Usted está aquí: jueves 25 de agosto de 2005 Mundo Encabezan mujeres la resistencia a la construcción del muro en Beilin

Un ritual, los choques entre palestinos y soldados

Encabezan mujeres la resistencia a la construcción del muro en Beilin

ANA LUISA VALDES ESPECIAL PARA LA JORNADA

Ramallah, 24 de agosto. Dejamos esta ciudad y nos internamos en Selfit, una zona verde en donde olivos y uvas crecen en las colinas. Nuestra meta es el pequeño pueblito de Beilin; allí las mujeres resisten desde hace meses la construcción del muro que Israel levanta, que estará terminado este año.

A pesar que ha sido condenado por ilegal en la Corte Internacional de La Haya, Israel insiste en construirlo aduciendo criterios de seguridad y defensa. Pero la valla, que no sigue la línea verde de la frontera de 1967, se adentra en Palestina y roba tierra y agua de los pueblos por donde pasa.

En Beilin, han sido las mujeres las que han dicho no; desde hace meses se manifiestan, gritan consignas, protestan ante tribunales y juzgados. El muro cerca de Beilin va a separar a campesinos de sus tierras.

Las mujeres gritan a soldados que custodian el muro "váyanse a casa, déjennos vivir en paz". El Estado de Israel construirá una inmensa colonia en Beilin, más de 150 mil colonos van a poder vivir allí, 15 veces más que los evacuados de Gaza.

Somos casi 300 mujeres, la gente del pueblo y nosotros, observadores internacionales de grupos cristianos de todo el mundo, y también protestan israelíes anarquistas, feministas y lesbianas militantes venidas de Tel Aviv y Jerusalén, que entraron clandestinamente violando órdenes que prohíben a ciudadanos de Israel entrar a los territorios ocupados. Beilin se ha convertido en bastión de la resistencia al muro.

Los niños se manifiestan también, y uno de ellos tira una piedra y el infierno abre sus puertas: los soldados, protegidos con yelmos, chalecos antibalas y escudos antimotín, saben que es poco probable que una piedra los hiera, pero en ese choque ritual los pasos y las acciones están claramente previstas y se repiten como pasos de danza.

Empiezan a disparar gas, y durante una hora es como una nube que nos hace picar nariz y ojos. Usamos remedios caseros, ajo y pañuelo mojado; nos retiramos tratando de mantener el orden. Una fotógrafa italiana recibe una pedrada en la cabeza, sangra, y una ambulancia se la lleva a un hospital.

Una amiga israelí me tranquiliza: "no te preocupes, todos los viernes en Beilin el ritual de la confrontación es parecido, los niños tiran piedras, pero casi jugando, no son conscientes, los soldados se sienten provocados y lanzan gas, a veces balas de goma. Una vez fue serio: una israelí de más de 80 años se cayó, y les gritaba: "yo sobreviví a Auschwitz, ustedes tienen la edad de mis nietos y podrían ser mis nietos; niéguense a utilizar armas contra mujeres'".

Es cierto, muchos refuseniks israelíes que se han negado a hacer el servicio militar en los territorios ocupados tienen abuelas o abuelos que han sobrevivido a los campos de concentración alemanes.

Volvemos a Jerusalén y dejamos a los campesinos de Beilin aislados por el muro que los va a rodear como una serpiente.

 
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