Sacrificio infantil en el Templo Mayor
Resulta inusitada en la zona esta ofrenda de consagración, declaran expertos
Ampliar la imagen Esqueleto de un ni�e unos cinco a�de edad, cuya vida, se presume, fue ofrendada en honor al Templo Mayor en la �ca de Moctezuma FOTO Guillermo Sologuren Foto: Guillermo Sologuren
Un equipo multidisciplinario del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) dio a conocer ayer un inusual descubrimiento en el Templo Mayor.
Se trata de una ofrenda de consagración calificada de única y significativa por los especialistas, al ser la primera en la que se encuentran restos óseos de un niño en el lado sur de la zona, asociada ésta con el dios Huitzilopochtli y en la que hasta el momento sólo se habían localizado depósitos rituales con restos de adultos.
Las evidencias arqueológicas con las que se cuenta demostraban que la cabeza de los sacrificados era el segmento corporal elegido por los sacerdotes para ser depositado en las ofrendas.
En ese sentido, la recién descubierta, denominada ofrenda 111, contrasta con las restantes luego de que el cuerpo del niño fue colocado, completo, en asociación a Huitzilopochtli y próximo a la efigie de la diosa Coyolxauhqui.
De acuerdo con la antropóloga Ximena Chávez, el sacrificio infantil se relacionaba con las peticiones de lluvia, por lo que estaba dedicado al dios Tláloc, cuyo sitio de culto en el centro ceremonial se ubicaba en el lado norte, donde se han encontrado ofrendas con restos infantiles.
El niño, aproximadamente de cinco años de edad, fue ataviado con ajorcas de cascabeles de cobre y caracoles, anillos de madera, y acompañado de instrumentos musicales de cerámica y fragmentos de cuchillo de obsidiana.
Fue colocado por los sacerdotes directamente sobre una escalinata previo a una ampliación del templo, encima de una capa de arcilla, con la cabeza recargada sobre un escalón y mirando hacia el noroeste, dirección en la que se extiende también su brazo derecho, mientras que el izquierdo yace sobre el abdomen.
Las piernas se encuentran simétricamente flexionadas y rotadas hacia fuera, "como ranita, en una posición no muy común en el sistema de enterramientos prehispánicos".
Esta ofrenda es considerada el hallazgo más importante de la sexta temporada de trabajo del Proyecto Templo Mayor, dirigida por Leonardo López Luján y en la que también destaca el descubrimiento de unas lápidas.
El grupo de especialistas, en el que participan asimismo Osiris Quezada y José María García, ubica la ofrenda en la etapa cuarta de Templo Mayor, que comprende el gobierno de Moctezuma I, entre los años 1440 y 1469 de nuestra era.
Según información aportada por los recientes trabajos de exploración, el equipo del INAH infiere que el centro ceremonial fue ampliado durante el gobierno de dicho personaje.
Eso explica, puntualizaron, el origen y el sentido ritual de la ofrenda 111, consagrada a la construcción del edificio en el que con el paso del tiempo se registraron los funerales de Moctezuma y la entronización de Axayácatl, sexto gobernante mexica.
"Las inundaciones de la ciudad, las fallas estructurales en el edificio y el expansionismo en la guerra fueron algunas de las causas que motivaron la ampliación del Templo Mayor de Tenochtitlán, desde el momento de su edificación, en el siglo XIV hasta el momento de su destrucción, en el siglo XVI", se asienta en un documento del INAH.
"Algunas fuentes históricas mencionan que el gobernante mandaba edificar en ocasiones un nuevo templo sobre el ya existente, y algunos otros, como fray Diego de Durán y Hernando Alvarado Tezozómoc, relatan que la ampliación del templo se veía acompañada de sacrificios humanos y el depósito de los restos de los individuos inmolados ritualmente."
Los restos del niño serán analizados como parte del proyecto Sacrificio humano y tratamientos mortuorios en el Templo Mayor de Tenochtitlán, coordinado por Ximena Chávez. Merced a ese trabajo será posible precisar su sexo, edad y causa de muerte, además de si padeció alguna enfermedad y si tuvo una adecuada alimentación.
Uno de los patrones encontrados en los rituales de sacrificio infantil en esa zona arqueológica, subrayó la experta, es que los niños inmolados padecían algún tipo de enfermedad, aunque no mortal y sobre todo en el sistema óseo por mala alimentación, así como en la cavidad bucal.
Al igual que los restos procedentes de otras ofrendas, la información que arrojen los contenidos en la 111, una vez sistematizada con otro tipo de investigaciones, permitirá abrir un nuevo horizonte para la precisa compresión de la práctica del sacrificio humano en la antigua Tenochtitlán, sostuvo Chávez, quien adelantó que este trabajo estará listo en dos años.
En tanto, se prevé que esta ofrenda podrá ser exhibida en el Museo del Templo Mayor a partir del próximo año.