Su lucha en vivo
Gloria Muñoz Ramírez
Territorio mapuche, Chile. El movimiento mapuche autónomo lucha por la reconstrucción de un pueblo indígena históricamente despojado, saqueado y destruido. Hoy la lucha no es sólo por la recuperación de la tierra usurpada por el Estado chileno y por las transnacionales; también reivindica los mejores elementos de una cultura que se va perdiendo junto con el territorio: su lengua, sus valores, la organización ancestral, las tradiciones, las relaciones humanas... el ser mapuche.
La reconstrucción del pueblo-nación mapuche es una lucha anticapitalista que trata de crear un futuro distinto al que pretende el Estado chileno para los pueblos originarios. Es una lucha histórica que, explican los presos políticos mapuche en la cárcel de Angol, "es por nuestro derecho a existir con dignidad, por recuperar la tierra, por defender y proteger nuestros recursos naturales. Es una lucha también por la autonomía, la libre determinación del pueblo mapuche y la recuperación del tejido político, económico y cultural".
Este movimiento es complejo. No tiene una sola vertiente ni se puede leer como homogéneo. En la última década han aparecido organizaciones mapuche con diferentes pensamientos y distintas reivindicaciones. Las hay vinculadas al gobierno chileno, a los partidos políticos de izquierda y las autodefinidas como autónomas e independientes, que actualmente padecen la represión gubernamental en todas sus formas: cárcel, torturas, desapariciones. A pesar de esto, también desde hace unos diez años, los mapuche se han fortalecido, han aprendido y ubican su lucha en el mapa mundial de la resistencia indígena.
El movimiento autónomo no es propiamente una organización estructural, es expresión y movimiento. Hay quienes trascienden la experiencia de su lucha en comunidad, de la propia recuperación de la tierra, y empiezan a organizarse de manera más compleja, pero no necesariamente en una estructura o en unas siglas. Hay un pensamiento que los expresa como mapuche: la resistencia y la reconstrucción por naturaleza autónoma.
En el movimiento autónomo hay también diferentes
expresiones, pero comparten la idea común de la autonomía
y de la reconstrucción de la nación mapuche, independiente
del Estado chileno.
Un poco de historia
Para entender la lucha actual del pueblo mapuche es necesario
contemplar elementos importantes de su historia. Algunos autores coinciden
en señalar que antes de que llegaran los primeros conquistadores
españoles en el siglo xvi, los mapuche ocupaban un vasto territorio
que comprendía del Valle del Aconcagua al seno de Reloncaví,
e incluso hasta la Isla Grande de Chiloé.
La llegada de los españoles, relata José Bengoa, autor de Historia de los antiguos mapuche del sur, irrumpió con violencia en el territorio antiguo con consecuencias desastrosas, pues fueron masacrados los mapuche que se encontraban entre Santiago y el río Bío Bío y se desataron grandes migraciones hacia el sur del país.
Sin embargo, durante los siglos XVI, XVII y XVIII, los mapuche desarrollaron una heroica resistencia contra el avance invasor, logrando retirar a los conquistadores hacia el norte del Bío Bío, estableciéndose así una frontera que dividía el dominio de la corona española y el territorio mapuche.
La resistencia indígena no permitió la conquista pretendida. Los mapuche jamás se rindieron y no permitieron el paso de los usurpadores más allá del Bío Bío. Incluso lograron acuerdos con la Corona de respeto mutuo en las relaciones fronterizas, reconociéndose así el establecimiento de la nación mapuche.
Lo que no lograron los españoles lo consiguió el Estado chileno independiente. En 1860 comenzaron las incursiones militares chilenas y las migraciones de colonos al territorio mapuche. El gran poder militar del Estado logró derrotar entonces las rudimentarias armas mapuche y en 1883, luego de 23 años de batallas, el ejército chileno culminó la ocupación de los territorios mapuche al sur del Bío Bío.
Fueron decenas de miles de muertos, la economía mapuche destrozada y los pocos sobrevivientes de la masacre fueron confinados a reducciones, ocupando aproximadamente un cinco por ciento de su antiguo territorio.
Enrique Antileo, de la organización mapuche Meli Wixan Mapu, relata el proceso migratorio posterior, provocado por la falta de tierras en las reducciones a las que fueron confinados. Entre 1930 y 1940 importantes flujos migratorios partieron a las ciudades en busca de mejores condiciones de vida, aunque solo consiguieron engrosar los cinturones de miseria de las poblaciones periféricas.
La reforma agraria de 1960 favoreció a los campesinos minifundistas mapuche y, en esos años, con el apoyo del gobierno de Salvador Allende, se pudieron recuperar algunas tierras usurpadas. Este proceso quedó interrumpido con el advenimiento de la dictadura pinochetista en 1973. De ahí en adelante la situación para los mapuche se degradó aún más.
Las tierras recuperadas por la reforma agraria fueron devueltas a sus "dueños" o entregadas a nuevos empresarios, durante un periodo en que murieron decenas de dirigentes mapuche perseguidos por la dictadura.
Como en la mayor parte de los países con presencia indígena, los censos oficiales tienden a disminuir a la población originaria. El censo de 1992 arrojó un millón de mapuche mayores de 14 años, pero por circunstancias inexplicables el censo de 2002 ubicó únicamente a 650 mil mapuche, es decir, desaparecieron oficialmente 350 mil.
Cifras de organizaciones mapuche señalan por su
parte que existen aproximadamente millón y medio, de los cuales
más de la mitad están en las ciudades (500 mil tan sólo
en Santiago). Los mapuche en las ciudades están creando espacios
de resistencia urbanos, y de esta manera se vinculan con la lucha que se
da en los territorios.
Forestales transnacionales
La lucha del pueblo mapuche por la recuperación
de sus tierras tomó un nuevo giro con un decreto que complicó
la ya grave situación. Se trata de un decreto sobre empresas forestales
en que el Estado chileno se compromete con los consorcios madereros que
compraron, o simplemente usurparon, extensas tierras agrícolas propiedad
de parceleros mapuche.
En la década de los noventas el avance forestal parecía imparable. Las pequeñas y medianas comunidades mapuche fueron rodeadas de una especie de cárcel al aire libre, ya que las plantaciones de pino y eucalipto secan las fuentes de agua, contaminan y agotan los suelos y vulneran, en resumen, el derecho a la vida de todo un pueblo que es expulsado para darle paso a las plantaciones.
El problema de las forestales, aunado a la explotación del territorio por transnacionales de todos los giros y al desprecio absoluto por la cultura indígena, revitalizó a las organizaciones mapuche existentes y provocó el nacimiento de otras que iniciaron a partir de 1995 una serie de movilizaciones tendientes a reclamar los derechos históricos sobre su territorio, denunciando a los consorcios nacionales y transnacionales que la ocupan y explotan.
Simultáneamente al reclamo de tierras, el movimiento mapuche empezó a exigir derechos políticos, principalmente su derecho a la autonomía y audeterminación de su pueblo.
Lo más significativo, relata un grupo de comuneros de la región del Arauco, es el proceso de reconstrucción y resistencia. "La resistencia es hacerle frente a las inversiones capitalistas en las comunidades indígenas, tanto a las provenientes del Estado como a las grandes empresas forestales, turísticas, hidroeléctricas, constructoras de puertos de comercialización, etcétera. La reconstrucción, por otra parte, es rescatarnos como pueblo e impedir que se pierda nuestra cultura".
La lucha directa por la recuperación de tierras se dio a partir de 1997 contra las principales empresas forestales: Mininco sa, de la familia Mate Larraín; la Forestal Bosques Arauco, del grupo Angelini; y las empresas Volterra, Cautín y Millalemu. Tan sólo las dos primeras empresas cuentan con 1.2 millones hectáreas en su poder, en las que siembran pino y eucalipto con fines de exportación. En total son aproximadamente 2 millones de hectáreas ocupadas para estos fines.
En contraste, el pueblo mapuche cuenta para su labor agrícola con menos de 700 mil hectáreas.
El movimiento mapuche de la región del Arauco ha recuperado con la movilización directa alrededor de 20 mil hectáreas en los últimos años, en las zonas de Tirúa sur, Traiguén, Lleu Lleu, Ercilla, Collipuyi y Chol Chol, mismas que estaban en manos de las grandes forestales. De ellas 5 mil han sido regularizadas gracias a la presión de las comunidades, pero en el resto se mantiene la amenaza de desalojo violento. En las hectáreas recuperadas, regularizadas o no, se siembra papa y trigo, principalmente.
En la zona de Traiguén se organizó una de las primeras recuperaciones. Se luchó contra la forestal Mininco, que tenía en su poder 1 200 hectáreas que los mapuche decidieron recuperar. Se unieron tres comunidades del sector, cada una de ellas con derechos históricos sobre la tierra. Lo primero que hicieron fue ocupar el predio, después llegó la policía y los desalojó. Lo volvieron a tomar y los volvieron a desalojar y así sucesivamente. La empresa plantaba los pinos y los mapuche los arrancaban, hasta que la forestal abandonó el lugar. Ahora los indígenas trabajan la tierra, siembran y crían ganado.
La recuperación de tierras ha tenido como consecuencia una fuerte represión por parte del gobierno de Chile. Actualmente hay nueve presos mapuche en las cárceles del sur, y aproximadamente 15 prófugos acusados de asociación ilícita y terrorismo.
La situación de los presos viola todas las garantías y derechos humanos: están acusados de asociación ilícita y terrorismo, sin que haya armas de por medio, muertos, heridos y ni siquiera testigos. Los testigos que se presentan son pagados y encubiertos.
La respuesta del gobierno también ha sido el allanamiento de comunidades y el hostigamiento directo, con la idea de sembrar miedo, amedrentar a la gente y parar la organización.
Empresas turísticas
Los grandes y hermosos lagos ubicados en territorio mapuche
son ambicionados por decenas de empresarios turísticos, que han
ocupado para ese ramo las riberas de Villarrica, Likanriay, Pucón
y Valdivia, con la construcción de hoteles de 5 estrellas, spas
y deportes de aventura para turismo de élite, con todo lo que negativo
que esto representa para la preservación del medio ambiente y de
la cultura mapuche. Aunque el panorama parece desolador, la resistencia
mapuche no cesa y la movilización ha conseguido parar proyectos
y expulsar empresarios. En el lago Lleu-Lleu, por ejemplo, en la región
8 de la provincia del Arauco, ha crecido la resistencia a los planes turísticos.
Aquí habitan aproximadamente 14 comunidades mapuche.
En este territorio hay aproximadamente 15 hectáreas de ribera del lago y es precisamente aquí donde pretende instalarse un proyecto turístico del empresario Osvaldo Carvajal, que consiste en la construcción de hoteles de lujo, campo de golf, pista de aterrizaje, etcétera.
Los auténticos dueños de estas tierras, los mapuche, están contemplados para los servicios y el folklore.
Los indígenas reclamaron, se movilizaron y recuperaron las tierras. Actualmente las tienen ocupadas y las trabajan agrícolamente. La resistencia no es fácil pues continúa la amenaza de desalojo, "pero la gente ya tiene en su cabeza que la tierra es de ellos. No están dispuestos a perderla", afirman los comuneros.
El empresario Osvaldo Carvajal, acusan, es clave en la
persecución de mapuche. Ha creado sus servicios de inteligencia
y apoya al Comando Hernán Trizano, grupo paramilitar organizado
por empresarios en colusión con la policía.
Resistencia a las obras viales
Hoy está en construcción la carretera de
la costa, que pretende atravesar todo Chile, desde Tirúa hasta Puerto
Mont, pasando por tres regiones del territorio mapuche. Los indígenas
se oponen a este proyecto y hasta el momento han evitado su paso por algunas
comunidades. Desde hace cinco años tenía que estar terminada,
pero no han podido por los conflictos de la región.
La finalidad principal de la carretera no es, por supuesto, el progreso, sino la explotación de maderas, la introducción del turismo y el saqueo de recursos naturales, pues es una zona de explotación de perlas.
La construcción de esta carretera, comentan lugareños,
modifica cursos de agua, destruye cerros, arrasa con comunidades enteras.
En resumen, está hecha para la destrucción y el saqueo.
Hidroeléctricas
En el Alto del río Bío Bío, zona
mapuche, existe un megaproyecto hidroeléctrico que contempla la
construcción de siete represas de las que hasta el momento se han
levantado dos: la represa Pangue y la Ralco, ésta última
es la más grande e inundó 3 500 hectáreas de tierra
mapuche, arrasando dos comunidades enteras.
La construcción de las otras cinco hidroeléctricas afectará otras tantas comunidades mapuche, pues los recursos hídricos están dentro de este territorio.
Existe un proyecto que pretende construir siete puertos dentro del territorio mapuche, específicamente en la costa de las regiones viii y ix. Se trata, como en el caso de las carreteras, de colocar toda la infraestructura para el saqueo de las maderas, la pesca y otros recursos naturales.
Las forestales, por su parte, pretenden construir sus propias bases de comercialización dentro del territorio, para sacar desde la costa la madera de exportación.
"Contra la invasión, la explotación y el saqueo que significa todo esto, los mapuche resistimos, pues si todos estos planes se llevan a cabo las comunidades indígenas simplemente desaparecerán. No nos vamos a dejar, aunque el costo de la resistencia sea muy alto", afirman en una reunión realizada en una pequeña comunidad del Arauco.