Usted está aquí: viernes 22 de julio de 2005 Economía ECONOMIA MORAL

ECONOMIA MORAL

Julio Boltvinik

La ganancia capitalista

Su deterioro produjo la globalización y el fin del keynesianismo, según Desai

La economía moral es convocada a existir como resistencia a la economía del "libre mercado": el alza del precio del pan puede equilibrar la oferta y la demanda de pan, pero no resuelve el hambre de la gente

EN TERMINOS DE LA contabilidad de las empresas y de los sistemas fiscales, la utilidad (o su opuesto, la pérdida) es el remanente que queda después de deducir del valor de lo vendido por una empresa, el costo de las ventas. El concepto económico que corresponde a utilidad en economía es la ganancia (capitalista). Ni Adam Smith ni David Ricardo, dice Meghnad Desai en su libro La venganza de Marx1, que he estado examinando en las tres entregas anteriores de Economía Moral (1º, 8 y 15 de julio de 2005), tuvieron mucho que decir sobre lo que determina la ganancia, aunque sí sostuvieron que la tasa de ganancia tiene que ser igual entre sectores (si no lo fuera, los capitales se trasladarían al sector donde son más altos, lo que tendería a bajar las ganancias hasta igualarlas con el resto). La explicación de los determinantes habría de proveerla Karl Marx en su famosa teoría de la plusvalía (valor excedente generado por el trabajo humano por arriba del costo de reproducción de la fuerza de trabajo). El autor señala que Marx logró "rastrear el secreto del capitalismo, consistente en su sofisticada forma de explotación del trabajo humano, y lo había logrado no mediante una denuncia moral del capital, sino usando la teoría del valor de la economía política clásica" (pp. 59-60).

DESAI DISCUTE LAS críticas a la teoría de la plusvalía de Marx, incluido el problema de la transformación de los valores en precios de producción, y hace la observación, sumamente pertinente, de que para los marxistas de orientación filosófica una solución correcta del problema de la transformación (véase adelante) era casi equivalente a la destrucción del capitalismo. Ello era así porque los marxistas sostuvieron que la explicación científica de la ganancia capitalista probaba que estaba basada en una explotación del trabajo, lo que fundamentaba la crítica del capitalismo y la necesidad de superarlo. Si las bases científicas de esta explicación quedaban minadas, todo el proyecto comunista se debilitaba. Lord Desai explica que el filósofo alemán postuló dos cuentas separadas: una en términos de valor (tiempo de trabajo incorporado en las mercancías) y otra en términos monetarios (precios, en rigor, precios de producción, aunque Desai no establece la diferencia entre precios de producción y precios de mercado). La plusvalía se localiza en la cuenta de valor, la ganancia en la monetaria. La cuenta de valor era la invisible. La de precios, la visible. El autor de El capital aceptó la idea clásica de la igualación de las tasas de ganancia en toda la economía, pero dadas las diferencias entre sectores en lo que llamó la composición orgánica del capital, COC (el cociente del capital constante, o capital invertido en todo aquello que no es fuerza de trabajo, entre el capital total que incluye también lo invertido en fuerza de trabajo), los bienes no pueden venderse en sus valores y, al mismo tiempo, igualar las tasas de ganancia. La fuerza de la competencia desvía los valores hacia los precios de producción (éste es el problema de transformación). Los precios de los bienes producidos con COC altas serán "más altos que sus valores" y viceversa.

LA SOLUCION DE MARX al problema de la transformación ha resistido el paso del tiempo, dice Desai, como han demostrado las modernas soluciones, que fueron iniciadas con la de Bortkiewicz en 1907. Empíricamente, señala el autor, la teoría se sostiene muy bien. Si se calculan valores trabajo a partir de matrices de insumo-producto y se comparan con precios de bienes representativos, los precios no son proporcionales a los valores, pero las divergencias son pequeñas y van en el sentido mostrado por Marx. Shaikh (con datos de Italia y EU) examinó las correlaciones entre precios y valores trabajo y concluyó que son muy altas y estables. Cuando los valores trabajo caen, caen también los precios en la misma proporción. Desai concluye que, a pesar de todo el alboroto, los resultados empíricos apoyan a Marx. Sin embargo, niega que aceptar que los "precios son proporcionales a los valores" implique reconocer que todas las ganancias vienen de la explotación del trabajo.

EL CALCULO DE Marx, añade, deja de considerar la importancia de innovaciones que aumentan dramáticamente la productividad en varias ramas industriales. Esta afirmación es incorrecta. Al aumentar la productividad en varias ramas industriales productoras de bienes salario (bienes que el trabajador compra para reproducir su fuerza de trabajo y la de su familia y que determinan el valor de la mercancía fuerza de trabajo) el valor de la fuerza de trabajo disminuye (se requieren menos horas de trabajo para su reproducción). En un caso así aumentaría la tasa de plusvalía en toda la economía. Es lo que Marx llamó la plusvalía relativa y está en el centro de su análisis. Karl Marx nunca negó, sino por el contrario enfatizó, que las innovaciones (las llamó desarrollo de las fuerzas productivas, y las hizo elemento central de su teoría de la historia) aumenten enormemente la riqueza, pero una cosa es la riqueza, constituida por valores de uso (bienes y servicios), y otra los valores, determinados exclusivamente por el tiempo de trabajo socialmente necesario (que se expresan en los valores de cambio, cuya expresión monetaria son los precios). Cuando aumenta la productividad del trabajo, aumenta la riqueza que éste genera (los bienes), pero no el valor que produce (una hora de trabajo sigue siendo una hora de trabajo). La tasa de plusvalía aumentará si la mayor productividad en las ramas productoras de bienes salario hace que la canasta de bienes y servicios requeridos para la reproducción de la fuerza de trabajo se produzca en menos tiempo de trabajo. Al disminuir el tiempo de trabajo necesario, dada la jornada de trabajo, aumentará el tiempo excedente, tiempo en el cual el trabajador produce plusvalía. Marx tampoco igualó explotación a robo. El capital se apropia de la plusvalía generada por el trabajador respetando escrupulosamente las reglas del intercambio vigente, ya que paga al trabajador el valor de su fuerza de trabajo, pero al utilizarla hace que ésta genere más valor que el que ella misma tiene.

EN UN PASAJE Desai parece suponer que las innovaciones son la aportación del capital, como si las unidades monetarias que constituyen el capital desarrollaran la tecnología, sin tomar en cuenta el carácter social de ésta y del trabajo humano. Cada generación parte de la tecnología desarrollada por la humanidad en toda su historia previa. El desarrollo de nueva tecnología puede ser el fruto del trabajo creativo de un inventor aislado o, lo que es cada vez más frecuente, de un equipo de ingenieros y científicos. Si éstos son asalariados del capital, la "propiedad intelectual" (o patente, como se le conoce) pertenece al capital, de la misma manera que le pertenece el producto físico de la fábrica. Lo que Marx no desarrolló (ni nadie lo ha hecho) es una teoría del valor de la propiedad intelectual ni una teoría de la explotación del trabajo que desarrolla tecnologías. Una patente se puede vender en muchos millones de dólares.

SIN EMBARGO, MAS adelante, en el capítulo 11 de su libro, Desai señala que Joseph Schumpeter tenía una explicación alternativa a la de Marx: las ganancias no venían de la explotación del trabajo, sino de la innovación, y era el empresario el que ponía en marcha las innovaciones. Schumpeter distinguió entre innovación e invención: "Muchas de estas innovaciones habían sido anticipadas por invenciones científicas y tecnológicas, pero la oportunidad comercial para la explotación de estas invenciones fue percibida sólo por una persona de gran visión y fuertes ambiciones, el empresario" (Desai, p. 176). Aquí ya no es la inventiva, sino la visión y las ambiciones las que explican la ganancia.

AL MARGEN DE la explicación del origen de la ganancia, Marx entendió el papel central que las ganancias desempeñan en la acumulación capitalista y en el enorme desarrollo de las fuerzas productivas que el capitalismo produce. Desai analiza (pp. 67-83) tres visiones del dinamismo del capitalismo en El capital: los procesos cíclicos, que se producen por la baja en la tasa de ganancia a medida que se acerca el pleno empleo; los famosos esquemas de reproducción simple y ampliada, y la tendencia descendente de la tasa de ganancia.

LAS GANANCIAS CONSTITUYEN el eje central del análisis del desarrollo del capitalismo que lleva a cabo Meghnad Desai: desde la revolución francesa hasta la globalización actual (en paralelo con el desarrollo y caída del socialismo realmente existente y la evolución del pensamiento económico marxista y no marxista). A riesgo de caricaturizar, en los próximos párrafos resumo la visión de Desai del capitalismo.

ALTA RENTABILIDAD DEL capital es condición para mantener el vigor de la acumulación. Altas tasas de ganancia generan expectativas de inversiones adicionales rentables y, al mismo tiempo, proveen su financiamiento. Como el crecimiento y el empleo dependen de la inversión está en el interés de los trabajadores mantener las altas tasas de ganancia. (Se acaba el antagonismo de clases gracias a la movilidad del capital, y la inmovilidad del trabajo.) De otra manera, el capital huirá a lugares donde las tasas de ganancia sean más altas.2

ANTES DE 1914 (y de 1917) el mundo se hacía cada vez más capitalista, y el capitalismo cada vez más global, predominando el ideario del libre comercio. La política económica era ortodoxa: presupuestos equilibrados y libre movilidad del capital. La Primera Guerra Mundial, la revolución rusa, la gran depresión de 1929, la adopción del keynesianismo, el proteccionismo (capitalismo en un solo país lo llama Desai), regímenes socialistas en otros países, transformaron el mundo del corto siglo XX (1914-1989) en una doble anomalía. El socialismo fue prematuro y llegó a su fin abruptamente (la venganza de Marx). Igualmente, el keynesianismo fue una anomalía que intervino en exceso en los mercados, limitó la movilidad del capital y mantuvo tipos de cambio fijos en un conjunto de países aislados por barreras arancelarias. Aunque tuvo su edad de oro (1945-1973), llegó a su fin porque al insistir en el pleno empleo generó inflación, una tendencia al aumento de la participación de los salarios en el PIB y una reducción de la rentabilidad del capital. Pero la rentabilidad no era parte, según él, del modelo keynesiano (lo que parece dudoso, sobre todo en Keynes mismo, uno de cuyos conceptos centrales fue el de eficacia marginal del capital, al cual estaban ligadas las expectativas de ganancias futuras) y, por tanto, los keynesianos no vieron la conexión entre inflación y rentabilidad, que sí vieron los marxistas de occidente. Desai muestra datos de tasas decrecientes de ganancia en los años sesentas en EU y Gran Bretaña, pero no en Japón ni en Francia. Pero la derrota del keynesianismo no sólo fue política, la llegada al poder de Thatcher y Reagan, sino también conceptual, dice. Robert Lucas habría derrotado al keynesianismo al mostrar que hay un único nivel de empleo de equilibrio. El cuarto de siglo de su reinado, concluye, fue una fiesta en la que no importaba el dinero porque había mucho disponible (los gobiernos imprimían más cuando se requería).

1 Meghnad Desai, Marx Revenge. The Resurgence of Capitalism and the Death of Statist Socialism, Verso, Londres, 2002, 372 pp.

2 Si imaginamos un mundo en el cual hubiese libre movilidad de la fuerza de trabajo e inmovilidad del capital, lo contrario ocurriría (aunque esto no lo dice Desai): los empresarios tendrían que pagar altos salarios o los trabajadores se irían a otro lado. Tampoco habría antagonismo: a ambas partes les convendrían los altos salarios (y las bajas ganancias).

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