Usted está aquí: martes 23 de agosto de 2005 Opinión RUTA SONORA

RUTA SONORA

Patricia Peñaloza

La prepotencia del Root's

ES UNA PENA que un genuino esfuerzo por organizar un festival de rock con excelente sonorización, amplitud, precios accesibles y nueve bandas de calidad, incluyendo cuatro proyectos de alto perfil internacional ( The Faint , Radio Four , The Kills y The Juan MacLean ), esto es, el Manifest 2005 , haya sido manchado el viernes en la noche por la actitud cerrada y prepotente del Root's , recinto rentado para tal propósito, cuyo personal de "seguridad" maltrató con apretones y jaloneos a quien esto escribe, para finalmente echarle, humillante, injustificada y violentamente del lugar, bajo el simple "delito" de repartir propaganda para un evento.

DENUNCIAR ESTO ES doloroso pues me consta que el equipo organizador de la revista Sónika , encabezado por Jorge Alor , produjo con verdadera entrega y amor a la música, este festival. Como dije en mi Ruta Sonora el viernes pasado, este evento itinerante se suma a los distintos pasos que se están dando en cuanto a apertura de espacios para el rock local y extranjero. Asimismo, es de reconocerles que conectar un foro con buena infraestructura, lejano a los usuales, es ganar una batalla al monopolio de conciertos que es Ocesa , empresa que frena y obstaculiza a los promotores, quienes se las ven negras para conseguir recintos dignos fuera de los territorios "oficiales" ( Salón 21 , Metropólitan , etcétera). De hecho, es este bloqueo lo que les orilló a elegir ese lugar, poco identificado con eventos de rock y más ubicado como discoteque ochentera (cadeneros incluidos). Tal prejuicio habría sido sólo eso, de no ser porque la rudeza del personal (comentado por varios asistentes), independiente del todo de sus organizadores y relacionistas públicos (que no dejaron de tener atenciones, como la amabilísima Jessica Neville ), dejó al desnudo que los titulares de dicho foro están alejados de la evolución y actuales complicidades y acuerdos alcanzados entre músicos y empresarios, quienes medianamente se han abierto a las necesidades del rock y sus seguidores. Detallo lo ocurrido.

Los hechos

EL FORO CUYOS socios principales son Luis Ramírez y Eduardo Marillo , estaba a reventar. A pesar del mal gusto de la decoración, todo era convivencia; por doquier veinteañeros felices, de todo estrato. Destacaba el que no hubiera vallas entre bandas y público. Se respiraba gusto por la música. Los grupos mexicanos sonaron al tiro, mientras The Kills deslumbraron de tan buenos. En la revisión de entrada, vieron mis propagandas, pero no me dijeron nada. Eso me hizo creer que no habría problema en distribuirlas. Así, durante una hora entregué flyers para un evento en que actuaré el viernes 26 en Pasagüero . Efectuar este reparto es algo que se acostumbra sin problemas; ahí mismo había varias personas haciéndolo y yo misma lo he hecho en lugares como el Centro Cultural España , el Virreyes , el Alicia , y hasta en eventos de Ocesa, sin que nadie se moleste, pues hay cada día una mayor comprensión de que el rock local requiere de apoyo entre unos y otros.

MAS CUANDO ARRIBE al escenario dos, mientras tocaba The Juan Maclean , un tipo me dijo que ya no podía estar en el recinto, sin explicar razón. Llegaron a mí otros dos sujetos para decirme que era por haber estado repartiendo propas. De la manera más amable, las guardé y dije que no lo haría más, y que no cometía un delito. Pero ellos, como máquinas, sin interacción alguna, repetían que me debía salir. Les pedí que me las guardaran y me las dieran a la salida, pero dijeron que ya no me las iban a dar. Les dije que me dejaran llevarlas a mi coche, pero ya no escuchaban; sólo hablaban por sus radios solicitando "ayuda". Uno dijo que si salía ya no volvía a entrar. Ante el absurdo, hice caso omiso, pues no hacía daño a nadie, no alteraba el orden. Afirmé de la mejor manera que ya no repartiría, que si querían me vigilaran, pero que no entendía por qué debía irme, si ya iba a dejar de hacer lo "prohibido". De pronto, de no sé dónde aparecieron unos seis hombres, que me sujetaron con tal fuerza que aún tengo moretes en los brazos. Me empujaron, insultaron y gritaron; dejaron caer mis pertenencias al suelo, mientras me arrastraron hasta una puerta trasera que daba a una calleja solitaria. Era la una de la mañana.

AL QUERER RECUPERAR mis pertenencias volví a la entrada, donde un tipo vestido de blanco que se adjudicó haber dado la orden de que me sacaran (quien por cierto se burló cuando le dije que iba de La Jornada), se acercó a decirme que repartir propagandas era una "falta de ética" con el lugar, pues yo invitaba a asistir a la "competencia". ¡Por favor! En primera, Pasagüero ni de cerca es su competencia. En segunda, ¿no es mucha más falta de ética agredir verbal y físicamente a una mujer sola entre seis grandulones? ¿De qué forma torcida piensan estos sujetos? Inútil era explicarle que repartir propagandas ayuda a que crezca un movimiento musical que a la larga beneficia a esos foros. Inútil era decirle que yo pedía negociar y nadie me escuchaba, sino que sólo repetían "salte, salte, salte", aplicando la intimidación corporal, gritándome varios a la vez, rodeándome amenazadoramente, buscando persuadir mediante la fuerza y no la razón. No creo que el mío sea un caso aislado. Si lo hicieron una vez, lo han hecho antes y lo seguirán haciendo. Un lugar que avala tales bajezas, es capaz de avalar muchas otras conductas oscuras. Nada justifica tal violencia.

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