Usted está aquí: viernes 2 de septiembre de 2005 Opinión Está en chino

Leonardo García Tsao

Está en chino

La parodia se ha puesto tan de moda que hasta programas del Canal de las Estrellas la llevan como premisa. Actualmente, cuando todo se somete al filtro de la ironía, no es raro ver hasta parodias de algo que fue paródico para empezar (por ejemplo, Scary Movie fue una réplica tautológica a Scream).

Por eso no sorprende la demanda mundial que ha tenido la producción china Kung-fusión, del director y actor protagónico Stephen Chow. Cosa curiosa porque los excesos del género de artes marciales ya hacen implícito su carácter autoparódico. De hecho, en sus buenos tiempos hongkoneses Jackie Chan llevó su prodigiosa agilidad física a terrenos mucho más endeudados con Buster Keaton que con Bruce Lee (quien desconozca El maestro borrachón no tiene derecho a rebatirme).

El caso es que Kung-fusión no parece tanto una parodia sino una exagerada aventura del género, con toques de humor grueso. La acción se sitúa en la China de los años 30, en medio de una lucha entre mafiosos rivales que había ignorado a los habitantes del Callejón del Chiquero, porque no tienen dinero queñññ robarles. Sin embargo, la aparición de un par de lamentables aspirantes a gángsteres -uno flaco (el propio Chow) y el otro gordo (Lam Tze-chung)- provoca una bronca que exigirá una venganza de la Banda del Hacha, dada a elegantes coreografías con traje negro y sombrero de copa. El barrio pobre es defendido por un culí, un sastre amanerado y un panadero, que se revelan como maestros del kung-fu. La reyerta aumenta de intensidad hasta que los mafiosos se ven forzados a liberar de su prisión a un asesino conocido simplemente como La Bestia (Leung Siu-lung) que, tras su aspecto inofensivo -es calvo, viejo, usa gafas, ropa interior y sandalias-, oculta a un peleador aparentemente invencible.

La primera media hora de Kung-fusión nos hace pensar que el público responsable de su fenomenal éxito taquillero de China es demasiado fácil de complacer. Los gags recurren invariablemente al golpe y porrazo, siendo el aspirante flaco la principal víctima de su colega gordo. La interacción no evoca a Laurel y Hardy, sino más bien a Viruta y Capulina. Ese registro lo comprueba el uso sangrón de la cámara acelerada y el payaseo implacable de los intérpretes.

El asunto mejora en cuanto se olvida de la chistosada per se y el tono caricaturesco eleva a las secuencias de acción a otro nivel. En cuanto aparecen dos asesinos que usan las notas de su arpa como filosa arma mortal, la película se vuelve un delirio regocijante. Así, resulta que la temible casera (Yuen Qiu), la dueña y señora del Callejón -tubos en el pelo, sempiterno cigarro en la boca- y su apocado marido (Yuen Wuh) son los maestros a vencer. ¿Cómo describir esa escena en que la casera desintegra a los guerreros esqueléticos conjurados por el arpa con su recurso más devastador, un grito llamado el Rugido del León? A partir de esos momentos Kung-fusión se antoja una mezcla de los inicios desparpajados de Sam Raimi y la versión asiática de los dibujos animados de Tex Avery, bajo la cual se desafían las principales leyes de la física (y de la lógica, también). En comparación, los intentos imitativos de un Tarantino parecen dignos de Alfredo B. Crevenna.

En la última parte, el flaco sobrevive a una golpiza de La Bestia para transformarse, tras romper sus vendajes como si fuera una crisálida, en el Maestro. El duelo climático refiere a las acrobacias de El tigre y el dragón y las imposibles peleas de la trilogía Matrix, superando ambos modelos con puro exceso. En ese contexto, que el villano se convierta literalmente en sapo o el héroe solicite inspiración directamente a Buda en el cielo son detalles casi realistas.

El crédito no le corresponde del todo a Chow. El coreógrafo de las secuencias de artes marciales fue el infalible Yuen Wo-ping, y se sabe que el veterano director Sammi Hung se hizo cargo de las dos secuencias más impresionantes, la de los músicos asesinos y el duelo final. Por su parte, los abundantes efectos digitales hacen lo suyo para acentuar la semejanza con una película animada. De cualquier forma, es dudoso que Kung-fusión permanezca en cartelera mucho tiempo. Como demostró la fugaz exhibición de la tailandesa Ong-bak, el público aficionado al género no asiste a los múltiplex de los centros comerciales. Los otrora fans de Bruce Lee deben ser los principales consumidores de videos piratas.

KUNG-FUSIÓN

(Gongfu/ Kung Fu Hustle)

D: Stephen Chow/ G: Stephen Chow, Tsan Kan-cheong, Lola Huo, Chan Man-keung/ F. En C: Poon Hang-seng/ M: Raymond Wong/ Ed: Angie Lam/ I: Stephen Chow, Yuen Qiu, Yuen Wah, Leung Siu-lung, Dong Zhihua/ P: Columbia Pictures Film Production Asia, Huayi Brothers & Taihe Film Investment, Beijing Film Studio, Star Overseas, China Film Group. China-Hong Kong, 2004.

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