Usted está aquí: sábado 3 de septiembre de 2005 Opinión Fundamentalista de carácter terrorista

Miguel Concha

Fundamentalista de carácter terrorista

Así califica con razón desde el punto de vista legal y político al poderoso pastor y empresario electrónico, el llamado Pat Robertson, el Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI), que reúne a más de 150 instituciones evangélicas en 20 países de América Latina, por haber sugerido el pasado 22 de agosto al gobierno estadunidense "dehacerse" del presidente venezolano.

"Es un peligro terrorífico para Estados Unidos y convendría asesinarlo antes de que convierta a Venezuela en una plataforma para la infiltración comunista y el extremismo musulmán", dijo desvergonzadamente Marion Gorden Robertson en su programa televisivo El Club 700, transmitido por la cadena CBN, el canal cristiano que en Estados Unidos llega a más de un millón de televidentes. "Tenemos la capacidad de eliminarlo -añadió-, y creo que ha llegado el momento de ejercer esa capacidad."

En un manifiesto público firmado por su secretario general, el reverendo Israel Batista, dado a conocer el pasado domingo, en el que acertadamente se califican también tales aseveraciones como parte del "terrorismo de Estado", el CLAI aclara que Robertson representa a una minoría radical evangélica de corte republicano, pero con gran influencia en la actual administración estadunidense. "El presidente George W. Bush -afirma- lo ha recibido en varias ocasiones en la Casa Blanca. Incluso le ha concedido varias entrevistas para programas televisivos."

Congruente con la índole histórica, ética y religiosa de la fe de sus iglesias y organismos miembros -y este es el punto más relevante de este manifiesto-, el CLAI rechaza con determinación las declaraciones de Robertson, a las que considera "altamente peligrosas, porque alientan el terrorismo internacional.

"Desde nuestra fe evangélica -expresa-, nos sorprende y nos indigna que en nombre de nuestros valores se pretenda edificar principios de fe basados en la muerte y el odio, y no en el amor y la vida. Las iglesias evangélicas son promotoras de la paz con justicia, del amor a todos y del servicio desinteresado. La predicación del Evangelio busca el acercamiento entre los pueblos y afirmar el derecho a la vida. Declaraciones como las del señor Robertson no pueden ser caracterizadas como evangélicas, ni encontrar respaldo en el Evangelio. Somos llamados a construir la paz y no a ser enviados diabólicos de la muerte."

Por ello pide, al final, a los seguidores televisivos de Robertson que adopten una posición evangélica sobre esos señalamientos y le exijan que se disculpe por tan absurdas declaraciones, y a las iglesias de América Latina, que sepan distinguir entre la cizaña y el trigo, el lobo y el cordero.

En parecidos términos y con la misma decisión se había expresado desde el 24 de agosto en una carta pública desde El Salvador el reverendo Miguel Tomás Castro, presidente de la fraternidad de pastores y pastoras bautistas de ese país centroamericano, y vicepresidente del Instituto Vida y Paz, con sede en Uppsala, Suecia, quien calificó a Robertson de "supuesto líder religioso cristiano", rechazó como totalmente inadmisibles desde el punto de vista bíblico sus declaraciones, y llamó también a los líderes de las iglesias, denominaciones y movimientos de diferentes confesiones "a no utilizar esas posiciones de privilegio para incitar a la violencia y a la conflictividad, sino a asumir como discípulos de Jesucristo e instrumentos de Dios el compromiso de trabajar para que sea posible la justicia y la paz".

Esta declaración se sumó a la que el día anterior había ya hecho Bob Edgar, secretario del Consejo Nacional de Iglesias de Estados Unidos, quien afirmó que los comentarios de Robertson dejan de lado miles de años de ley judeocristiana, "incluyendo el mandamiento de que no debemos matar".

Por su parte, el papa Benedicto XVI, aun cuando expresamente no se refirió a los exabruptos sospechosos de Robertson, sí en cambio procuró serenar los ánimos y calmar las tensiones entre la Iglesia católica y el presidente Chávez, al recibir el pasado 25 de agosto las cartas credenciales del nuevo embajador venezolano ante el Vaticano. Es más, como ya habían hecho los obispos de Venezuela en julio, reconoció la importancia que las autoridades públicas de ese gobierno dan "a los diversos programas de alfabetización, educación o atención sanitaria", y llamó a Venezuela "tierra de gracia". Dejó en claro para tirios y troyanos, pues algunos ministros importantes de la Iglesia se habían extralimitado claramente en el pasado en el ejercicio de sus funciones, que ésta "sólo busca llevar a cabo su propia misión religiosa y contribuir al progreso espiritual de cada país".

Todos estos testimonios vuelven a descubrir y denunciar el uso ideológico faccioso que desde siempre sectores económicos y políticos poderosos de Estados Unidos han hecho de la religión y la fe cristiana, para supuestamente encubrir sus inmorales fechorías.

 
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