España y la doctrina Estrada
La oposición antimonárquica española finalmente se puso de acuerdo y estableció una fecha que habría de resultar histórica para celebrar las elecciones generales, de las que finalmente nacería una república, el 14 de abril de 1931, como resultado del Pacto de San Sebastián, que serviría de guía para las acciones del gobierno provisional que habría de establecerse, el cual quedó virtualmente formado allí en la capital vascongada, al constituirse los comités revolucionario y militar, lo cual era ya el golpe de gracia a la monarquía moribunda de Alfonso XIII, agravado por otros acontecimientos que obligaron al gabinete de gobierno a poner en marcha el plan de retorno a la constitucionalidad en un triple y progresivo movimiento electoral de alcance municipal, provincial, y a cortes, en una situación verdaderamente comprometida para el rey.
En la mañana del 14 de abril, los consejales electos de Eibar proclamaron la república, y la noticia se extendió a toda España como reguero de pólvora, y a las dos de la tarde el conde Romanones, ministro de Estado, reunido con los dirigentes republicanos en la casa del doctor Gregorio Marañón, en Madrid, aceptaba en nombre del rey la salida de Alfonso XIII. En la tarde del mismo día, después de haberse celebrado el último consejo de ministros de la monarquía en el Palacio de Oriente, el rey emprendió el viaje a Cartagena con destino a Marsella, y a las nueve de la noche Niceto Alcalá Zamora, desde el despacho del ministro de Gobernación, en la Puerta del Sol, proclamaba la República Española.
A partir de este momento se abre la vía al gobierno provisional y al bienio transformador (1931-1933), el bienio negro (1933-1935), los episodios de octubre de 1934 y las muy importantes elecciones de 1936, que señalan los últimos días de la segunda república en paz. Todos estos periodos son de gran importancia, pero por razones de espacio nos limitaremos a señalar que el desenlace fatal que marcó el comienzo de la Guerra Civil se produjo el 18 de julio de 1936. En Melilla, a las cinco de la tarde del día anterior se sublevan los soldados de la legión y de regulares, y dos horas después el general Yagüe asumió la jefatura de la insurrección en el protectorado y decretó en Ceuta el estado de guerra. Francisco Franco participó en los inicios un poco como figura secundaria; el alzamiento "nacional" lo encabezan los generales Sanjurjo y Mola, quien decretó a su vez el estado de guerra en Pamplona, haciéndose de inmediato con el total control de Navarra. En Barcelona la guardia de asalto y la guardia civil se mantuvieron leales a la república, y junto con los obreros de la CNT y de la UGT, que habían conseguido armarse, lograron derrotar a las fuerzas militares, que desde los cuarteles periféricos habían de converger sobre la plaza de Cataluña.
La internacionalización del conflicto fue sumamente rápida. Ahora el problema táctico de los insurrectos, que estaban fracasando en el levantamiento general en España, consistía en pasar el ejército de Africa a la península. Para solicitar la ayuda alemana el 22 de julio despegaron de Tetuán hacia Berlín en un avión de Lufthansa los agentes alemanes Bernhardt y Langenheim, acompañados del oficial nacionalista Arranz. El 25 por la noche los tres enviados se entrevistaban con Hitler en Bayreuth. "Allí el führer ordenó a Goering, jefe de la Luftwaffe, a su ministro de la Wehrmacht, general Blomberg, y al jefe de espionaje militar alemán, almirante Canaris, que se pusiera a disposición de Franco la ayuda necesaria" (R. Tamames, Historia de España).
El 28 de julio aterrizaban en el Marruecos español 20 aviones Junker. Por lo que respecta a Mussolini, quien llevó la iniciativa para hacer el primer contacto fue Luis Bolín, quien con Luca de Tena hicieron el viaje Madrid-Biarritz-Roma en el Dragón Rapide, y se reunieron el 22 de julio con el conde Ciano, yerno de Mussolini y ministro de Asuntos Exteriores de Italia. El resultado inmediato fue que el 27 de julio despegaban de Cerdeña los primeros 11 aviones de transporte Savoia 81 italianos, con destino a Marruecos.
El acorazado Deutschland se ancló en Ceuta. Lo que facilitó el paso de los convoyes con el resto del ejército de Africa fue la contribución de los ingleses, quienes desde Gibraltar obstaculizaron con la presencia de los buques la acción bélica del desembarco rebelde en Algeciras. A Cádiz arribó el navío alemán Ushamo con un cargamento de municiones, cañones y aviones de caza Heinkel. A bordo iban también los 86 pilotos de guerra alemanes que llegaban directamente a la península.
El 6 de agosto se conoció en la historia de la guerra española como "el día del paso de la victoria", precisamente por haberse llevado a cabo el paso del ejército de Africa, reforzado con las ayudas de Italia y Alemania, mismo que Franco presenció desde un cerro que existe en Ceuta, en donde se erigió el monumento más sui generis que se haya conocido: las rocas en donde se esculpieron los pies del generalísimo, que en ese momento salía de la sombra para trasladarse a lo que había de ser su cuartel general en Sevilla, ya con el respaldo asegurado y abierto de Hitler y de Mussolini, como primera figura del alzamiento.
La doctrina Estrada dice con toda claridad que México no califica gobiernos, que lisa y llanamente mantiene las relaciones diplomáticas o no las mantiene, de acuerdo con sus propios intereses nacionales, y eso fue lo que legítimamente hizo el gobierno de Lázaro Cárdenas: romper relaciones con la dictadura militar de Franco. Se brindó también la hospitalidad de México, primero a los niños, que así se salvaron de una muerte segura, y después a los republicanos que habiendo combatido con singular valor contra fuerzas militares tan desiguales encontraron aquí una segunda patria que los acogió con espíritu fraterno.