Con retraso, en comparación con otros países de la región, México ya entró en la producción de combustibles alternativos a los que se derivan del petróleo crudo. Uno es el biodiesel, que se logra con el procesamiento de aceites vegetales. En el Congreso se discute una ley para intensificar el uso de este tipo de carburantes.

Rudolph Diesel obtuvo en 1893 un registro en la Oficina Imperial de Patentes de Alemania (el número 67207) para un método de trabajo y el diseño de máquinas de combustión, los conocidos hoy como motores diesel.

El diesel es un derivado del petróleo que es quemado en motores que encienden por compresión en lugar de chispa. El petróleo es un recurso estratégico, cuyo control ha sido motivo de conflictos bélicos; sus precios han alcanzado niveles elevadísimos y se buscan fuentes alternativas, no sólo por el costo, sino para abatir la contaminación ambiental.

Eso no lo previó Rudolph Diesel ni tampoco que las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudita se tensaran al grado de llevar al presidente George W. Bush a proclamar ­en mayo pasado en en una planta de biodiesel en Virginia­ la necesidad de un cambio energético. Bush sentenció que el futuro de su país dependerá del desarrollo de ese tipo de combustibles. Las condiciones del mercado y la geopolítica de los energéticos han encendido las luces rojas en la petropresidencia.

El biodiesel es un combustible líquido que se obtiene de productos renovables, como los aceites vegetales y las grasas animales, derivados de la soya, colza, cacahuate y el girasol, así como de excremento animal.

Para producir el biodiesel el aceite se extrae de la semilla cultivada, dejando atrás la harina de semilla que puede usarse como forraje animal. El aceite es refinado y sometido al proceso químico de transesterificación, lo que produce glicerina. El biodiesel puede usarse puro (100 por ciento) o mezclado en cualquier proporción con diesel regular para motores de ese tipo. Es un combustible puro, biodegradable, no tóxico y esencialmente libre de azufre y compuestos aromáticos, sin importar significativamente el alcohol y el aceite vegetal utilizados en la transesterificación.

La Unión Europea (UE) estipuló que para 2005, cinco por ciento de los combustibles debe ser renovable, proporción que deberá duplicarse en 2010. En Francia, todos los combustibles diesel poseen un mínimo de uno por ciento de biodiesel. En Alemania, el biocombustible se expende en más de 350 gasolinerías y su empleo es común en los barcos turísticos. A principios de mayo, en la provincia española de Navarra se abrió el primer expendedor de biodiesel puro en una gasolinería en España, donde lo fabrica la empresa EHN. Aunque su rendimiento es 4 por ciento inferior al del gasóleo, las emisiones de bióxido de carbono son 90 por ciento menores. El biodiesel que produce esa empresa es puro, no está mezclado con gasóleo, como actualmente se vende en algunas gasolinerías españolas, principalmente en Cataluña.

En Estados Unidos, flotas de carga mediana y liviana son las principales usuarias del nuevo combustible, junto con autobuses escolares y transportes públicos. En Alemania las porciones de biodiesel en el mercado son bajas, 0.3 por ciento del diesel vendido, lo cual equivale a 100 mil toneladas.

El negocio de la prospección, extracción y producción de petróleo se caracteriza por ser una actividad concentradora de la riqueza y del ingreso, pues sólo puede concretarse mediante grandes inversiones de empresas con alto poder financiero, y en algunos casos por monopolios estatales, y con tecnologías centralizadas. En cambio, la producción de biodiesel es un negocio al alcance de las pequeñas y medianas empresas, pues se trata de un producto renovable, con una tecnología sencilla que no requiere grandes inversiones. Además tiene un efecto multiplicador del ingreso, y del empleo, pues está asociada con los cultivos para proveer de las oleaginosas necesarias para producirlo.

Hasta mediados de 2004, treinta años después que en otros países, comenzaron a ser oídas en México las voces de quienes reclamaban atender la producción de biodiesel y de otros productos englobados en el concepto de biomasa (uso de la materia orgánica para generar energía). Apenas se dan los primeros pasos en algunas dependencias oficiales.

En agosto de 2004, el Senado aprobó un punto de acuerdo por el que solicitó a las secretarías de Medio Ambiente y Recursos Naturales y la de Energía (Sener): "Realizar los estudios y proyectos técnicos necesarios para promover las inversiones en el campo de las energías renovables a través de la producción privada de biogás, biodiesel y generación de energía eléctrica y otros combustibles para reducir las emisiones contaminantes y ayudar al país en la producción de combustibles no reservados al Estado".

La Comisión de Energía de la Cámara de Diputados, por su parte, prepara una iniciativa que pretende tener lista cuando se inicie el próximo periodo de sesiones, en septiembre, que propone: "Apoyar el desarrollo de tecnologías específicas de aprovechamiento de las fuentes renovables de energía para la generación de electricidad, que tengan costos más elevados que las tecnologías más competitivas, pero cuyo fomento se justifique con fines de diversidad energética, desarrollo industrial y competitividad" y, así, "dar un incentivo a proyectos de aprovechamiento de las fuentes renovables de energía que contribuyan a dotar de electricidad a comunidades rurales que no cuenten con este servicio".

Arturo Moreno, responsable de la campaña de Energía y Cambio Climático de la organización ambientalista Greenpeace, cree que si esa iniciativa se aprueba, "impulsará el trabajo en energéticos renovables", que "es inédita por el apoyo de muchos sectores y tiene un fin loable".

"La biomasa puede y debe tener un papel cada vez más significativo como fuente de energía en el mundo, en particular en México, debido al potencial y a los bajos costos. Para lograrlo, es fundamental que se establezcan criterios ambientales que aseguren un correcto desarrollo y un máximo aprovechamiento de ese potencial sin dar lugar a otros problemas en el ambiente", explica.

La Sener apenas está evaluando la posibilidad de desarrollar un programa de fomento al uso de biocombustibles como fuente de energía renovable, de manera que contribuyan a la diversificación del abasto de energéticos y a la reducción del consumo de carburantes fósiles, responsables de la generación de emisiones de gases con efecto invernadero, señaló la directora de Energía y Medio Ambiente, María Elena Sierra. La intención es fomentar el uso de distintos biocombustibles líquidos, en especial el biodiesel y el bioetanol, elaborado a partir del bagazo de la cosecha de la caña de azúcar o del maíz.

Según Sierra, previo al diseño de un programa de fomento se están planeando los estudios de factibilidad necesarios para analizar el mercado nacional de los posibles insumos, así como la demanda potencial de dichos combustibles. "El sector agrícola nacional presenta problemas a los que se les tiene que encontrar solución para poder asegurar el abasto y cubrir la demanda esperable de dichos energéticos. En paralelo al estudio de viabilidad de introducción de estos carburantes al mercado, y como política de fomento, se debe analizar la necesidad de exentar a los biocombustibles de algunos impuestos sobre los combustibles fósiles, así como fomentar el financiamiento de plantas generadoras de estos materiales."

Experiencia oaxaqueña

En este asunto existen los atrevidos y pioneros. Por ejemplo, alumnos y profesores de la Universidad Vasconcelos, en Oaxaca, que el 30 de octubre de 2004 hicieron de modo exitoso la primer batch (tubería de refinación) y cuatro días después produjeron los primeros 155 litros de biodiesel en México, con materia prima que se recolecta de restaurantes de la ciudad. Actualmente el biodiesel está siendo probado en el autobús de la universidad en mezcla al 20 por ciento, sin que se haya presentado algún problema. A partir de 2005 el proyecto está orientado a recolectar la mayor cantidad posible de aceite vegetal y proponer el uso del biodiesel en vehículos de recolección de basura y/o de transporte público de la ciudad de Oaxaca.

Algunos se la juegan, porque además de que hace falta utilizar el biodiesel creen que también hay negocio de por medio. Es el caso de Manuel del Río, dueño de Biodiesel de México, empresa instalada en el estado de Hidalgo, una de las muy pocas fábricas de ese combustible que hay en el país, que comenzó a operar a mediados del año pasado.

Hasta ahora, Del Río sólo ha logrado crear interés de algunas empresas a las que demostró la utilidad del producto, pero declara: "lo ven para más adelante, para cuando esté más difundida su producción". Incluso, explicó, algunas firmas de productos alimenticios se entusiasmaron con la posibilidad de abastecerle de sus desechos porque también con ellos se podría generar biodiesel. El utiliza aceite de soya y cree que si lograra producir grandes volúmenes, el precio del litro de biodiesel oscilaría entre 7.50 y 8.00 pesos, frente a los 5.25 del diesel.

En Brasil, por ejemplo, la generación y utilización de los biocombustibles es desde hace varios años una política de Estado, orientada a disminuir el uso de la energía proveniente de combustibles fósiles no renovables y para prepararse para el fin de la era petrolera. En México apenas empezamos a hacer planes para descubrir su viabilidad  §