¿LA FIESTA EN PAZ?
Esposas de toreros
HAY ACTIVIDADES QUE por su originalidad rebasan todo lo imaginado, tanto por los organizadores como por quienes son homenajeados. El pasado jueves en el suntuoso Casino Español de México, la Asociación de Antiguos Colegiales del Mayor Guadalupe de Madrid, que preside el doctor Alejandro Sobarzo, y la Peña Taurina Universitaria, con el ingeniero y "cuasi abogado" Luis González García a la cabeza, y el incansable y cosmopolita aficionado Juan Manuel González Camarena como presidente honorario, organizaron un singular coloquio.
CON EL TITULO creo que sin precedente en el seudomachista mundo de los toros de Reconocimiento a la mujer, se homenajeó a las ganaderas Ana María y Victoria Eugenia Rivero Llaguno y a Patricia Lebrija de De Haro, a las señoras María del Carmen Pesado de Solórzano, María de la Paz Domínguez de Pérez, Alicia Ibarra de Ramírez y Mari Carmen Vázquez de Arruza, esposas de los matadores Jesús Solórzano Dávalos, Silverio Pérez, Alfonso Ramírez Calesero y Carlos Arruza, respectivamente -¡ahí va ese cartel!-, así como a doña Flor de María Lora de Narváez, inspiradora y propietaria de la dignísima plaza La Florecita, construida por su esposo, el doctor y aficionado práctico Alberto Narváez, y a las periodistas Ana Mari Miñón y Lily Colín, hijas de los cronistas José Miñón Toriles y Ricardo Colín Flamenquillo.
EN EL CASO de las esposas de los citados maestros del toreo -la señora de Silverio no pudo asistir, pero en su representación estuvo su siempre bella hija Silvia- fue fascinante volver a ver y a escuchar a unas señoronas que ya eran hermosas hace 50 años, en esas sutiles líneas divisorias entre la edad, los años, el estilo y la inocultable hermosura interior de quienes han sabido vivir y convivir al lado de reyes, faraones, poetas y ciclones.
DOÑA CARMELITA RECORDABA entre otras cosas que cuando se casó con El Rey del Temple, Jesús Solórzano, el arzobispo le dijo a éste: "Oye, no sólo llenas El Toreo, también llenaste la catedral". Su hija Verónica, "la mejor que dio su padre", sonreía. Por medio de una de sus lindas hijas externó sentidos conceptos doña Alicia, la esposa del Poeta del Toreo, Alfonso Ramírez, acerca de un ser que desde otro plano la sigue acompañando con su cariño e inspiración.
SILVIA PEREZ, ELEGANTE, breve y sustanciosa, evocó los padecimientos de su madre al escuchar por radio las corridas en que actuaba El Faraón de Texcoco y la pesada atmósfera de miedo e incertidumbre que envolvía la casa y a toda la familia. Con la gracia y desenvoltura que la acompañarán siempre, Mari Carmen Vázquez improvisó ciclónicas reflexiones sobre la incierta lidia que tienen los toreros y la certeza de que ya podrán tener muchas mujeres, pero sólo una esposa, "aunque yo he sido más valiente que ustedes -desafió- porque me casé dos veces con toreros". Vaya casta.
CON UN ENCANTO sólo comparable a su belleza, doña Flor de Narváez relató que en su desbordada afición su esposo pensaba adquirir una avioneta y llevarlos a ella y a sus tres hijos a las tientas y cosos donde toreara, pero que muerta de miedo le dijo: "De ninguna manera. Mejor construye tu propia plaza". Y la que fue concebida como una placita privada y para actividades sociales se ha convertido, por el compromiso taurino de sus dueños, en uno de los escenarios taurinos más importantes del continente. Reconocimientos de esta índole esperan otras muchas mujeres talentosas y valientes.