En busca de incrementar el capital de riesgo
Las oportunidades de crear apoyos para las pequeñas empresas mexicanas son pocas y lejanas
Las oportunidades de crear apoyos para las pequeñas empresas de México son pocas y lejanas. No solamente el incierto mercado de valores del país está dominado por un puñado de grandes grupos, sino que la afluencia de capital de riesgo -importante estimulador del crecimiento de esas empresas- se ve ahogada por la sobrerregulación.
Hay cerca de 2 mil mdd de capital de riesgo en México, donde la naciente industria sufrió un importante revés con la crisis (conocida como efecto tequila) de 1994-95. Aunque Latinoamérica recibe sólo 1% del capital de riesgo global, México capta sólo 10% de él, a pesar de atraer 40% de la inversión extranjera de la región.
El poco capital de riesgo que hay se canaliza a empresas más grandes, donde ganancias más altas pueden compensar los costos de la colocación de fondos.
La mayor parte de estos proyectos eligen incorporar a Canadá, en parte para evadir la ley fiscal de México pero también para tener mejores probabilidades de salir sin obstáculos. ''Las actuales regulaciones no ayudan mucho, pero no es razón para no invertir; podemos encontrar formas de invertir de manera apropiada en las mejores condiciones posibles'', dice Jaime Salinas, director general de Darby Overseas, la cual tiene colocados más de 60 mdd en México y espera una tarifa interna de recuperación de 30% en su fondo más reciente.
Sin embargo, se espera que una nueva ley para los mercados de valores, en debate en el Congreso mexicano, mejore la situación al apoyar a los consejos directivos de las corporaciones y los derechos de los accionistas minoritarios en particular.
Harry Krensky, socio fundador de Discovery Capital, dice que el mercado mexicano es el opuesto al de Estados Unidos, donde según él hay demasiado capital a la caza de muy pocas oportunidades.
Afirma que recabar fondos en México es un problema serio, pues 80% del capital de riesgo es de inversionistas extranjeros. ''Hay falta de interés de los inversionistas mexicanos por poner dinero a trabajar, así que los fondos se recaudan en mucho menor medida de lo que uno esperaría'', dice Krensky.
''En México no hay una cultura de capital de riesgo. Hay una marcada preferencia por invertir en instrumentos líquidos a corto plazo'', añade Luis Perezcano, quien dirige Nafta Fund (Fundación Nafta), la cual se estableció en 2003 para invertir en compañías que exportan a Estados Unidos y Canadá. El fondo recabó 50 mdd, sólo la mitad de lo proyectado.
Luis Téllez, quien dirige el Grupo Carlyle de Inversiones y fue jefe de la oficina de la Presidencia en el gobierno de Ernesto Zedillo en la década de 1990, ve el problema en ''términos más profundos''. Con unas cuantas excepciones, ''no hay un espíritu empresarial como el que existe en Estados Unidos'', pues varias compañías medianas son de propiedad familiar y se manejan de manera conservadora.
La nueva ley creará un regimen opt-in especial, el cual seguirá las normas internacionales a través de un ''sapi'' (vehículo para la promoción de la inversión). Esto permitirá a los fondos entrar poco a poco en la lista del mercado de valores, con hasta tres años para cumplir con los requisitos de compañías de suscripción pública y con una orientación mucho más realista para que los fondos inviertan de manera más lucrativa.
Este es un problema, en particular para las pequeñas empresas. ''Me encantaría realizar negocios pequeños, pues las ganancias pueden ser mucho más altas, pero no veo las salidas'', dice Krensky. Las ofertas públicas iniciales son raras en México, pues las fusiones y adquisiciones de empresas son las que ofrecen las mejores posibilidades de exportar las utilidades.
Pero la nueva Ley del Mercado de Valores no es una panacea. Arturo Saval, quien dirige ZN México, piensa que la transparencia fiscal para los inversionistas es el principal problema.
A diferencia de los fondos canadienses, los estadunidenses y otros fondos extranjeros no son considerados fiscalmente transparentes, y están sujetos a un doble impuesto, tanto para el fondo como para el inversionista.
Un reciente estudio de mejor desempeño en la industria llevado a cabo por Eduardo Mapes Sánchez, de Nafinsa, el banco de desarrollo mexicano, se enfoca en la falta de un instrumento apropiado para incorporar fondos de capital de riesgo en México. Estos fondos podrían participar en el país como socios de obligaciones limitadas, en vez de ser forzados a hacerlo en Canadá.
El cambio más significativo para impulsar el mercado sería permitir que los fondos de pensiones, conocidos como Afore, invirtieran en capitales de riesgo. En Estados Unidos son la fuente más importante de capital de riesgo, y han aportado casi la mitad de los recursos de esos fondos en los últimos 20 años.
Perezcano dice que el mercado mexicano, que tiene cerca de 30 fondos, es del mismo tamaño que el mercado en la década de 1970, antes del ingreso de los fondos de pensión. Ahora hay casi mil fondos en Estados Unidos con casi 250 mil mdd, más de 40% de los cuales provienen de fondos de jubilaciones.
Las Afore administran cerca de 45 mil mdd, 99% de los cuales se invierten en deuda, de manera primordial en certificados gubernamentales. Una nueva ley aprobada el año pasado les permitirá invertir 15% en valores privados, aunque hasta ahora eso sólo representa 1% de sus inversiones. Si solamente 1% de sus fondos se invirtiera en capital de riesgo, el tamaño de la industria podría fácilmente duplicarse, sostiene Perezcano.
FUENTE: EIU