Toledo-Kafka
Una de las exposiciones de gabinete más logradas y entretenidas que pueden verse hoy en día es la de los grabados de Francisco Toledo en torno a Kafka, exhibidos en los dos niveles de la galería Juan Martín. El primer nivel es limpio, dedicado exclusivamente al tema. En el segundo hay excelentes piezas independientes, vinculadas a la carpeta, que alternan con cerámicas y con otras obras que a mi modo de ver entorpecen la visión de conjunto.
La carpeta 15 grabados se exhibe enmarcada con las frases alusivas a lo que no es, propiamente hablando, una ilustración, sino una simbiosis entre el escritor y el dibujante-grabador. Kafka otrora fue objeto también de una famosa serie de José Luis Cuevas, titulada Los mundos de Kafka y Cuevas. La comparación no cabe, pero se antojaría ver ambas series juntas no siendo kafkiana ninguna de las dos.
Toledo se basó en una narración que yo no conocía: Informe para la academia. Un informe que hubiera hecho las delicias de Darwin si lo hubiera conocido, y muy probablemente también del propio Franz Kafka, cuyo "testamento", afortunadamente fue violentado por Max Brod porque de lo contrario poco de Kafka nos quedaría.
Las frases del escritor de Praga encontraron una expresión metafórica y muy sintética en los grabados de Toledo. Uno de los aspectos interesantes que ofrecen es que los medios elegidos: aguatinta, aguatinta con puntaseca, aguafuerte, puntaseca sola, etcétera, están determinados por la frase a la que se pretendió aludir. Así, "El vendaval que desde mi pasado soplaba sobre mí se ha ido calmando" encuentra su expresión en una ráfaga que barre el papel de un extremo a otro: es una ráfaga leve, no turbulenta. "Hablando con franqueza: su condición simiesca, señores míos...", se resuelve al aguatinta en un mono encuclillado con elegantes zapatos que se enfrenta a unos "jueces académicos", no menos simiescos que él, tocados con sombreros de ala corta.
En "He llegado a adquirir el grado de cultura media de un europeo", el mono se encuentra dibujando a la vez que consulta un libro abierto. Es decir, aquí está el proceso inicial que originará estas piezas. "Me espera una pequeña chimpancé semiamaestrada con la que paso el rato", en aguatinta con puntaseca presenta la pareja de monos copulando. Cerca de ellos hay un matorral, cuyas hojas tienen forma de corazón; junto está la jaula en la que el primer mono fue transportado a Europa, pero se encuentra abierta; él está en libertad. Hay tres versiones distintas del zoológico de Praga y en una de ellas los peines oaxaqueños que se usan para despiojar, hincan sus agujas en un matorral de pelos.
En Informe para la academia -la misma Academia de Ciencias que debe haber diagnosticado las transformaciones de Gregorio Samsa-, Franz Kafka relata la transformación de un simio llamado Pedro el Rojo en ser humano. Este pariente nuestro fue cazado en la Cosa de Oro y transportado por mar en una jaula. Los marineros lo enseñaron a beber y a fumar, pero si quiere evitar vivir en una jaula o en el zoológico, necesita encontrar una salida. Así es que aprende a hablar, causando estupor y sorpresa a los demás, que en realidad son todos sus congéneres, cosa que ignoran. "Si no someto mi discurso a la razón, sea lo que sea la razón -dice Pedro el Rojo-, ¿que me queda sino farfullar, articular mis emociones, tirar mi vaso de agua, hacer el simio?"
"¡Qué progresos! ¡Esa irrupción concurrente de los rayos del saber!" Aquí el mono aparece correctamente trajeado, con corbata de pajarita y sombrero. Un orificio en el derrière de su pantalón permite que emerja libremente su cola y se enrosque a gusto en el blanco espacio libre.
La carpeta consta de 15 grabados y el tiraje fue de 40 ejemplares. Fue realizada el año pasado e inicialmente se exhibió en la galería Quetzali, de Oaxaca. Tuvo secuelas, de modo que hay otros grabados en los que el simio, antes uno de los seres predilectos de este artista, protagoniza diversas acciones, que hasta donde recuerdo, parten de una estampa inicial, muy anterior, que no se exhibe: El mono de la tinta. Un mono que se alimenta de tinta, como Kafka y como éstos de hoy. La totalidad de los grabados, sean cuales fueren las técnicas (también hay al azucar) son en blanco y negro y no se necesita más.
Claro está. Todos son autorretratos, o eso fue lo que pude percibir mientras miraba con mucha atención lo exhibido.