La segunda ofensiva en dos semanas no causa muertes, pero crea un nuevo clima de temor
Nueva ola de ataques en el metro y un autobús en Londres
El asalto coordinado, copia del 7-J; la policía investiga si se trata de un grupo radical menos profesional
Ansioso, Blair intenta tranquilizar a la población
Mínimos daños físicos
Ampliar la imagen Un polic�escolta a la poblaci�fuera del hospital del Colegio Universitario, donde se llev�cabo una gigantesca operaci�oliciaca luego de una segunda ofensiva en dos semanas que colaps� transporte londinense FOTO Reuters Foto: Reuters
Londres, 21 de julio. Dos semanas exactas después que atacantes suicidas cometieron una serie de atentados en Londres, una segunda ofensiva de cuatro bombazos lanzada este jueves contra el sistema de transporte capitalino fallaron en cuanto a causar más muertes, pero lograron crear un nuevo clima de temor en la ciudad.
El asalto coordinado fue una copia de los ataques del 7 de julio, que dejaron 56 muertos, incluidos los cuatro suicidas. En esta ocasión los artefactos, tres en trenes subterráneos y uno en un autobús, no estallaron como estaba previsto.
Según se cree, por lo menos tres de los atacantes continuaban libres esta noche, aunque los pasajeros forcejearon con uno de ellos. No estaba claro si un hombre que es atendido en el hospital del Colegio Universitario, donde hubo una gigantesca operación policiaca este lunes, estaba relacionado con los ataques.
Los artefactos iban a bordo de trenes del metro en las estaciones Oval, Warren Street y Shepherd's Bush, y en un autobús de la línea 26 en Shoreditch. Al igual que el 7 de julio, los blancos estaban en los cuatro puntos cardinales de la ciudad.
La policía y los servicios de inteligencia investigaban si pudo haberse tratado de un ejercicio de imitación de un grupo menos profesional de radicales musulmanes que trabajaba por su cuenta. Sin embargo, había indicios de que los artefactos, aunque más pequeños, contenían los mismos explosivos que los de dos semanas antes, lo cual sugeriría que fueron obra de una célula ligada a los atacantes del 7 de julio y que algo falló. Eso daría al traste con las esperanzas de millones de londinenses de que los atentados de hace dos semanas fueron una operación de una sola vez.
Pese a los intensos esfuerzos de la policía y los servicios de seguridad, los ataques del jueves son prueba de que persiste la falta de inteligencia respecto de atacantes potenciales.
Ian Blair, comisionado de la policía metropolitana, señaló que investigaciones forenses indican que había cuatro bombas que no estallaron cuando se les accionó. "Sin duda la intención era matar. No se hacen estas cosas con otra intención", expresó.
El descubrimiento de mochilas que contenían material explosivo dará a la policía gran cantidad de información forense, pues permitirá compararlo con los fragmentos recobrados hace dos semanas. Se dijo que las primeras investigaciones muestran marcadas similitudes, lo cual suscita temores de que un fabricante de bombas, tal vez adiestrado por Al Qaeda, siga suelto.
Si bien hubo reportes de que dos hombres fueron arrestados -a uno se lo llevaron policías armados en Whitehall, y el otro fue detenido en Warren Street-, la policía informó que no tienen relación con los incidentes.
Ian Blair manifestó que había "resonancia" en los ataques, y que de inmediato se notaron semejanzas deliberadas entre el 7 de julio y este jueves. Las bombas en el metro se colocaron en las estaciones Warren Street, de la línea Victoria; Oval, de la línea Norte, y Sheperd's Bush, de la Hammersmith y City, en tanto la del autobús estaba en Hackney, en el extremo sur: norte, sur, oeste y este, los cuatro puntos de la brújula a la que se hizo referencia en la declaración con que fueron reivindicados los ataques del día 7. Tres fueron en los trenes del subterráneo y el cuarto en el segundo piso de un autobús número 26, la cual, como la colocada en el autobús número 30 en Tavistock Square, detonó más o menos una hora después. Los dos autobuses llevaban el letrero de Hackney como destino en la parte delantera.
Los incidentes acentuaron el factor miedo en una ciudad que apenas estaba recobrando el valor. Algunos testigos oculares de las evacuaciones del metro hablaban de "pánico" entre los pasajeros ante una posible carnicería.
En sus declaraciones públicas de este jueves, tanto Tony Blair como Ian Blair se notaban ansiosos de tranquilizar al público; de manera similar, el personal del metro había recibido instrucciones claras en cuanto a la importancia de conservar la calma para contrarrestar el efecto de nuevos incidentes.
Las primeras noticias de las explosiones se difundieron poco después de las 12:30 horas, en un mediodía en el que el Evening Standard de Londres, irónicamente, informaba que la ciudad "aprende a sonreír de nuevo". En la estación Shepherd's Bush, en el oeste de la ciudad, toda la zona fue evacuada poco antes de las 12:30, cuando se descubrió una mochila de aspecto sospechoso. La búsqueda continuaba esta noche allí y en otros lugares. No estaba claro si hubo una explosión.
En cambio en las estaciones Oval y Warren Street hubo reportes de pequeñas explosiones en los 15 minutos siguientes. Una mujer, Andrea, que se encontraba en la estación Oval, en el sur de Londres, relató: "Estaba en un vagón cuando se escuchó un gran estallido, como de un globo que truena pero mucho más fuerte, y luego todos nos fuimos al otro lado del vagón. Había algo en el piso, se podía ver que había estallado. Abrieron la puerta para que pudiéramos pasarnos al otro carro, y allí estaba parado un sujeto. Llegamos a la estación Oval y todos bajamos al andén. El tipo se echó a correr hacia la escalera eléctrica, y todos se pusieron a gritar que lo detuvieran".
Ivan McCracken, pasajero de la línea Victoria en Warren Street, relató a Sky News: "Iba yo en el vagón de enmedio y el tren no estaba lejos de Warren Street cuando de pronto la puerta entre mi vagón y el siguiente se abrió y docenas de personas entraron corriendo. Algunas se caían, había pánico. Cuando salí a la calle vi unos italianos, un joven y una chica: él la estaba consolando; ella me dijo que el muchacho había visto lo que pasó. Luego él me contó que un fulano llevaba una mochila y que ésta explotó de pronto. Fue una explosión pequeña, pero suficiente para volar la mochila. El tipo hizo una exclamación, como si algo hubiera salido mal. En ese momento todo mundo salió corriendo del vagón".
Otra vez, alerta código ámbar
Mientras los servicios de emergencia se ponían en alerta total y se tendían cordones policiales en torno de las zonas afectadas, los sucesos tomaron una pauta alarmantemente similar a la de hace dos semanas. La mayor parte del sistema subterráneo se detuvo al emitirse una alerta código ámbar, que ordenaba a los conductores llegar a las estaciones y desocupar los trenes.
Casi exactamente una hora después, a las 13:30, el operador del autobús número 26, que iba sobre Hackney Road, en Shoreditch, en el este de Londres, escuchó un estallido en el piso superior. Detuvo el vehículo y descubrió que las ventanillas de ese piso habían volado en pedazos; también olía a quemado, según testigos. Hizo bajar a los pasajeros y llamó a los servicios de emergencia.
La policía tendió un cordón alrededor de la zona.
A esa hora se dio parte a Tony Blair, quien se había reunido con funcionarios para hablar sobre medidas antiterroristas y estaba comiendo con el primer ministro australiano, John Howard. Se convocó a una junta del comité Cobra; Blair canceló todos sus compromisos y se preparó para lo peor.
Sin embargo, pronto quedó claro que los efectos físicos de las bombas fueron mínimos. Hacia media tarde, las primeras advertencias policiacas a la gente de "mantenerse donde esté" y esperar los acontecimientos fueron remplazadas por la declaración de Ian Blair de que "la situación está bajo control" y que los trabajadores capitalinos podían volver a casa... por cualquier medio de transporte disponible.
Los efectos sicológicos en Londres pueden ser más agudos y de largo plazo. Si bien la policía mantenía una imagen de calma y seguridad, se decía que en privado tanto el gobierno como altos oficiales policiacos se mostraban ansiosos y desesperados por el efecto en la confianza pública y en su propia seguridad en la capital de la nación.
Mañana, es probable que los londinenses que salgan de sus casas se encuentren más temerosos y aprensivos que en una mañana de viernes similar de hace dos semanas. También ellos estarán esperando que la situación siga bajo control.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya