Usted está aquí: jueves 25 de agosto de 2005 Mundo Incontenible en EU la caída del apoyo a la guerra contra Irak

La gesta de Cindy Sheehan podría marcar el principio del fin de la ocupación

Incontenible en EU la caída del apoyo a la guerra contra Irak

Los argumentos oficiales ya no convencen, más bien nutren las dudas, revelan encuestas

DAVID BROOKS CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Cindy Sheehan, madre de un soldado estadunidense ca� en Irak, en el campamento de protesta que instal�uera del rancho del presidente George W. Bush en Crawford, Texas FOTO Ap Foto: Ap

Nueva York, 24 de agosto. Tal vez el 6 de agosto marcará el inicio del fin de la guerra en Irak. Ese día llegó Cindy Sheehan, madre de un soldado muerto en Irak, a las afueras del rancho del presidente George W. Bush, con la intención de preguntarle cara a cara la razón por la cual murió su hijo en una guerra fabricada contra un enemigo que no tuvo nada que ver con el 11 de septiembre.

Las encuestas continúan registrando un desplome en el apoyo popular a esta guerra, con mayorías opinando que fue un error y que la invasión y ocupación no valen la pena. Peor aún, se profundiza la ruptura entre la cúpula política estadunidense y varios legisladores -incluidos republicanos- que proclaman en estos días que esta aventura se parece cada vez más a Vietnam y que es hora de trazar una estrategia para salirse de este conflicto.

La escena que provocó Sheehan al iniciar su vigilia en Crawford, Texas, fue el mensaje: mientras el presidente estaba de vacaciones, un ejército de voluntarios, la mayoría pobres, morían en Irak, o sea, el sacrificio nacional en esta aventura bélica es injusto, y los ricos se benefician mientras los demás dan la sangre. Sheehan ha perforado la burbuja presidencial, y el mandatario y su gente no han logrado pasar un solo día desde su llegada a Crawford sin tener que reconocer su presencia.

Bush ha tenido que responder preguntas sobre ella en sus pequeñas escapadas del rancho -sea en Idaho o Utah esta semana-; el secretario de Defensa Donald Rumsfeld se vio obligado a responder sobre el mismo tema en su conferencia de prensa en Washington, y lo mismo ha ocurrido con otros altos funcionarios del gobierno.

Hoy Sheehan interrumpió nuevamente la siesta presidencial declarando, en un mensaje reportado por AlterNet: "Daría todo lo que tengo, tendré o he tenido por dar un último vistazo a mi hijo... ¿Cómo se atreve Bush a irse de vacaciones y vivir una vida normal cuando ha arruinado la mía con sus mentiras? ¿Cómo se atreve a descansar cinco semanas cuando está librando una guerra devastadora e innecesaria?"

Así, durante más de dos semanas, Bush y su equipo no han logrado liberarse del fantasma de Casey Sheehan, hijo de Cindy, muerto en Irak el 4 de abril de 2004, y han interrumpido sus vacaciones de cinco semanas. Por cierto, se trata del presidente más descansado de la historia estadunidense, como señala la columnista Maureen Dowd del New York Times, con 339 días de descanso en su rancho, casi un año de los cinco que ha residido en la Casa Blanca.

Esto en un país donde la mayoría de los ciudadanos disfruta menos días de descanso que el resto del mundo desarrollado, en promedio 13 a 16 días al año. Mientras tanto, los estadunidenses muertos en Irak y Afganistán están por sobrepasar la cifra de 2 mil, y precisamente durante estas vacaciones presidenciales han ocurrido algunos de los peores incidentes mortales.

Fue apenas esta semana cuando por fin Bush decidió abordar el tema de los fantasmas y reconocer en un discurso en Utah el dolor de las familias de los soldados caídos. "Les debemos algo" a los que han caído en la guerra en Irak, dijo, y afirmó que "completaremos la tarea por la cual dieron sus vidas". Para los críticos esto ya es demasiado: la matanza tiene que seguir en nombre de los muertos, o sea, la muerte ya se justifica a sí misma.

El New York Times opinó en su editorial de hoy: Bush "dijo precisamente lo que no debía. En un discurso que repetidamente invocó al 11 de septiembre -el día en que terroristas con ningún vínculo discernible de cualquier tipo con Irak atacaron objetivos en terreno estadunidense-, Bush ofreció una nueva razón para permanecer en este curso: para mantener la fe con los hombres y mujeres que han muerto en la guerra... Las familias de los muertos no desean eso, como tampoco desean ver morir más soldados porque los políticos no soportan admitir que enviaron fuerzas estadunidenses a la guerra por error".

Los argumentos oficiales ya no logran convencer; más bien, según las encuestas, nutren las dudas populares sobre la guerra y minan la credibilidad tanto del presidente como de los militares. Esta impaciencia y desencanto se transmite ya a la clase política, y cada vez más legisladores, demócratas y republicanos, reconocen que sus bases electorales están más ansiosas por la situación. El senador republicano Chuck Hagel, de Nebraska, condecorado veterano de la guerra de Vietnam, expresó en entrevistas de televisión el domingo que Estados Unidos necesitaba desarrollar una estrategia de salida de Irak, ya que mantener el curso actual podría crear otro Vietnam.

"Tenemos que empezar a ver cómo salirnos de ahí. Creo que nuestro involucramiento ha desestabilizado a Medio Oriente, y mientras más tiempo permanezcamos ahí, creo que continuará la desestabilización", afirmó Hagel en el programa noticioso This Week de la cadena ABC.

Hagel advirtió: "estamos encadenados a un problema empantanado que no es tan distinto a Vietnam. Mientras más tiempo estemos ahí, más problemas tendremos", afirmó.

El frente doméstico siempre ha sido de gran preocupación para los presidentes estadunidenses en tiempos de guerra, sobre todo después de la experiencia de Vietnam, y toda estrategia bélica está diseñada tanto para el teatro de guerra como para mantener el apoyo, o por lo menos el control, del pueblo estadunidense.

Por eso hubo una orden presidencial de prohibir la trasmisión de fotos de la llegada de ataúdes de soldados muertos en Irak y Afganistán, el control de las imágenes de televisión en zonas de combate, y la ausencia presidencial en ceremonias fúnebres, y más. La crítica también es controlada dentro del frente interno por medio de varias tácticas, desde intensas campañas de propaganda para promover el patriotismo, cuestionar la lealtad de todo crítico al país y, por supuesto, ataques concertados para destruir la imagen pública de figuras potencialmente peligrosas, particularmente disidentes.

Entre las víctimas de esta última táctica está Richard Clarke, el ex zar antiterrorista; el soldado que se atrevió a cuestionar a Rumsfeld en Irak, o el ex embajador Joseph Wilson; también John Kerry, el senador Max Cleland y hasta John McCain (tres héroes condecorados en Vietnam).

La descalificación como táctica

Por cierto, la misma táctica se emplea contra Cindy Sheehan: medios leales al presidente y otras organizaciones han difundido versiones sobre la separación de su marido, sus vínculos con grupos antiguerra, sus enfurecidos suegros republicanos, y han cuestionado su estabilidad mental. Aunque estas tácticas habían sido muy efectivas, en los últimos meses lo han sido cada vez menos y todo indica que en el caso de Sheehan no sólo están fracasando, sino se están revirtiendo en contra de la Casa Blanca.

"A nadie debería sorprender que cuando estas madres y familias que han perdido a sus seres queridos en Irak se presentan para cuestionar al presidente, la Casa Blanca responde no con el respeto que merecen, sino con ataques odiosos y calumnias", declaró el ex embajador Joseph Wilson, quien sostiene que el gobierno de Bush reveló a propósito la identidad de su esposa como agente de la CIA en venganza por sus críticas de la justificación de la guerra contra Irak.

"Pero ya basta. El nuestro es un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo; y el pueblo a nombre de Cindy Sheehan tiene razón en demandar cuentas por la tragedia impuesta sobre nuestra gran nación por este gobierno. Calumniarla en lugar de escucharla es antiestadunidense y antidemocrático".

Pero ya no sólo se trata de Sheehan, sino que durante dos semanas siguen llegando más padres de hijos muertos en Irak al "Campamento Casey" a las afueras del rancho presidencial, y por cientos de puntos a lo largo del país están brotando actos de protesta en solidaridad con los de Crawford.

No cabe duda que varios en la Casa Blanca sintieron un poco de alivio hace unos días, cuando Sheehan abandonó el campamento al ser informada de que su madre había enfermado. Pero hoy hubo malas noticias: Sheehan anunció que volvía. "Estoy regresando por mi hijo. Mientras en Crawford permanezca el presidente que lo envió a morir en una guerra sin sentido, ahí es donde debo estar."

Reiteró que continúa con su misión de ver al presidente y preguntarle por cuál causa dio la vida su hijo. "La respuesta a esa pregunta no me regresará a mi hijo, pero podría detener más muertes sin sentido, ya que ahora ninguna muerte tiene sentido, y la vasta mayoría de nuestro país lo sabe. Entonces ¿por qué deben morir más jóvenes? ¿Y por qué más padres tienen que perder a sus hijos y vivir el resto de sus vidas con este pesar inaguantable?", declaró Sheehan en un mensaje transmitido hoy por el sitio de Internet del Huffington Post.

Ahí la esperan otras madres, como en otras partes del país, con las mismas preguntas. Como señala el historiador Christian Appy, los sacrificios en esta guerra, al igual que la de Vietnam, son pagados desproporcionadamente por la clase obrera. "Soldados, veteranos, y sus familias, como ocurrió a principios de los 70, una vez más han pasado al frente de una lucha creciente y desde abajo para dar fin a una guerra impopular. La apasionada oposición de Cindy Sheehan a esta guerra no sólo ha obtenido extraordinaria atención de los medios, sino parece haber encendido un derrame genuino de apoyo popular", comentó Appy en TomDispatch.com

Podría ser, como dice el veterano comentarista Frank Rich, del New York Times, que "esta Casa Blanca ya no tiene más control sobre la insurgencia en casa que el que tiene sobre la de Irak".

 
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