Usted está aquí: domingo 31 de julio de 2005 Política Frontera violenta

Víctor M. Quintana S.

Frontera violenta

Tony Garza se rasga las vestiduras. Emite comunicados a sus connacionales advirtiéndoles de la creciente inseguridad en este lado de la frontera que México comparte con su país. Lo asustan los más de 100 asesinatos en la zona desde el mes de junio. Al embajador de la Casa Blanca se le olvidan dos cuestiones. La primera, que si nuestra frontera es insegura y violenta se debe en buena parte a procesos propiciados o no detenidos por su gobierno. La segunda, que la inseguridad afecta sobre todo a la gente de México, más a los pobres, más a las mujeres, más a las jovencitas y niñas, no a sus paisanos.

La Red de Organizaciones Sociales de la Frontera Norte se acaba de reunir en Chihuahua el fin de semana pasado. El tema de esta reunión es precisamente Seguridad y violencia en la frontera norte, pero sus análisis, sus premisas y sus conclusiones son muy distintas a las del embajador Garza: si la frontera norte es un espacio dominado por la violencia y por la inseguridad no es el fruto de una manera de ser especial de los mexicanos fronterizos. Es resultado de varios procesos nacionales, binacionales y, sobre todo, multinacionales que se han dado en esta zona desde hace por lo menos 23 años.

Un primer factor de inseguridad son los programas de ajuste estructural que impactaron seriamente las economías y las sociedades no sólo de México y toda América Latina, generando verdaderos pogroms de millones de desplazados por la economía neoliberal, sobre todo campesinos y campesinas. Estos programas de ajuste, impuestos por el gobierno que representa Garza, el Banco Mundial y el FMI han destruido comunidades, separado familias y llevado a millones de mexicanos, centroamericanos y sudamericanos a la frontera para buscar una mejor vida en el país que les destruyó la propia.

Un segundo factor de inseguridad es la restructuración laboral internacional. De pronto a la frontera norte de México se le asigna un nuevo lugar en la división internacional del trabajo: ser proveedora de mano de obra barata para las industrias maquiladoras. Aquí no sólo se violentan los espacios urbanos con la irrupción de miles de personas buscando empleo. Sufren también violencia los esquemas tradicionales de roles familiares con la integración masiva de la mujer a la nueva industria. Pierden toda seguridad los hijos de las mujeres que tienen que ir a las maquiladoras, sin que esas empresas brinden alternativas de cuidado para los menores.

También es factor de inseguridad y violencia la política intervencionista disfrazada de "guerra sin fin contra el terrorismo", puesta en marcha desde principios de los años 80 por Washington. Desde entonces el complejo colectivo de culpa hace que las autoridades gringas se obsesionen por que no se les vayan a colar por la frontera quienes resisten a su injerencia en varias partes del planeta. A partir de ella se ha criminalizado a los migrantes. Y desde el 11 de septiembre de 2001 se ve en cada uno de ellos a un terrorista potencial. Por eso se militariza la frontera a ambos lados, se dota de más recursos y efectivos a la Border Patrol; se adopta la política del laissez faire ante las persecuciones de los minuteman a los migrantes. La frontera es, efectivamente, muy insegura... para los indocumentados.

El crimen organizado es, ciertamente, un factor decisivo en la inseguridad y en la violencia fronterizas. Pero no se trata solamente de narcos mexicanos. Estamos hablando de una multinacionalización de los cárteles que incluye efectivos colombianos, centroamericanos, mexicanos y estadunidenses. Hablamos de un negocio de 65 mil millones de dólares en Estados Unidos. Habría que agregar la cifra del tráfico de armas de allá para acá. Y el gobierno de Tony Garza no ha emprendido acciones decisivas para recabar información, elaborar una estrategia de inteligencia y de combate que termine con estos pingües negocios.

Nuestra frontera es una realidad multinacional, globalizada. Es la interfase en la que chocan los procesos globales del crimen organizado, de la política intervencionista estadunidense y de la resistencia a la misma, de la restructuración de los procesos de trabajo y de apertura de las economías. Pero esta realidad multinacionalizada no es igualmente violenta e insegura para todos. Las principales víctimas son los ciudadanos afectados por la toma de ciudades como Nuevo Laredo, por el Ejército y los narcos. Las casi 400 familias de mujeres asesinadas en Chihuahua y las más de 150 en Nuevo León. Las decenas de indocumentados que perecen en el desierto, en las aguas del Bravo. Las víctimas de la inseguridad en la frontera no son ni con mucho los y las ciudadanas del país que ha generado más inseguridad y violencia en otros países en los pasados 60 años. Tony Garza puede guardarse sus recomendaciones y dormir tranquilo.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.