Usted está aquí: sábado 23 de julio de 2005 Política México y la industria de aspiradoras

Enrique Calderón Alzati

México y la industria de aspiradoras

Aunque en su origen y operación esta industria ha sido mayoritariamente extranjera, México es reconocido a escala mundial por su industria de aspiradoras, en donde viene ocupando el primer lugar desde hace tiempo, aunque ello sólo sea conocido por especialistas y, desde luego, por quienes la dirigen.

Esta información cobra relevancia cuando vemos a Vicente Fox argumentando que nuestra economía ocupa el lugar 10 a escala mundial y no el lugar 12, como algún organismo internacional lo afirma, seguramente para desinformar y generar intranquilidad entre amplios sectores de la población, aunque quizás debiéramos tomar en cuenta que al dividir el valor total de la producción nacional entre el número de personas que habitan nuestro país entonces obtenemos el indicador de ingreso per cápita que lleva realmente nuestra economía al lugar 80, o algo así.

Surge entonces la duda. Si de lo que se trata es de dar una buena noticia, por qué contentarse con un décimo lugar, cuando podemos llevar las cosas a otro terreno, a uno en donde nadie compite con nosotros y en donde la noticia seguramente puede ser motivo de alegría e interés por parte de organismos internacionales que pudieran desconocer este hecho realmente asombroso y definitivamente atractivo.

Para hablar de él es necesario decir que esta industria de las aspiradoras se ha venido cultivando en México de tiempo atrás, habiendo incorporado innumerables avances tecnológicos, algunos incluso desarrollados integralmente en México, mientras que otros han sido inventados en otros países pero luego adaptados a la realidad nacional, para incrementar sus niveles de productividad.

Las primeras industrias de aspiradoras que se establecieron en México datan del tiempo de la conquista, habiendo llegado a su máximo esplendor a mediados del siglo XIX, con la Iglesia católica como empresa líder. Las Leyes de Reforma constituyeron un tropiezo temporal para la industria, que pudo luego superarlo con ingenio y esfuerzo, en complementación con algunas actividades de cabildeo y apoyo gubernamental.

A finales del siglo XIX, otras empresas de aspiradoras (en este caso de recursos naturales como el petróleo) entraron en operación, funcionando exitosamente hasta 1938, cuando una nueva regulación les impidió continuar su trabajo.

Luego de la terminación de la Segunda Guerra Mundial, nuevas empresas se fueron integrando con entusiasmo a la industria. Al igual que sus antecesoras, estas industrias se han caracterizado por su capacidad de extraer recursos de una región o de la nación entera, dando muy poco o nada a cambio, aprovechándose en unos casos de la inexistencia de leyes que imposibiliten o restrinjan sus actividades, y en otros precisamente por la presencia de leyes que proporcionan patentes de corso a esas actividades. Una característica común en todos los casos ha sido la protección y apoyo de los gobiernos en turno.

Vale la pena mencionar tres casos actuales. El de las cadenas de televisión y radio, que apoyándose en las leyes electorales, succionan cantidades exorbitantes de dinero de la sociedad, sin devolver a ésta servicio alguno. Otro caso es el de la banca, que ha venido extrayendo año con año cuantiosos recursos al país, sin aportar nada a su crecimiento económico, como supuestamente debiera hacerlo. El tercer ejemplo es el de las organizaciones que se quedan con una parte importante del dinero ganado por los trabajadores migrantes cuando éstos deciden enviarlo a sus familias en México. En el primer caso llama la atención la enorme cantidad de dinero que es utilizado en costosas campañas mediáticas, sustituyendo las ideas y la discusión de problemas por estribillos machacones y por imágenes irrelevantes, sin que el gobierno o el Congreso intenten siquiera limitar el caudal de dinero que va a dar a las arcas de esa industria.

A los ejemplos mencionados, el lector puede agregar muchos más, brutalmente exitosos, los cuales han venido succionando materialmente la riqueza del país. Las nuevas entregas de nuestros recursos energéticos, al igual que la apertura de casas de juego, constituyen las adiciones más recientes a la industria de aspiradoras, que sin reconocerlo públicamente, nuestro gobierno promueve en el ámbito internacional.

Espero sinceramente que las lecciones aprendidas sean suficientes y que pronto la industria de aspiradoras empiece a decrecer en nuestro país. Nos hace mucha falta.

 
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