Usted está aquí: domingo 31 de julio de 2005 Opinión El capital natural, en el centro de la erradicación de la pobreza

Ricardo Sánchez Sosa*

El capital natural, en el centro de la erradicación de la pobreza

Ampliar la imagen Una campesina de India usa desinfectantes como prevenci�n una �a afectada por las inundaciones que han azotado a esa naci�si�ca FOTO Reuters Foto: Reuters

A lo largo de las capitales del mundo, los jefes de Estado y los gobiernos están haciendo planes para una de las reuniones más importantes de principios del siglo XXI. La Cumbre Mundial 2005, que se llevará a cabo a principios de septiembre en la ciudad de Nueva York, tiene como objetivo presentar una Organización de Naciones Unidas (ONU) reforzada en varias áreas, desde el Consejo de Seguridad hasta los derechos humanos.

También se hará un balance de cómo vamos con relación a los objetivos de desarrollo para el milenio a 2015. Estos incluyen desde la erradicación de la pobreza y el abastecimiento de suministros seguros y suficientes de agua potable hasta la potenciación del papel de la mujer y el revertir la propagación de enfermedades infecciosas.

Ya está claro que, mientras se llevan a cabo muchos avances importantes en estos campos, también se está muy lejos de alcanzar estos objetivos internacionales al no tener un nuevo sentido de la urgencia y más imaginación en cuanto a las soluciones. En meses recientes, el medio ambiente ha emergido como un pilar crucial, si no como la piedra angular sobre la cual los objetivos podrían levantarse o caer.

Un mundo más seguro

El informe del panel de alto nivel del secretario general de la ONU sobre amenazas, retos y cambio, dice: "La degradación ambiental ha acrecentado el potencial destructivo de los desastres naturales y, en ciertos casos, acelerado su aparición. Más de 2 mil millones de personas se vieron afectadas por desastres naturales en la década pasada".

Uno de los informes interinos del proyecto de la ONU para el milenio, solicitado por el secretario general para la revisión de septiembre, declara: "Una cantidad considerable de información científica apunta a la degradación ambiental -la erosión de la diversidad genética, la pérdida de especies, la degradación de los ecosistemas y el declive de servicios de los ecosistemas- como causa directa de muchos de los problemas más apremiantes que enfrentamos en la actualidad, incluyendo la pobreza, el declive de la salud humana, el hambre, el agua no potable, la aparición de enfermedades, la migración rural-urbana y los conflictos civiles".

O sea, el medio ambiente no es un lujo, no es una bolsa Gucci o una corbata de lujo, disponible solamente cuando todos los otros problemas se han resuelto. Se trata del oxígeno que le da vida a los objetivos. Es la cinta roja que rodea nuestras aspiraciones comunes por un mundo más saludable, más estable y justo.

También es un factor crítico para las economías de países y regiones. Un hecho que los gobiernos todavía tienen que asumir, pero lo ignoran a costa de un peligro económico para ellos.

Cuando el consejo de la ciudad de Nueva York se enfrentó la necesidad de suministrar agua potable más segura a sus 9 millones de clientes, también se enfrentó con una cuenta de aproximadamente 6 mil millones de dólares para filtrar el líquido. En lugar de comprar maquinaria, la ciudad decidió llevar a cabo un mejor manejo de las orillas de los ríos, agricultura y otras fuentes de contaminación en el sistema fluvial Catskill-Delaware, lo cual costó solamente mil millones de dólares, con lo cual se ahorraron entre 3 mil y 5 mil millones de dólares.

Evaluación del ecosistema del milenio

En esta clase de argumentos económicos concretos también se subraya la evaluación del ecosistema del milenio, publicada recientemente, y en los reportes derivados de la misma. Pese a ser el trabajo de mil 300 científicos y expertos de 95 países, esta evaluación ha empezado a asignarle un valor a los ecosistemas individuales y al servicio que suministran.

La evaluación comenta que un terreno pantanoso en Canadá vale 6 mil dólares por hectárea, contra 2 mil por una hectárea que ha sido limpiada para ser usada en agricultura intensiva. Los manglares tropicales intactos, ecosistemas costeros que funcionan como viveros de peces, filtros naturales de la contaminación y defensas costeras valen alrededor de mil dólares por hectárea. Una vez limpiados para utilizarse como granjas de camarón, el valor cae hasta aproximadamente 200 dólares por hectárea.

La evaluación también le asigna un valor a ciénegas y pantanos. El valor estimado para el pantano de Muthurajawela, ciénega costera de más de 3 mil hectáreas en Sri Lanka, es de aproximadamente 5 millones de dólares por año, como resultado de servicios tales como el control local de inundaciones.

En la región de Cabo Floral (Cape Floral), en Sudáfrica, las pérdidas debidas al daño ocasionado por especies invasoras extrañas se calcula en aproximadamente 2 mil dólares por hectárea. El valor anual de los arrecifes de coral en las seis áreas de administración Marina de las islas de Hawai, por concepto de recreación, varía entre los 300 mil dólares y cientos de millones de dólares al año.

Estudios de Argelia, Italia, Portugal, Siria y Túnez también señalan el valor de los bosques en estado intacto. Estos estiman que el valor de la madera y el combustible de madera de un bosque es menor a un tercio cuando se compara con el valor de los servicios como líneas divisorias de aguas y recreativos, hasta la absorción de contaminantes, como los gases de invernadero.

La quema de 10 millones de hectáreas de bosques en Indonesia a finales de los años 90 costó aproximadamente 9 mil millones de dólares, como resultado de factores que incluían pérdidas en gastos para el cuidado de la salud y en turismo.

También hay nuevos hallazgos sobre la conexión que existe entre la propagación de enfermedades y la destrucción del medio ambiente. El suministro de mosquiteros tratados, una mejor disponibilidad de medicina barata contra la malaria y el desarrollo de vacunas son cruciales, pero también lo son los ecosistemas saludables.

América Latina y el Caribe

Estudios en el Amazonas, conducidos por investigadores de la Universidad John Hopkins, de Estados Unidos, han dado como resultado que por cada uno por ciento de aumento en la deforestación hay 8 por ciento de aumento en el número de mosquitos portadores de malaria.

El informe elaborado por varias agencias del sistema de Naciones Unidas -"Objetivos de desarrollo del milenio: una mirada desde América Latina y el Caribe (2005)"- señala que "en América Latina y el Caribe la sostenibilidad ambiental del desarrollo está siendo puesta en riesgo crecientemente. Los problemas que afectan al medio ambiente natural más importantes de la región (degradación de tierras y bosques, deforestación, pérdida de hábitat y de biodiversidad, contaminación del agua dulce, costas marítimas y atmósfera) están agravándose en términos generales y son sólo parcial e imperfectamente reflejados por los indicadores y metas del milenio definidos para el objetivo 7".

También el informe señala: "Para que la región logre cumplir la meta es necesario que tenga un crecimiento conjunto de 4.4 por ciento, reto difícil debido a que entre 1990 y 2004 el promedio de incremento ha sido de 2.8 por ciento. En el caso de los países con menos avances deben tener un crecimiento de por lo menos 6 por ciento anual hasta 2015, año establecido para el cumplimiento de los ocho objetivos incluidos en las metas del milenio".

Por otra parte se menciona que en los ocho objetivos (entre ellos lograr la enseñanza primaria universal, mejorar la salud materna y combatir el VHS-sida), América Latina presenta luces y sombras. La región ha avanzado en la reducción del hambre, de la mortalidad infantil y en el acceso a agua potable, aunque no refleja importantes avances en pobreza extrema y mortalidad materno infantil. También el informe establece como gran desafío atacar la desigualdad, debido a que es la región "más desigual del mundo".

El informe también hace hincapié en el hecho de que no se ha cumplido la meta del milenio sobre la ayuda de los países industrializados a las naciones en vías de desarrollo. Del 0.7 por de su producto interno bruto que se habían comprometido a dar en ayuda, apenas llega a 0.25 en los países de América Latina y el Caribe.

Así, nuestro deseo más sincero es que cuando los jefes de Estado se reúnan en la ciudad de Nueva York coloquen al "capital natural, o de la naturaleza", al frente junto con el capital humano y el financiero.

Y que también reconozcan que inversiones en medio ambiente, que sean significativas y dirigidas, incluyendo la restauración y rehabilitación de zonas pantanosas, bosques, manglares, arrecifes de coral y similares, que están dañadas o degradadas, ofrecen una recuperación muy alta y acortan el camino hacia el logro de los ocho objetivos.

Cualquier acción menor sólo minará nuestros esfuerzos para vencer a la pobreza y proporcionar un desarrollo sustentable, y cambiará a corto plazo a las generaciones presentes y futuras.

*Director de la Oficina Regional para América Latina y el Caribe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente

 
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