anterior.2 El autor va mezclando la historia económica y política con la historia de las ideas, marxistas sobre todo, pero también no marxistas, que influyeron en la conducta de los agentes centrales de esa historia. Esta mezcla, narrada con un estilo directo y sencillo, hace del texto una obra muy atractiva que se lee con fluidez, a pesar de su erudición. Veremos hoy cómo analiza el pensamiento de Adam Smith y de Hegel, ambos precursores de Marx.
COMPARA EL PENSAMIENTO de Adam Smith, fundador de la economía política, con los logros de Isaac Newton. Así como éste había logrado dar sentido al universo al descubrir "las leyes del movimiento de los cielos y la Tierra", Smith habría logrado lo mismo en materia social. Según el economista nacido en India, para encontrar la respuesta sobre el patrón subyacente en las estructuras sociales, es necesario analizar conjuntamente dos obras de Smith: la poco conocida Conferencias sobre jurisprudencia (Lectures on Jurisprudence) y la más conocida: La riqueza de las naciones. Señala Desai: "Smith no fue sólo el campeón del libre mercado o el flagelo de la intervención estatal, sino el Newton de la sociedad, el astrónomo social. El encabezó la Ilustración Escocesa que fundó todas las ciencias sociales". (p. 15). Es evidente la desmesura de la última frase.
EL PROFESOR JUBILADO de la London School of Economics sostiene que hay un hilo conductor común en ambas obras: "que las maneras en las que una sociedad obtiene su subsistencia y acumula propiedad tienen un impacto 'correspondiente' en sus leyes y gobiernos. Cuando las artes que contribuyen a la subsistencia progresan, también mejoran las leyes y el gobierno. Así nos convertimos en más civilizados, más justos a medida que nos volvemos materialmente más avanzados, más ricos como sociedad" (pp. 15-16). Al descubrir la correspondencia entre el aspecto material y el jurídico político, y aunque a Smith no se le suele asociar con estas ideas, "no hay duda de su primacía". Resulta entonces que Adam Smith es no sólo el padre de la economía política sino también del materialismo histórico.
SMITH, AUTOR DEL SIGLO XVIII, en sus Conferencias sobre jurisprudencia describió cuatro estadios en la evolución de la humanidad: "Primero, el estadio de los cazadores; segundo, el del pastoreo; tercero, el estadio de la agricultura; y cuarto, el estadio del comercio". En el del comercio, el derecho a la propiedad privada está protegido contra las arbitrariedades del rey o del señor feudal. Tal como subraya Desai, el interés de Smith se centra en la seguridad de la propiedad privada. Así resulta Smith también un precursor del neoinstitucionalismo, escuela en boga que sostiene que la legalidad debe desarrollarse para garantizar el avance del capitalismo.
LORD DESAI CONTRASTA los estadios de Smith con la teoría de la historia de Marx. Ambas le parecen similares: "Mientras Smith tenía modos de subsistencia, Marx tenía modos de producción. En ambos casos, una amplia estructura de instituciones legales y políticas se levantaba sobre la base del modo de producción o subsistencia. Los modos de producción de Marx eran un poco más articulados". (p. 49)
MEGHNAD DESAI ENCUENTRA en Smith el fundamento de la postura favorable a la globalización (realmente existente) que él adopta. Cita unos borradores de la Riqueza de las naciones en los que Adam Smith sostiene que si bien la era del comercio trae consigo mayor desigualdad, ya que la riqueza de unos pocos está sostenida por el trabajo de muchos, también resulta que el nivel de vida del grueso de la población es más alto que en las sociedades previas. En la cita, Smith sostiene que la distancia entre un príncipe europeo y un campesino trabajador y frugal puede ser menor que la que hay entre éste y el jefe de una nación salvaje de Estados Unidos. Dado que los indios de ese país eran cazadores, Smith está comparando al campesino de la era del comercio no con el campesino de la era de la agricultura, sino con el cazador, es decir, con el primero, y más primitivo, de sus cuatro estadios.
SIN EMBARGO, DESAI NO pone atención en este detalle porque quiere apresurarse a sacar conclusiones para el mundo globalizado de hoy. Por ello señala que "Smith plantea una pregunta descarnada que no ha perdido importancia hoy en día. A medida que la globalización se expande a más y más países, a medida que las viejas sociedades socialistas se colapsan y las antiguas certidumbres son destruidas, hay mucho desasosiego sobre la creciente desigualdad en el mundo contemporáneo". Y entonces se apoya en Adam Smith para sostener que la mayor desigualdad puede estar asociada con niveles más altos de vida (que antes) para todos, incluso para los más pobres. Pasa entonces a mostrar la línea argumental central de La riqueza de las naciones, donde Smith explica el aumento en la riqueza por la mayor productividad que la división social y técnica del trabajo permite. La división del trabajo avanza a medida que el mercado se expande, de ahí que el libre comercio signifique, en esta visión, progreso y más alto nivel de vida "para todos". Desai compara el mundo del libre comercio, del que él disfruta (puedo comprar en mi supermercado favorito, ciabattas italianas, o croissants franceses, o pan alemán, o griego, dice), con las sociedades locales anteriores, en las cuales todo el pan consumido era producido localmente. Afirma que tales comunidades eran menos desiguales pero siempre eran pobres.
"EL RETO DE ADAM Smith, continúa el autor, fue argumentar que el comercio y la libertad (entendida como garantía de los derechos de propiedad) son preferibles a las sociedades agrarias precedentes. La desigualdad era el otro lado de la moneda de niveles de vida decentes para los peor situados". Pero más adelante muestra que Smith se percató que la desigualdad no era el único aspecto negativo del progreso asociado a la división del trabajo: "la división del trabajo adormece las mentes". Los trabajadores, decía Smith, se vuelven "tan estúpidos e ignorantes como una criatura humana puede serlo". Cita entonces el siguiente pasaje de la Riqueza de las naciones, de Smith: "Su destreza en su ramo particular del comercio parece adquirirse a expensas de sus virtudes intelectuales, sociales y marciales. Pero en toda sociedad mejorada y civilizada, ésta es la situación a la que han de caer los trabajadores pobres, esto es la mayor parte del pueblo, a menos que el gobierno ponga mucho esmero para prevenirlo". Lord Desai aclara que el Estado en el que vivió el economista escocés era un Estado guerrero y corrupto del que desconfiaba. Que si bien éste tenía, por tanto, una agenda mínima para el gobierno, buena parte de ella se refería a la educación, que actuaría como antídoto de la estupidización, aunque no discute qué podría hacer la educación para contrarrestar el efecto adormecedor que se deriva de la división del trabajo. Lord Desai parece olvidar el asunto y declara triunfante que la era del comercio no era utopía, sino progreso. Aun si fuese cierto que el nivel de vida de los más pobres mejora, es evidente que este efecto adormecedor, esta deshumanización no puede dejarse a un lado al evaluar los costos y beneficios del desarrollo del capitalismo.
DESDE LA PERSPECTIVA marxista, la proletarización del trabajador (lo que convierte sus capacidades, cada vez más parciales, como apunta Smith, en una mercancía que se ve obligado a vender para sobrevivir) y su transformación en un eslabón pequeño (tareas repetitivas y fatigantes, negación radical de la creatividad del trabajo humano) de una cadena productiva que no conoce y no entiende, lleva al ser humano a la alienación de sí mismo, de sus capacidades de trabajo y del producto de su trabajo. Esto no lo analiza Meghnad Desai, quien, en mi opinión estrecha la mirada, volviéndola economicista, a pesar del análisis que lleva a cabo del pensamiento de Hegel en el siguiente capítulo.
COMO PRELUDIO AL análisis del pensamiento de Hegel, que a pesar de abstracto y difícil de entender, he incluido porque es el más obvio precursor de Marx, el economista miembro de la Cámara de los Lores de Gran Bretaña analiza el papel de la Revolución Francesa y de la lucha de independencia de Estados Unidos, a la que llama Revolución Americana, en la "eliminación" de la desigualdad de estatus. A diferencia de la desigualdad de propiedad o de ingresos, la de estatus es una desigualdad con la que se nace (unos son nobles y otros plebeyos). Concluida la Revolución Francesa, Napoleón y su ejército exportarían el "mensaje de la revolución" al resto de Europa. Desai dice que el reto del cambio brusco que ello impuso en Alemania fue retomado por Hegel, quien buscó formular un sistema racional e inteligible. Hegel, indica, añadió una dimensión crucial a la teoría de Adam Smith del progreso por estadios: el grado creciente de conciencia de la humanidad sobre lo que le está pasando. Esta es la marcha de la Idea (la historia de su autorrealización), señala no sin advertir que caricaturiza un poco, pero no mucho. Explica, asimismo, que Hegel desarrolló la dialéctica como una forma de análisis del potencial de cambio, que vio el final del camino cuando la autoconciencia se volviera la propiedad universal de la humanidad, la autorrealización plena de la Idea.
HEGEL BUSCO COMO restaurar la vieja comunidad moral en la vida social, según Desai. Con el capitalismo la unidad ideal entre la moralidad privada y la conducta pública había sido rota. La vida moderna divide a los individuos en sus capacidades duales como hombres y como ciudadanos, entre personas privadas y públicas. En búsqueda de respuestas, explica, Hegel encontró a Smith y la economía política. De alguna manera, añade, el enfoque de Hegel mira hacia atrás, es casi nostálgico, ya que busca restaurar la unidad entre las esferas públicas y privadas y el sentido de comunidad. Aunque la historia parecía moverse en sentido contrario (rompimiento de la unidad y comunidad: la tesis), la antítesis y la síntesis en la que la libertad se realiza en la comunidad es el camino de Hegel.
EN CONTRASTE CON Smith, quien desconfiaba del Estado, Hegel no era optimista sobre el curso no regulado de la economía. No sólo porque generaba alienación y convertía a los individuos en engranes de una maquinaria anónima, sino porque no se autorregulaba y llevaba a extremos de riqueza y pobreza. El contrapeso a la burguesía, los individuos en la sociedad civil, era la clase desinteresada de los servidores públicos que constituía una clase universal porque sus intereses coincidían con los de la comunidad como un todo. Para Hegel tenía que haber una comunidad como parte de la cual la gente se sintiera libre. El hombre no es un individuo, sino un ser social. En la próxima entrega veremos el análisis que Desai hace del pensamiento de Marx.
1 Meghnad Desai, Marx's Revenge. The Resurgence of Capitalism and the Death of Statist Socialism ("La venganza de Marx. El resurgimiento del capitalismo y la muerte del socialismo estatista"), Verso, Londres y Nueva York, 2002, 372 pp.
2 Agradezco a los numerosos lectores que me enviaron comentarios sobre la entrega anterior de Economía Moral (01/07/05) en la que analicé los aspectos más generales de La venganza de Marx. Para mi sorpresa, buena parte de los comentarios fueron favorables a la postura de Desai, sobre todo por lo que se refiere a lo prematuro de la revolución Rusa y, por tanto, la prematura implantación del socialismo (ahora fracasado). El interés despertado por los análisis de Desai me lleva a continuar hoy analizando este polémico, pero importante libro.