Zapatismo: agroecología, biodiversidad y poder local
El nuevo papel de la ciencia y la tecnología. No existen proyectos comunitarios sustentables sin ciencia y tecnología. Sin embargo, a diferencia de lo que piensan los tecnócratas, el conocimiento científico y tecnológico es necesario, pero no suficiente, de la misma manera que no son suficientes la organización local, las leyes, las definiciones políticas o las "tomas de poder" locales. En las experiencias mexicanas de sustentabilidad comunitaria, el papel de los investigadores y técnicos ha sido decisivo en el manejo de agua, suelos, especies, bosques y selvas, el control biológico de plagas, el reciclaje e integración de productos, el incremento de los rendimientos agrícolas y ganaderos mediante técnicas agroecológicas y el diseño de viviendas, dispositivos y herramientas.
Hoy en el mundo miles de investigadores buscan tecnologías alternativas a las creadas por la civilización industrial. En esta modalidad se buscan diseños que sirvan a la gente, que sean seguros, baratos, sencillos y de pequeña escala, y que no afecten los procesos naturales. En el campo de lo rural, la oferta incluye desde abonos orgánicos, control biológico de plagas, diseños de policultivos, intensificación ganadera o piscicultura autosuficiente, hasta viviendas baratas con materiales locales (bambú), hornos y estufas energéticamente eficientes y alimentos may nutritivos. Llaman la atención por sus impactos los llamados "abonos verdes", que son leguminosas capaces de incrementar los rendimientos del maíz dos y tres veces, o las revolucionarias maquinas captadoras de agua de la humedad del aire que permitirán a cada familia disponer gratuitamente de agua potable.
Domesticando el mercado. El "cuello de botella" de toda producción rural casi siempre está representado por los mercados, que orientados por la acumulación y concentración del capital, promueven un intercambio injusto y desigual mediante la compra a bajos precios de los productos. Se trata entones de construir relaciones de producción, circulación y consumo basados en otros principios.
Por ello, todo proyecto de sustentabilidad comunitaria termina buscando la articulación con los nuevos mercados alternativos (orgánicos, verdes, justos) que crecen especialmente entre los consumidores de los países industriales (Estados Unidos, Canadá, Europa, Japón). En México ya existe larga experiencia técnica y administrativa, que ha vuelto al país el primer productor de café orgánico del mundo, y el líder en producción forestal comunitaria del planeta.
¿Caracoles sustentables?La creación de los caracoles es sin duda el logro más notable del zapatismo. Ello les permitió pasar de la resistencia armada a la posibilidad del empoderamiento civil o ciudadano. Este logro merece comprensión, solidaridad y reconocimiento. Sin embargo, me temo que en su actual condición, los caracoles están condenados al fracaso, pues no basta "cerrar las fronteras" e implantar clínicas, tiendas, escuelas o cooperativas mantenidas únicamente por la solidaridad nacional e internacional.
Más que eso, se requiere construir y llevar a la práctica un proyecto de modernización alternativa al que propone e impone la globalización neoliberal. Lo anterior significa salir del aislamiento al que el zapatismo se ha condenado, para pasar a una etapa de "intercambio controlado". Como hemos visto, ese intercambio conlleva reconocer, recrear y acrecentar la antigua alianza mesoamericana con la naturaleza y, además, supone una articulación con los sectores alternativos (verdes, justos y orgánicos) urbanos e industriales. También necesita crear o producir nuevas modalidades territoriales, implementar sistemas agroecológicos y disponer de conocimientos científicos y tecnológicos.
Lo mostrado en las secciones anteriores, que es una apretada síntesis de la experiencia ganada por las comunidades indígenas sustentables, ofrece una fuente de inspiración que potenciaría al movimiento zapatista y lo pondría más cerca de la "construcción del poder" y más lejos de sus otras tentaciones, al tiempo que inauguraría una nueva era: la de la territorialización de la política.