Usted está aquí: lunes 1 de agosto de 2005 Espectáculos ANDANZAS

ANDANZAS

Colombia Moya

Legend Lin Dance, fascinación y misterio

MIENTRAS LA OPERA de China, tan célebre como su increíble circo siguen conservando la magia de la precisión y el gran potencial humano de cuerpos descoyuntados capaces de las más grandes proezas físicas con ese impactante virtuosismo tejido en la textura de sus tradiciones y costumbres, ahora, por primera vez en México, la China occidental que se resiste a vender su alma al gigante rojo continental, convertido en la temible "amenaza amarilla" terror del macartismo y ahora, según parece, la más espectacular máquina productora y exportadora absolutamente de casi "todo", con una de las más baratas y activas mano de obra del globo, nos ha presentado un espectáculo portentoso. Otra cosa, algo nunca visto, ni siquiera en la danza butho y otras expresiones orientales que tanto han evolucionado en la danza en los últimos 40 años probablemente. Una mujer diminuta sólidamente formada en la danza continental, madura, serena y cargada de premios y éxitos, luego de renunciar por años a la danza para dedicase a su familia, retoma su trabajo para recordarnos a todos, en especial a la cultura taiwanesa, tan invadida, como nosotros, de la chatarra de Occidente; retomar el flujo interno del misterio de la vida, de la naturaleza, donde, como parte de ella los seres humanos palpitan nacen, crecen, se reproducen y mueren en esta maravilla de existir.

LI-CHEN LIN, esta artista excepcional, ha logrado rescatar el rito sagrado del cuerpo, de la vida, su silencio interno, ensordecedor y magnífico para convertirlo, a manera de mantras tibetanos, en la corporización de lo divino, del milagro en sí, deslumbrante y poderoso como el nacimiento de Dios. Escuchar la corriente interna y eterna de mitos ancestrales en todas las culturas, nacimiento y renovación, remontándose a las más antiguas danzas de estatismo. Con exquisita belleza y refinamiento, en franca hazaña corporal, las figuras blanquecinas, anónimas y semidesnudas de la obra que vimos, Himno a las flores que se desvanecen, con la música creada y ejecutada en vivo por Summen/Hummin, Karunesh, Brotes de primavera y selecciones de Beyond body and mind, Li-Chen Lin logra que estos bailarines espléndidos, imbuidos de un misticismo y concentración nunca antes vista, completamente desposeídos del ego, se deslicen suave, imperceptiblemente por el espacio escénico, en una especie de quietísimo activo, donde parece, como en la naturaleza, que nada se mueve, y sin embargo todo va cambiando en poderosa dinámica concertada para la transformación, la metamorfosis.

ASI LA DIVINIDAD intocable surge también en choque poderoso de erotismo de la cópula creadora; asalto, desgarre, lucha, apareamiento doloroso, alarido fecundo donde la pareja es humana, insecto, bestia, flor y plata, fuerza divina; y nace, y vuelve la vida a comenzar su ciclo prodigioso luego del sueño invernal bajo constante lluvia de pétalos de flores o copos de nieve, y las vibrantes cuerdas de los instrumentos ancestrales y el murmullo creciente y ensordecedor de mantra que canta en coros la gloria de Dios.

INDUDABLEMENTE, LA MAESTRA Li-Chen Lin y su gente, con un solo espíritu, o debo decir espiritualidad, han domado el esqueleto, el músculo, y con una técnica desconocida han logrado no sólo una estética verdaderamente exquisita, como antiguas figuras de marfil, ya sea simplemente de pie, o por medio de esa flexión de las rodillas, eterno grand plié, donde las caderas casi a ras de piso con las piernas separadas y dobladas, deciden, vuelven a recuperar el impulso y trasladar todo el peso del cuerpo a la siguiente posición que acalambraría al mejor atleta o bailarín, porque todo es una cámara lenta.

TAMBIÉN IMPERA UNA curiosa posición en las mujeres con las rodillas flexionadas y la pelvis echada para atrás, lo que da enorme proporción a las caderas, los glúteos, tal vez como aquellas antíquisimas representaciones de las diosas de la fecundidad en las más diversas culturas. Así, todo en blanco casi en neutro total, excepto por rojos diseños en mejillas y ojos, pelucas de negras hebras hasta el suelo y el verde manto larguísimo de una deidad que nos recuerda el verde manto de Demeter en la Tierra por la visita anual de su hija Perséfone venida desde el fondo del averno, y la celebración del fruto, la cosecha, la eterna renovación del mito griego.

ES TAN INTERESANTE y profundo, me parece, el mensaje de la señora Lin-chen lin sobre la fragilidad, el portento y poder de la naturaleza, el cosmos interno de cada criatura del universo, que claramente se convierte en un himno antibelicista. Creo que esta concepción y forma de bailar rescata y dignifica de manera extraordinaria el verdadero sentido de la danza, su sacralidad y poder, su magia y misterio. Bendita la danza.

 
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