El novillero soñador
Hace unos meses en una placita de trancas en Malinalco salió un torito hecho y derecho; berrendo en negro, listón muy bien puesto. En la primera puya con improvisado picador, lo sacó del caballo y montó en uno de los burladeros. Un viejo de los que acompañan a las cuadrillas en los novenarios y las fiestas de los pueblos y que estaba más atrás de hasta atrás, le balbuceo incoherente: Se ha montado usted, en el tablero Curro. ¡Se equivoca usted! Le contestó a su vez su drogado compadre que "atendía" al novillón resabiado. Regresó como pudo al burladero y le susurró al oído "calle usted matador que me ha dicho la comadre que, cuadre o no cuadre cada uno monta donde puede".
El improvisado picador que en su época juvenil fue novillero y por uno de los caminos que llevan al fracaso llegó a la Plaza México, sigue esperando "una oportunidad", como tantos y tantos. Soñador como son los toreros se fue por el camino que guía a la inmortalidad, que la verdadera inmortalidad -¡a él que no le digan!- está en la punta de los cuernos. Total el toreo en la actualidad más que pases consiste en dar pasos. Cosa que no tiene nada de particular porque ¿quién no ha corrido, en esta vida perdurable, cachonda y circunstancial, que son tres palabras distintas y una "pendejada" verdadera? El novillero soñador de oportunidades, cual Quijote, vive en el mundo de las imágenes y para él es lo mismo la placita de Malinalco que la Plaza México, montarse en los burladeros que montarse en la comadre y dar pasos en vez de pases. Al fin, ¿quién se les cruza los novillines hoy en día?