SALON PALACIO
El underground andaluz en Garibaldi
ES POSIBLE QUE aquella noche la culpa sea de Juan José Gurrola por su conferencia inaugural de la exposición Vivir en Sevilla (underground, sicodelia, travestismo y drogas en los años 70), que se exhibe en la Casa de España, pues habló, dicen, muy bien de las propuestas editoriales Moho y Generación. Quizá por eso, el adusto y perverso artista visual Pedro G. Romero, curador de esta alucinante reconstrucción de transgresoras imágenes que divagan entre el dibujo, la foto, el cine, el cómic, grabados y, desde luego, el flamenco, mucho flamenco y más flamenco, aceptó ser su guía de un rápido recorrido por la noche mexicana. El bar de la Casa de España es muy moderno, su terraza nos descubre el traspatio de la Catedral y la silueta iluminada de la torre Latinomericana, pero nada más, hay que bajar y embarrarse del barrio. Primero una escala técnica en el baño del edificio.
DE PRONTO, FUERON varios los que se sumaron al contingente. El mismísimo cineasta de culto, el ideólogo, musicólogo y ahora prodigioso jugador de pokar (ya boletinado por los principales casinos del mundo por haber descubierto la fórmula matemática para saber casi con exactitud cuál es la inclinación de las mesas por donde ruedan esas pelotitas que se detienen en el número ganador), el maestro Gonzalo García-Pelayo, decidió acompañarnos, flanqueados por una banda de queridos gruppies. Primero una visita al UTA, antro punketo lleno de punketos (un saludo a Cupatitzio). De allí nos trasladamos al irredento cabaret Bombay.
GARCIA-PELAYO, EL de los experimentos fílmicos de finales de los años 70 y de los exitosos triunfos contemporáneos en Las Vegas pidió pomos de tequila y cervezas para todos, pagó una cuentota sin aceptar un solo peso. Intempestivamente quiso salir a la plaza Garibaldi. Allí contrató unos mariachis, de nuevo pagó todo, y supo exactamente qué canciones pedir, escuchó con cuidado y no bebió un solo trago. Muy pocos podrían saber en ese momento que la colección de cidís de García-Pelayo llega a seis mil y que presume tener todo lo que se grabó del mexicano José Alfredo Jiménez, además de las más de 100 sinfonías de Haydn, flamenco antiguo, salsa, música china clásica, jazz y 20 versiones instrumentales distintas del arte de la fuga.
Del Tenampa a Inflamable II
PEDRO G. ROMERO, responsable de este proyecto museográfico que incluye reproducciones facsimilares de un par de fanzines Palanca (Partido Quimérico, Revolucionario, Sevillano de los Tarados Universales. Para los que no tienen nada que conservar) y El Caso (Homenaje de los pueblos de España a Miguel Hernández), que hasta donde alcancen se obsequian a los visitantes de la exposición Vivir en Sevilla, permanece inalterable con su más de 1.90 de estatura y sus muchos kilos de peso. Usa una guayabera azul y pareciera que no le hacen nada los polvos que obsequia el pintor juchiteco Soid Pastrana. Casi nadie acepta meterse unos toques (eléctricos) y después de pagar varias rondas de chelas en el legendario Tenampa, los jugadores de pokar se van a dormir, ya pasaron 30 años de aquellas transgresiones perversas y aún faltan varias actividades de este festival.
AL SIGUIENTE DIA de aquella madrugada se presentarían los virtuosos flamencos Manuel Molina y Gualberto (los escuchamos con una gran cruda a cuestas). En cuanto al programa de cine Inflamable II, cargado de política, flamenco, erotismo y fusión experimental, se anuncia un taller sobre el cine de la transición democrática y los cines periféricos, a partir de este jueves y el sábado próximo habrá un ciclo de proyecciones. El programa concluye el 14 de agosto. Por lo pronto, nos quedamos con la sugerente imagen de Vivir en Sevilla: no es fácil olvidar aquella mujer vestida sólo con un fondo blanco de encajes y "en actitud de entrega", como diría Neruda, sobre una cama de flores.