Usted está aquí: viernes 15 de julio de 2005 Deportes Luego de 11 días de su muerte regresa el pugilista Martín Sánchez a casa

Su padre considera que fue llevado con engaños a pelear en Las Vegas

Luego de 11 días de su muerte regresa el pugilista Martín Sánchez a casa

Largo y colorido cortejo fúnebre

A las 4:30 horas de ayer salió de la estación de Bomberos Tacuba

JORGE SEPULVEDA MARIN

Ampliar la imagen Bomberos de la estaci�acuba realizan una guardia junto al f�tro de su compa� boxeador FOTO Marco Pel� Foto: Marco Pel�

Finalmente el cuerpo de Martín Bombero Sánchez regresó a casa, de donde salió 19 días atrás lleno de esperanzas, con la ilusión de despuntar en su carrera sobre los cuadriláteros internacionales; vaya, de ganarse unos dólares; entre 8 mil y 10 mil, según le platicó a su padre, aunque sólo iba a recibir 3 mil 500 al término del pleito en Las Vegas.

Fue una historia triste, de dolor y llanto la que sufrieron sus familiares durante 11 días. Desde que les dijeron aquel sábado 2 de julio "mejor recen, porque Martín está mal", hasta cuando les informaron después que había fallecido, para finalmente recibir el cuerpo del boxeador en los primeros minutos de este jueves.

Fueron días llenos de preguntas sin respuesta, de verdades a medias y de versiones encontradas que sólo confundieron a la familia.

Que si peleó en peso superligero, que si su rival, el ruso Rustam Nagaev, fue muy duro, que si lo pasaron de ilegal a Estados Unidos, que cómo le consiguieron visa de trabajo con un pasaporte vencido, que por qué no le dieron salida médica; pero, lo principal, ¿por qué lo engañaron con que iba a la pelea titular, le cambian al rival y además le redujeron la paga?

Como si hubiera ganado un título mundial fue recibido el Bombero. La prensa se arremolinó en la zona de aduanas del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México para tomarle fotos... al ataúd donde llegó procedente de Las Vegas, ciudad del mortal debut internacional.

Bueno, hasta hizo acto de presencia, "por lo que se ofrezca", el titular de la Comisión de Box Profesional del DF, José Alfredo Isselín, quien aprovechó para decir que de ninguna forma se culpará de lo ocurrido al mánager Mauro Ayala, y adelantó que, en todo caso, se le sancionaría con el retiro temporal de su licencia.

Por su parte, Ayala insistió en explicar que nada declararía a la prensa hasta no haber dialogado con la familia del púgil, haberle aclarado las dudas y sólo después daría a los medios toda la documentación en su poder.

Con la mirada extraviada en la nada, sólo comentó estar "muy triste, pero no pienso retirarme del boxeo porque es mi vida y tengo la conciencia tranquila".

Liberado el cuerpo a las 00:15 horas salió en la carroza fúnebre, para ser acompañado en la oscuridad de la noche desde la terminal aérea hasta la estación de Bomberos de Tacuba, donde prestó sus servicios seis años, por un largo convoy de vehículos con las torretas de las patrullas encendidas y las luces intermitentes de todos los autos emitiendo sus destellos.

El silencioso gusano multicolor abandonó el Circuito Interior sobre Marina Nacional y de allí paró su rodar en Golfo de Gabes, poco más de una hora después. También llegó el inevitable llanto, las caras de tristeza y los recuerdos gratos de quien recibió de sus compañeros tragahumos los obligados honores, con guardias a los costados y un casco amarillo de servicio sobre el féretro.

Los papás del Martín llegaron poco después. Su mamá, Virginia, simplemente rompió en inconsolable llanto ante poco más de una centena de vecinos, amigos y familiares que atendieron dos servicios religiosos y abandonaron la estación a las 4:30 horas para, encabezados por una unidad de los bomberos, llevar el cuerpo a Cuautepec, Barrio Alto, donde desde hacía una semana velaban una foto del boxeador.

Fue una noche larga. Ni el café azucarado neutralizó el frío ni los cuchicheos acortaron la velada. El altar, con gráficas a colores y en blanco y negro de Martín atraían las miradas de los presentes, quienes distraídos leían las cartulinas: "Bienvenido campeón" y "Siempre te recordaremos".

Cuando salió el sol en Cuautepec la gente seguía presente en la casa y en la calle frente al hogar del Bombero y su ahora viuda, Alejandra, así como su pequeño Jean Martín, quien a sus seis años parece no comprender lo ocurrido. Sus hermanos Viviana y David, este último también boxeador, permanecieron sin dormir firmes junto al cuerpo de Martín. Sus amigos tragahumos llevaron más coronas al lugar.

El padre, Martín, no termina de pedir explicaciones y hasta dice que viajará a la frontera para averiguar lo que pasó, aunque podría quedarse tranquilo con los resultados de las investigaciones de la Comisión de Nevada y del Consejo Mundial de Boxeo, que la siguiente semana entregará a la familia una ayuda económica.

"Ni modo, se nos fue un campeón", dijo casi sin pensarlo, al recordar las palabras que usaba Martín al despedirse. "Luego nos vemos jefe, me voy a pelear".

El cuerpo del púgil será cremado este viernes en el panteón Jardín Guadalupe, a las 16 horas.

 
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