"El pueblo está bien alimentado", sostiene Tandja
Rechaza el presidente de Níger que haya hambruna en su país
Maradi, Niger. Un niño pequeño está recostado sobre una cobija en un centro de socorro, envuelto en su propio dolor, perdido para el mundo. Los doctores no saben si se salvará.
Es uno de los 320 mil niños que según la Organización de Naciones Unidas (ONU) está en peligro de muerte en Níger, "la principal emergencia olvidada en el mundo".
El campamento de Médicos sin Fronteras en Maradi es uno de los más ocupados en el intento por abatir la catástrofe. Ahí hay muchas víctimas. Abdu Issafou, de 15 meses de edad, está sufriendo graves diarreas y vómitos, padecimientos que causan estragos en su pequeño cuerpo, debilitado por la desnutrición. Su madre, Hadiza, llora porque sabe que la vida de su hijo se está consumiendo.
Pero Mamadou Tandja, sentado en su palacio presidencial en Niamey, la capital, responde: "¿Crisis? ¿Cuál? El pueblo de Níger está bien alimentado, como se puede ver".
Según él, toda alusión a una hambruna es sólo "propaganda extranjera. Es un engaño de las agencias humanitarias para obtener más fondos", aseguró el martes en declaraciones a la BBC. Cualquier problema que pueda existir, asegura, "no es serio".
Más aún, sostiene Tandja, ex militar, su gobierno ha reaccionado dando subsidios con prontitud para solucionar la "no poco común" escasez de alimentos. Agregó que son del todo erróneas las acusaciones de que ha tratado de paliar la hambruna con desastrosas tácticas de "libre mercado".
Hadiza Issafou, quien ha perdido a cuatro hijos en el desastre y está a punto de perder a un quinto, disiente. No hubo ayuda del gobierno cuando la sequía acabó con lo que intentaba cosechar en el trozo de tierra en el que ella y su esposo trataban de ganarse la vida. Tampoco hubo ayuda cuando llegaron las plagas de langostas, que arrasaron hasta con el pasto del que dependían las pocas reses de la familia.
"No tenemos nada. He perdido a dos hijos y a dos hijas, lo mismo que otros de mis parientes y vecinos. Antes teníamos una granja y producíamos nuestros alimentos, pero ahora somos mendigos", dice ella, parada en una fila en Baoudeta, centro de ayuda a cargo de la organización caritativa británica Save The Children.
"Las autoridades no nos dieron nada. Fuimos a todos los poblados del área a pedir comida, pero nadie dio nada. Mi hijo está enfermo todo el tiempo, no retiene ningún alimento. No sé qué va a pasar, nunca nos habíamos enfrentado a algo tan terrible."
Hay lugares en Níger donde uno ya no pregunta si ha muerto alguien, sino cuántos. Al Hanza Rakia Mohammed cuenta: "he perdido a una hija, a un hermano. Mi primo perdió a su hijo. Lo que más necesitamos son medicamentos, y nadie los está dando".
Uno de los principales resultados de usar a las empresas privadas para combatir la desnutrición es que se incrementa drásticamente el precio de los alimentos. Estas políticas no son del presidente Tandja. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha presionado para llevar a cabo cambios estructurales en la economía, incluyendo la introducción de un IVA en productos básicos y la eliminación de reservas de grano. Resultado de ello, el precio de los básicos se ha elevado entre 75 y 89 por ciento en los pasados cinco años.
Pero para el presidente Tandja, nada de eso es relevante. "El pueblo de Níger se ve bien alimentado. El desabasto es provocado por falta de grano y las langostas, lo que no es poco común en este país. La situación ha sido exagerada por motivos políticos y ganancias económicas de los partidos de oposición y las agencias de ayuda de la ONU.
"Si estos problemas fueran serios, se estarían formando asentamientos irregulares alrededor de las grandes ciudades y la gente huiría. Se volverían comunes los mendigos en la calle. Esto no ha sucedido. Lo que estamos viviendo, al igual que todos los países que colindan con el desierto del Sahara, es una crisis alimentaria fruto de una mala cosecha y las plagas de langosta de 2004."
La ONU y las organizaciones de auxilio han sido muy criticadas en occidente por su respuesta "horriblemente inadecuada" a repetidas advertencias de una catástrofe humanitaria en esta antigua colonia francesa. Tandja exigió saber por qué sólo 2.5 millones de dólares han sido recibidos por su gobierno cuando la comunidad internacional prometió 43 millones de ayuda.
Inclusive los funcionarios se muestran cuidadosos de no criticar abiertamente al presidente, mientras se afanan en distribuir alimentos. Greg Barrow, vocero del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, se limitó a decir: "No hemos hablado de hambruna, sino de focos de desnutrición severa".
Sin embargo, autoridades de los trabajadores de ayuda en Maradi, el centro de algunas de las áreas más afectadas, acusan a Tandja de tratar de desviar las críticas. Uno señaló: "la comunidad internacional ha sido muy lenta en reaccionar ante la crisis, pero el gobierno de Níger ha contribuido a esta situación con sus acciones. Lo que dice ahora es sólo para salvar su imagen. Pero nosotros tenemos que ser cuidadosos con lo que decimos".
Los trabajadores de ayuda de Níger son menos reticentes con sus críticas. El doctor Alka Aoumarou, quien encabeza un centro médico en Baoudeta, afirmó: "nuestro gobierno ha sido negligente. Desde hace cuatro meses hemos dicho lo grave que es la situación, pero durante ese tiempo no hicieron nada. Inclusive entonces no distribuyeron comida de manera gratuita, sino obligaron a la gente a comprarla".
"La orden del gobierno es que debemos cobrar a la gente. El número de pacientes que atiendo al día se incrementó de 25 a 75 diarios. Tenemos que rechazar a los que no pagan, y algunos mueren. Si están recibiendo tratamiento ahora, sólo es gracias a los extranjeros".
© The Independent
Traducción : Gabriela Fonseca