El recinto creado por Mathias Goeritz reabrirá sus puertas el 7 de septiembre
Recupera el Museo Experimental El Eco su cariz multidisciplinario
Obras de Gabriel Orozco, Carlos Amorales y Damián Ortega marcan la reapertura del edificio
''Restituirle su condición de escenario o abadía cultural'', interés permanente de la UNAM
Ampliar la imagen Imagen captada ayer del recinto cultural que se localiza en avenida Sullivan 43, colonia San Rafael, adquirido en 2004 por la Universidad Nacional Aut�a de M�co FOTO Carlos Cisneros Foto: Carlos Cisneros
El próximo 7 de septiembre será reinaugurado el Museo Experimental El Eco, con un proyecto a cargo de varios artistas que le dará un cariz multidisciplinario.
Mathias Goeritz (1915-1990), concibió ese recinto, en 1952, como un centro de experimentación para dar cabida a las corrientes artísticas de vanguardia.
Inaugurado el 7 de septiembre de 1953, El Eco tuvo corta vida. Hubo de pasar muchas vicisitudes.
En los años 60, cuando el edificio ya había perdido su función original, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) lo arrendó para instalar una escuela de teatro alternativa al centro de Arte Dramático de la Facultad de Filosofía y Letras.
Por una misión más definida
Hace unos años el gremio de arquitectos se unió para impedir su inminente demolición a solicitud de los entonces poseedores, con el propósito de dejarlo como terreno baldío y rentarlo para estacionamiento.
Con los años, esa obra emblemática se convirtió en un mito, por lo que significó un gran alivio cuando en mayo de 2004 el edificio que albergó El Eco fue adquirido por la UNAM, que de inmediato emprendió su recuperación.
Respecto de la reinauguración del recinto ubicado en Sullivan 43, colonia San Rafael, se guarda total hermetismo.
De acuerdo con la invitación al acto, para este momento tan esperado se prepara un proyecto de Gabriel Orozco y la participación de Carlos Amorales y Damián Ortega, artistas relacionados con lo más actual del arte. El director de El Eco es Guillermo Santamarina.
Para la apertura de El Eco, Goeritz invitó a varios artistas a trabajar en medios que no eran los suyos. Por ejemplo, el cineasta Luis Buñuel hizo la coreografía de un ballet y el escultor Henry Moore una pintura.
En una entrevista hace un año con La Jornada, Graciela de la Torre, directora general de Artes Visuales de la UNAM, propuso retomar ese espíritu de alguna manera colectivo, para convocar a la comunidad artística.
''En términos generales -dijo- lo tenemos muy claro como un espacio de experimentación multidisciplinaria, pero hay que precisar una misión más definida."
Con base en información proporcionada por Difusión Cultural de la UNAM, a raíz de una conferencia de prensa efectuada el 11 de junio del año pasado, se trata de ''restaurar -en la mayor medida posible- este espacio, interrumpir la transmutación de El Eco, restituirle su condición y cualidad de escenario o abadía cultural".
Se advierte: ''El rescate del espacio no implica la calca de su función original, puesto que una labor semejante requeriría de la presencia del autor para imprimirle esa especie de partitura, donde parecen alojarse como acordes los compases de la orquestación multidisciplinaria que planteaba".
La Dirección General de Artes Visuales, sin embargo, ''asume la tarea de interpretar esta vocación o mística de trabajo propuesta por Goeritz hace más de cinco décadas para comprobar que no sólo es vigente, sino también anticipa la producción de experiencias integrales creadas in situ, permitiendo ser parte activa en el proceso creativo".
Espacio para el diálogo creativo
Aquí entra en escena el escultor Gabriel Orozco. Es de todos conocido su interés por lo multidisciplinario y lo arquitéctonico.
Para la versión 50 de la Bienal de Venecia, Orozco participó con la pieza Sombra entre aros de aire, réplica en madera, y por tanto portátil, a escala original, de una arquitectura de Carlo Scarpa, hecha para el pabellón de Italia de la bienal, pero de 1952.
Es de imaginarse que Gabriel Orozco no hará una exposición individual. Aunque su obra no tenga mucho que ver con la de Goeritz, El Eco resulta un buen sitio para jugar con el espacio, el patio en especial.
Y si de jugar se trata, pues Orozco también es conocido por su empleo de balones de futbol, viejos y ponchados.
También es de suponerse que las piezas de Amorales y Damián Ortega dialogarán con la de Orozco.
La reinauguración del Museo Experimental El Eco, de la UNAM, promete ser el acontecimiento cultural del año.