El Gran Café de la Parroquia, de luto: murió Marcelino Fernández Lavid, uno de sus dueños
Ampliar la imagen Don Marcelino Fern�ez Lavid, en el mostrador del Gran Caf�e la Parroquia, establecimiento que se fund�iginalmente en 1808 FOTO Notiver Foto: Notiver
Veracruz, Ver., 14 de julio. Por vez primera en tres décadas el Gran Café de la Parroquia, icono de este puerto, permaneció cerrado al publico tras el fallecimiento de uno de sus propietarios, el empresario Marcelino Fernández Lavid, cuyos restos fueron cremados la tarde de este jueves.
Originario de la región cantábrica de España, Fernández Lavid arribó a México en los años 40, cuando el país abrió las puertas a los refugiados de la Guerra Civil, y pereció el martes a los 81 años de edad, víctima de una insuficiencia respiratoria.
En 2004, Fernández Lavid fue galardonado por la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) como Empresario del Año 2003. Una de sus frases más frecuentes era que sólo faltaba en su café la visita del subcomandante Marcos, y presumía una invitación que le había enviado al guerrillero para que lo visitara y se tomara un "lechero con una canilla"
Ubicado sobre el Paseo del Malecón, el Gran Café de la Parroquia ha sido lugar de visita obligada para el ventaneo político y empresarial, así como para el turismo que ha visitado la entidad durante casi dos siglos.
Fundado originalmente en 1808 por el catalán José Capdeville, en un edificio colonial que se ubica frente a la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, ahora convertida en catedral, el Gran Café de la Parroquia toma su nombre del inmueble religioso.
El negocio ha sido administrado por varias familias de origen español y en 1926 fue adquirido por José Fernández, un inmigrante de Santander, España, y tío de los hermanos Fernando y Marcelino Fernández Lavid, quienes posteriormente se convirtieron en propietarios del Gran Café de la Parroquia.
Marcelino Fernández nació el 7 de mayo de 1924 en la poblado Santa Olaya de Molledo, en Cantabria, España, y emigró a México durante la Guerra Civil tras la decisión del presidente Lázaro Cárdenas de recibir a los refugiados.
Tras un largo litigio con algunos parientes, desde hace 30 años el Gran Café de la Parroquia fue trasladado a un local frente al Paseo del Malecón, donde todavía se utilizan y exhiben las antiguas cafeteras metálicas, elaboradas en Torino, Italia, y que han hecho famosa la mezcla de café que se sirve a los visitantes. En 2004, sus propietarios estimaron que en promedio eran servidas unas 4 mil tasas diarias a lugareños y visitantes.
El Gran Café de la Parroquia también es sitio obligado desde hace décadas para la clase política, tanto de la entidad como del país que busca "ventanearse" ante la prensa o darse baños de pueblo, incluyendo candidatos presidenciales y presidentes de la Republica en funciones.
Andrés T. Morales, corresponsal