Mil europeas morirán por violencia conyugal
Hay más decesos por agresión de pareja que por accidentes o el cáncer: Amnistía
Malmo, 12 de agosto. Anna Vidells dejó pasar mucho tiempo antes de reaccionar. En julio denunció, pidió ayuda y exhibió su imagen en la prensa, que divulgó Amnistía Internacional-Suecia: rostro y cuerpo golpeados por su pareja a principios de este año. No era el primer maltrato. "Antes, hasta pensé que moriría asfixiada por el cable del teléfono", relata. Su marido intentó estrangularla.
Marie Christine, de 47 años, en una silla de ruedas es testimonio dramático de la brutalidad: los golpes le produjeron daño cerebral; el agresor, su marido, fue condenado a cuatro meses de cárcel; ella quedó discapacitada de por vida.
Las europeas viven en riesgo. La violencia doméstica golpea a diario y el asesinato de mujeres aumenta. El agresor es el esposo o un familiar directo en casi todos los casos, es decir, todo comienza en casa. En Suecia, cinco mujeres por cada millón son asesinadas o mueren a consecuencia de la brutalidad de su pareja; esto significa 25 por año en este país de 9 millones de habitantes (56 por ciento son mujeres).
Empero, la situación de las suecas es la mejor. Cada año, por un millón de mujeres mueren ocho en Finlandia, siete en Noruega, seis en Luxemburgo y seis en Dinamarca. Y la estadística empeora: 300 mujeres son asesinadas cada 12 meses en Alemania, tres cada cuatro días, una cada tres días en Inglaterra y una cada cuatro días en España.
En la Europa comunitaria anterior, de 15 países, 600 mujeres eran asesinadas por sus parejas por año; al expandirse a 25 países, se prevé que mil mujeres morirán este 2005 por violencia conyugal. Tan sólo en Rumania el índice es de 13 casos por cada millón, y se presume "muy alta" la estadística en Turquía, nación que espera ingresar a la Unión.
En los países más católicos la violencia "es más insidiosa y viciosa": Italia, España, Portugal e Irlanda, según informe del Consejo de Europa preparado por Olga Keltosova. En otros, como en Francia, se reacciona ante casos de celebridades, como la muerte de la artista Marie Trintignat, en 2003, a consecuencia de la golpiza de su pareja, pero en realidad cada mes seis mujeres son asesinadas por maridos o parejas; el cuadro de estos 72 homicidios es brutal: 33 por ciento murieron acuchilladas, otro tanto baleadas, 20 por ciento estranguladas y una de cada 10 por golpes.
La violencia corporal contra las mujeres es selectiva; en primer lugar va a la cara, ojos, cabeza y orejas; le siguen los pechos, el estómago, el sexo, y finalmente las manos y los pies. A esta brutalidad hay que agregarle daño sicológico, acoso y amenazas de todo tipo, incluso restricción financiera, intimidación y agresión sexual, como violación y sexo sin consentimiento.
Muchas mujeres conocen de antemano que su pareja tiene un carácter brutal, pero distorsionan el hecho con la esperanza de que el amor lo convertirá en un ser respetuoso. "Siempre se equivocan", asegura la siquiatra Marie-France Hirigoyen en su libro Mujeres bajo control; los resortes de la violencia en la pareja.
En Francia, en lo que va del año 10 mujeres son violadas cada semana, mientras que en Portugal 58 por ciento afirma haber sido maltratada por su marido. En Suecia, el año pasado 2 mil 560 padecieron abuso sexual, de acuerdo con un reporte del Consejo Nacional para la Prevención del Crimen.
Las frías estadísticas de la violencia contra las mujeres en Europa son dramáticas, por la terrible realidad que muestran: entre los 16 y los 44 años de edad, mueren más y tienen más heridas por violencia doméstica que las causadas por accidentes de tráfico o cáncer. En Suiza las denuncias de agresiones aumentaron 8 por ciento en 2004; de los 2 mil 330 casos registrados, 75 por ciento fueron de violencia conyugal contra mujeres y 16 por ciento de abuso sexual.
Entre 25 y 50 por ciento de las mujeres en toda Europa ha experimentado la brutalidad de su pareja, en relaciones heterosexuales u homosexuales.
La violencia conyugal es un tabú muy difícil de erradicar, pero la gravedad de la situación mundial es tal que Amnistía Internacional (AI) tomó el liderazgo en su combate lanzando la campaña Alto a la violencia contra la mujer, en 2004, para lograr el respeto a la integridad femenina en tiempos de paz o de guerra, por el Estado, la comunidad y la familia. El mensaje es claro: la inercia de los gobiernos, policía y tribunales, con el pretexto de que la agresión ocurre entre las paredes del hogar y es una esfera íntima, encubre la impunidad de los agresores.
De por sí, la mujer es vulnerable, pero en Suecia el agresor se ensaña contra las discapacitadas, alcohólicas, toxicómanas, enfermas mentales, demandantes de asilo o refugiadas, extranjeras, homosexuales, bisexuales o travestis, mujeres jóvenes y niñas. AI se refiere a una multiplicidad de factores que contribuyen a la violencia contra la mujer: raza, etnicidad, nacionalidad, religión, orientación sexual, o simplemente por ser indígenas; existen casos de esta naturaleza en Canadá, Estados Unidos y México.
En 2004 se registraron 20 mil 400 crímenes contra mujeres en Suecia; 11 mil fueron casos de mujeres golpeadas por un familiar cercano; apenas 24 por ciento de los casos fueron objeto de proceso penal. La lista presumible de los casos no denunciados "es muy larga" dice AI/Suecia. Así los perpetradores -en mayoría absoluta se trata de personas íntimamente relacionadas con la familia- escapan de la condena por sus crímenes.
AI/Suecia estimó que, siendo optimistas, 25 por ciento de todos los actos de violencia contra la mujer son denunciados ante la policía, y el porcentaje de procesos y penas contra los agresores "es insignificante".
El número de órdenes de restricción de acceso al hogar para el agresor ha disminuido: pasó de 5 mil 15 en 2002 a 3 mil 731 en 2003. La explicación optimista es que hay menos violencia, pero la realidad puede ser que las agredidas opten por no pedir la restricción, dada su ineficacia.
Por lo contrario, el número de mujeres que han optado por la identidad protegida luego de la denuncia y la sentencia ha aumentado, para llegar al récord de 8 mil mujeres, con 3 mil hijos, que viven ahora en lugares resguardados para evitar que los maridos o parejas puedan descubrirlas. Aun así, "nunca jamas podré llevar una vida normal", afirmó Pía, de 32 años, acompañada de su hijo Joel, de 12.
La violencia contra la mujer pasa, en 99 por ciento de los casos, en la esfera doméstica, en ello se coincide. Pero, a juicio de AI, tal violencia tiene raíces en la estructura de poder masculina.
Y este cuadro delator de la ineficacia de gobiernos, autoridades y de la comunidad internacional ocurre en Suecia, país líder en la igualdad de género y donde rige la Ley Gubernamental de Protección de la Integridad de las Mujeres (1998), que debería ser revisada para darle carácter obligatorio a escala nacional y municipal.
La perspectiva de AI/Suecia es, sin embargo, halagueña: la campaña "ha tenido éxito", declaró a La Jornada Solveig Hauser, oficial de prensa. Citó que los medios de comunicación -los casos aquí presentados fueron publicados por el periódico Expressen- constantemente aluden a los objetivos de coto a la violencia, y a escala municipal las promesas se han multiplicado para ofrecer mejor apoyo y protección a las agredidas. Más importante es su impacto en la esfera política: el gobierno ha destinado más fondos a organizaciones que protegen a las víctimas y el Ministerio de Salud Pública y Servicios Sociales ha destacado la responsabilidad de las municipalidades en la protección femenina y tiene en consideración el examen de la Ley de Seguridad Social, para reforzar dicha responsabilidad. Mejor aún, "el alto a la violencia contra la mujer será un tema importante en las elecciones generales de 2006", predijo el ministro de Justicia, Thomas Bodstrom; en efecto, cuando menos el Miljopartiet (Partido Verde) ya prepara su campaña con este objetivo.
Pero ni siquiera en Europa se ha podido avanzar, por ejemplo, en la conformación de un tribunal internacional para los crímenes de género, tal como el demandado por la Marcha Mundial de Mujeres -iniciada en Porto Alegre, Brasil, en 2003-, y tampoco en la propuesta de incluir la violencia contra la mujer en la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, a pesar de que hay fundamentos: "la violencia contra la mujer es ampliamente tolerada en el hogar y en la comunidad, y la violación sexual es usada cada vez más como una arma de guerra; los estados están obligados a actuar con diligencia en la investigación, proceso y sentencia penal por violaciones, aunque éstos sean perpetrados por actores privados", afirmó Louise Arbour, alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, el pasado 8 de marzo en Ginebra, en ocasión del Día Internacional de la Mujer.
Efectivamente, los gobiernos tienen responsabilidades ante la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y su protocolo adicional, mientras que las víctimas tienen de su lado a la relatora especial sobre Violencia contra la Mujer, Yakin Erturk.
Fuentes bibliográficas y entrevistas:
AI/Londres
AI/Suecia
Expressen
La violencia contra las mujeres en Francia: encuesta nacional.
Olga Keltosova, Informe sobre violencia doméstica, Consejo de Europa
Marcha Mundial de Mujeres, Demandas para eliminar la violencia contra la mujer.
Le Monde Diplomatique