APRENDER A MORIR
Una carta de Dinamarca
CUANDO ALGUIEN pregunta cuándo y cómo se puede aprender a morir, bien puede contestarse: cada día y en cualquier forma, siempre que sea consciente de ese aprendizaje, porque aprender a morir es abrir los ojos y aprender a vivir con respeto por mí y por los demás, no a sobrevivir como indica la sociedad, la moral y el sistema económico que nos arrean.
"INSISTO EN QUE la conciencia de la muerte puede hacer de nosotros una humanidad diferente. Insisto en que mirar la vida desde la muerte hace de aquélla un ejercicio ético compartido, donde la nostredad es posible. Insisto en que una nos prepara para la otra y viceversa", observa con agudeza el tanatólogo Víctor Ortiz en su original obra Máscaras de la muerte, de próxima aparición.
ASI, UNA COMPROBADA manera de aprender a morir, de aprender a ver y a vivir la vida desde mi condición de mortal, no ensombrecida sino iluminada por la lucidez de mis actitudes, la relativización de mis emociones y la congruencia de mis acciones, es aprender a leer y luego a reflexionar sobre lo leído desde mi propia óptica, "sin confundir el deber con lo que los demás esperen de mí".
DE DINAMARCA ESCRIBE Enriqueta S. Rasmussen: "Hoy leí con interés Aprender a morir en La Jornada. Soy una socióloga mexicana viviendo en Escandinavia hace 28 años y estoy de acuerdo con su opinión. Este tema es tabú en México. Si habla uno de eso, qué pesimista, qué triste ves la vida, me dicen.
"HE APRENDIDO DE los daneses que hay que prepararse para irse. Además, irse agradecidos por el tiempo que estuvimos vivos. En este país cuando está usted a meses de morir, ingresa a un hospicio o hospice, lugares de primera, preciosos, modernos, con todos los servicios, donde se procura que usted muera con dignidad. Si tiene dinero lo paga; si no, paga el Estado. Todos iguales, aquí no hay diferencia.
"SI ES USTED anciano y enfermo va a una institución para que lo atiendan bien. La familia no tiene tiempo porque aquí todo mundo trabaja. Si es usted viejo y sano, hay casitas en conjuntos habitacionales exclusivamente para personas de la tercera edad con todas, absolutamente todas las facilidades. Son visitadas por enfermeras y personal de limpieza. Las sacan para ir de compras o al zoológico y a otros lugares. México no ha hecho nada en este campo. Está totalmente descuidado y es un problema muy serio. He leído de unos cuantos asilos en la ciudad de México pero no es nada para la población tan grande que tiene el país.
"ES VERDAD QUE estos países son chicos y todo está bajo control. Los impuestos son altos pero funcionan. Tenemos toda la medicina y la educación gratis. No hay pobreza ni analfabetismo. El gobierno mexicano podría pedirle al gobierno danés ayuda en el know how respectivo y con mucho gusto lo haría", concluye Rasmussen.
EL PROBLEMA CON democracias poco experimentadas como la nuestra, Enriqueta, es que cada político o funcionario que llega a un cargo supone que él va a descubrir el hilo negro.