Nerviosismo, temor, enojo y tristeza en Londres
Los comercios del centro de Londres estuvieron ayer casi vacíos, un día después de los atentados en el centro de la capital británica, aunque en la periferia de la ciudad las actividades se desarrollaron normalmente.
El transporte público recobró paulatinamente su ritmo habitual de servicio, mientras que la circulación de vehículos se mantenía lenta en el centro.
En el tren subterráneo, uno de cada tres viajeros leía la prensa con estupor, tristeza y cólera, en tanto que en los célebres autobuses rojos de dos pisos los pasajeros viajaban atentos y nerviosos ante cualquier movimiento o ruido extraño.
Las líneas del Metro que cruzan la City -el centro financiero de Londres- estuvieron completa o parcialmente cerradas, debido a los trabajos de inspección que realiza la policía en varias estaciones.
El Consorcio Británico de Minoristas dijo que el número de compradores en el centro de Londres cayó 70 por ciento.
Los libreros de la calle Waterstone's retiraron de sus vitrinas y estantes una novela sobre unos atacantes suicidas que comenzaba ayer a crear polémicas callejeras, de acuerdo con el periódico The Guardian.
Por las emisoras de radio, los locutores y algunas autoridades menores de la ciudad recomendaban a la gente evitar movimientos hacia el centro de esta capital de 7 millones y medio de habitantes, a menos de que exista una urgencia.
Algunos londinenses mayores recordaban que durante la Segunda Guerra Mundial, después de los ataques aéreos de la Alemania nazi a esta urbe, la actividad económica no era detenida.
En alusión a esa época, la reina Isabel II dijo ayer -al concluir una visita a heridos hospitalizados- que "lamentablemente en Gran Bretaña estamos familiarizados con actos de terrorismo, y los miembros de mi generación, especialmente en esta parte (céntrica) de Londres, saben que nos hemos encontrado antes en situaciones semejantes".
Reuters y Afp