Reúne en Chávez Ravine a Lalo Guerrero, Little Willie G., Flaco Jiménez y Los Lobos
Muestra Ry Cooder fascinación por la cultura chicana en nuevo disco
Son 15 canciones, algunas escritas por el productor californiano
El título lo tomó del nombre de un barrio de mexicanos en los años 50, devastado para construir un estadio de beisbol
Ampliar la imagen Disco-documento que registra parte de la historia musical del barrio Ch�z Ravine. La gr�ca, el m� estadunidense Ry Cooder
Ry Cooder, músico y productor californiano que se hizo famoso por desempolvar a los experimentados y olvidados músicos cubanos con esa agrupación llamada Buenavista Social Club, vira hacia el interior de su país, en específico hacia la historia de un extinto barrio de inmigrantes mexicanos de Los Angeles, California, en los años 40 y 50, que fue destruido por la ambición del gobierno de ese entonces. Cooder rescató la sonoridad mexicano-estadunidense con el disco Chávez Ravine (que pronto estará en el mercado nacional), en el que reúne a músicos chicanos seminales como Lalo Guerrero, Little Willie G., Ersi Arvisu, Flaco Jiménez y Los Lobos, quienes junto con Cooder interpretan 15 himnos lúdicos de protesta.
Con la misma intención de rescatar, muy a su modo, a esos músicos y cantantes dejados en las gavetas, Cooder indaga en viejas canciones hechas por seminales artistas chicanos y muestra otras escritas por él mismo mediante su experiencia, para enseñar ese sonido popular, contestatario, que devino conjuros sobre ese tiempo lleno de visitas extraterrestres, de jóvenes de trajes guangos (pachucos) y de prácticas intimidatorias de los gobiernos federales y estatales para desalojar y despojar a miles de inmigrantes mexicanos de sus tierras en el barrio Chávez Ravine, para construir el estadio de beisbol que alojaría a los Dodgers, que venían de Brooklyn.
La megaurbe devoró el pueblo
Chávez Ravine estaba localizado a pocos kilómetros del centro de Los Angeles. Nombrado así por Julián Chávez, uno de los primeros supervisores del condado de Los Angeles en el siglo XIX, este barrio de inmigrantes mexicanos era autosuficiente y funcionaba como pueblo, hasta que la megaurbe angelina lo devoró con un decreto utópico de construcción de casas en masa, con grandes parques deportivos, jardines, tiendas y escuelas, aunque lo que terminó por construirse fue el frondoso estadio beisbolero. Algunos residentes, que se resistieron a dejar sus hogares, fueron llamados ilegales y encarcelados; otros no tuvieron elección y recibieron una pequeña compensación. Fue un conflicto político y social de resistencia civil, que terminó por favorecer al poder del Estado. De la experiencia en esa comunidad surgió una conciencia social expresada por varios artistas chicanos.
"Me gustaba montar en Los Angeles cuando era chiquillo; el oeste iba hacia el futuro y el este al pasado. Se podía tomar un autobús en la parte oeste, donde vivía, en Santa Mónica, para transportarse al centro de la ciudad. Era un camino por donde se veían árboles viejos, casas victorianas y ancianos que nunca hablaban inglés. Nunca conocí Chávez Ravine, pero escuché muchas historias del miedo a los pachuchos. Sólo vi algunas fotos de motoconformadoras a punto de derribar las pequeñas casas de alguna familia mexicana. Lo que pregonaban el gobierno y los grandes negociadores como 'el progreso' no lo entendí hasta años después", dice Cooder en el librillo del disco.
Comenta, respecto de la rola It's just work for me, que el costo del proyecto del gobierno en el sitio de Chávez Ravine fue de 7 millones de dólares. Pero "no hubo nada de construcciones de viviendas, ni escuelas ni nada, y el cabildo de la ciudad decidió hacer un dulce negocio con Walter O'Malley para traer a los Dodgers, al fin y al cabo el beisbol estaba limpio".
Cooder ofrece un acercamiento y su fascinación por esa cultura chicana. Es una celebración contestataria de una comunidad con necesidades de externar su inconformidad irónica. Cooder echa mano de gente fundamental en la cultura musical de Los Angeles.
Son 15 piezas las producidas por Ry Cooder, quien canta y toca la guitarra y el laúd; algunas son cóvers y otras interpretadas por los mismos autores, como la del finado Lalo Guerrero, Los chucos suaves, originalmente grabada en 1949 por Lalo Guerrero y sus Cinco Lobos. Un himno íntegro a los pachuchos. A la guitarra va Cooder y Mike Elizondo al bajo. O el Corrido del boxeo, también de Guerrero, con dedicatoria a los pugilistas mexicanos campeones de los años 40 Carlos y Favela Chávez. Se escucha el acordeón del Flaco Jiménez.
Oda irreverente
Otras de las piezas, Onda callejera, es una oda irreverente contra los hechos en Chávez Ravine y la intervención de la policía. William García y David Hidalgo (de Los Lobos) exponen en la letra: "Era la medianoche when oímos the scream. 'Se requieren cien taxis en el armeria de Chávez Ravine'. Un montón de soldados, jóvenes y enganados, llevaron su bronca a downtown L.A. contra los pachucos, sin saber por qué. Brotó una desmadre, por tipo acomodado, sobre un pedazo de tierra injustamente robado (...)".
Muy fifí, de William García (dícese Little Willie G.) es interpretada por Ersi Arvisu: "Mi hijita, por Dios te lo pido, no salgas con ese filero, le gusta el pleito y es callejero. Cierto, su ranfla es ruidosa. Y se guacha loca y muy baja".
El UFO cayó es original de Juliette Commagere, y replica con ritmo rumbeado: "Agarren su tambiches y sálganse antes de que los apachurren. Y súbanse al platillo volador, el UFO, y de volada vámonos a volar, ese vato, porque nuestro barrrio ya se lo jambaron los gabachos. He dicho, no se agiten, cara de esquite, ya estubo, cara de tubo (...)
Chávez Ravine es un disco-documento de parte de una historia musical de esa gente que hasta la fecha ha quedado en medio de dos culturas.