KATRINA
Tras otra noche de pesadilla, gira de Bush y abucheos a funcionarios
"Hagan algo, dejen de estar sentados", exigió el alcalde de Nueva Orleáns a autoridades federales
Ampliar la imagen En Biloxi, Mississippi, damnificados buscan consuelo del presidente Bush FOTO Ap Foto: Ap
Nueva York, 2 de septiembre. Aunque hoy el amanecer ha sido espléndido aquí, lo primero que vieron los neoyorquinos y el resto del país fueron fotos como las de la primera plana de The New York Times de un cadáver flotando en las aguas de Nueva Orleáns, y noticias de una noche de pesadilla en esa ciudad que -entre cadáveres, gritos de auxilio, enfermedades e incendios- está bajo control... de delincuentes armados.
Ante esas imágenes se hizo más patente una pregunta generalizada: ¿cómo es posible que una semana después de que las autoridades federales advertían que el huracán Katrina podría devastar esta zona del Golfo de México, sólo hoy empezaron a llegar tropas con alimentos y agua a Nueva Orleáns y otras ciudades?
En ese contexto, el presidente George W. Bush aseguró este viernes en Biloxi, Mississippi, que Estados Unidos tiene "todos los recursos" militares para hacer frente al mismo tiempo a la guerra en Irak y a las operaciones de rescate y mantenimiento del orden en la zona afectada por Katrina.
Tropas de la Guardia Nacional ingresaron hoy en el centro de Nueva Orleáns y en otras zonas del desastre, acompañando convoyes de camiones con alimentos y agua, mientras continuaba la lenta labor de evacuación de miles de damnificados. Pero no sólo llegaron con asistencia humanitaria, sino con armas para intentar restablecer el orden.
Bush y su esposa viajaron a algunas de las zonas devastadas para intentar recuperar la confianza de la gente y asegurar que habrá un magno esfuerzo de rescate y recuperación, así como enviar imágenes de un mandatario presente en medio del sufrimiento, en una serie de visitas muy coreografiadas en Biloxi, Mississippi; Mobile, Alabama, y las afueras de Nueva Orleáns, Louisiana (no se atrevió más que a sobrevolar el centro por la falta de seguridad).
Pero víctimas, funcionarios y políticos locales y nacionales continuaron reprobando la respuesta federal al desastre. Poco antes de salir de Washington, el propio presidente reconoció lo obvio para casi todos: "los resultados son inaceptables".
Pero más tarde, al revisar la zona devastada, pareció contradecirse. "Estoy satisfecho con la respuesta" federal al desastre, dijo.
Para el alcalde de Nueva Orleáns y otros funcionarios locales los resultados no son sólo "inaceptables e insatisfactorios", sino casi criminales e injustificables.
El alcalde de la ciudad, Ray Nagin, declaró anoche: "ellos (el gobierno federal) no tienen ni idea de lo que ocurre aquí. Perdona mi lenguaje, América, pero estoy enfurecido".
En entrevista con una radio local, el alcalde libró su ira tras señalar que los funcionarios federales continúan declarando que van a enviar recursos y asistencia, pero que hasta anoche no se notaba en los hechos.
"Ya no quiero ver a nadie dar otra condenada conferencia de prensa hasta que los recursos estén en esta ciudad", dijo sobre las autoridades federales, y agregó: "ya dejen de sentarse sobre sus nalgas y hagan algo; reparemos la condenada crisis más grande en la historia de este país".
Aunque hoy el gobierno federal por fin mostró mayor presencia, el alcalde envió un mensaje a CNN advirtiendo que no sabía si la ciudad sobreviviría mucho tiempo. "¿Podremos aguantar una noche más y mantenernos aquí? Sólo Dios lo sabe?"
Joseph Matthews, director de la oficina para emergencias de esa ciudad, declaró a The New York Times: "algunas personas en Nueva Orleáns no han comido o bebido agua por tres o cuatro días, lo cual es imperdonable. Necesitamos tropas adicionales, alimento, agua y fuerzas de seguridad pública. La ciudad está controlada por hampones".
Mientras, el jefe de operaciones de emergencia de la ciudad, Terry Ebbert, afirmó anoche: "esta es una emergencia nacional, una desgracia nacional. Podemos enviar masivos montos de asistencia a las víctimas del tsunami, pero no rescatar a la ciudad de Nueva Orleáns".
Criticó que la evacuación del Superdome haya tardado tanto y no escondió su ira porque durante "cuatro condenados días el resto de esta condenada nación no nos ha enviado recursos para la seguridad". Agregó: "es criminal dentro del confinamiento de Estados Unidos que una hora después del huracán no llegó la asistencia".
A todo eso, se multiplicaron versiones de francotiradores disparando contra policías, bomberos y civiles, de violaciones sexuales, de gente golpeada, de una ciudad sumergida en agua y caos, cadáveres y desechos tóxicos, ratas y desesperación.
El alcalde Nagin calculó hoy que unas 50 mil personas en la ciudad necesitan ser evacuadas, y cada día queda más claro que gran parte de las víctimas abandonadas provienen de las comunidades más pobres y marginadas de la ciudad -los que no tenían suficiente dinero o autos para responder a las órdenes de evacuar antes de la llegada de Katrina, ni a dónde huir.
Ante un constante torrente de críticas de legisladores federales, incluyendo los del caucus negro, de líderes religiosos, de funcionarios locales y de páginas editoriales de todo el país -denunciando que el gobierno de Bush no sólo está reaccionado tarde, sino que de alguna manera contribuyó al tamaño del desastre al recortar fondos para el control de inundaciones y dedicar esos recursos y más a la guerra en Irak-, el presidente se vio obligado a viajar hoy para asegurar personalmente que su gobierno hará todo lo necesario.
"¿Cómo puede decir que está satisfecho con la respuesta (federal al desastre)?", preguntó con incredulidad Nancy Pelosi, la líder de la bancada demócrata de la Cámara de Representantes.
En su paseo por Biloxi, el presidente abrazó a dos llorosas mujeres y las "consoló", mientras observaba la destrucción. En esa ciudad declaró: "estamos en los días más oscuros, y por tanto tenemos mucho trabajo que hacer. Estoy aquí par agradecerle a la gente y confortarla". Una y otra vez reafirmó que se hará todo lo necesario para rescatar, recuperar y resucitar la región devastada.
En Nueva Orleáns declaró: "sé que la gente de esta parte del mundo está sufriendo", pero aseguró que ahora hay un "flujo de progreso" y anunció que esta tarde se había logrado "asegurar el centro de convenciones", donde el caos sentó sus reales, con muertos, violencia y condiciones sanitarias muy deterioradas.
Pero las declaraciones de los altos funcionarios federales ya no gozan de credibilidad entre la población. Sólo ayer, mientras el secretario de Seguridad Interna, Michael Chertoff, declaraba en Washington que se había restablecido el orden dentro del Superdome, las cámaras de televisión mostraban escenas de violencia, desorden y la ausencia completa de autoridades ahí.
En tanto, el Congreso, tras interrumpir sus vacaciones, autorizó este viernes un paquete de emergencia de 10.5 mil millones de dólares para la respuesta federal a la zona devastada; el liderazgo republicano afirmó el compromiso de la nación con los damnificados.
Pero a pesar de la presencia presidencial, los abrazos de consuelo y los compromisos, no será fácil superar la impresión de que el gobierno no respondió como debía. Por segundo día consecutivo, el periódico más influyente de Estados Unidos, The New York Times, criticó la actuación de la Casa Blanca.
"La situación en Nueva Orleáns, la cual parecía ya lo peor posible, empeoró considerablemente ayer con reportes de lo que parecía el colapso total de la sociedad organizada", y se atestiguó que las autoridades no podían responder rápidamente a un desastre natural en casa. "Gente murió por falta de agua, asistencia médica o rescates a tiempo... y las víctimas fueron casi invariablemente pobres y negros."
Agregó que muchos en el país se preguntan si el hecho de que casi un tercio de las fuerzas de la Guardia Nacional de los estados afectados esté desplegada en Irak no incapacitó o limitó la respuesta a este desastre.
El Boston Globe informó que no sólo hay miles de integrantes de la Guardia Nacional fuera de estos estados, sino que 50 por ciento del equipo militar de esta fuerza a nivel nacional se ha trasladado a Irak, y por tanto hay menos equipo, ahora necesario en los estados afectados.
Paul Krugman, columnista del Times, escribió hoy que por la falta de respuesta esperada en un país avanzado "miles de estadunidenses están muertos o se están muriendo, no porque rehusaron evacuar, sino porque estaban demasiado pobres o enfermos para salir sin ayuda, y esa ayuda no fue proporcionada. Muchos aún esperan esa ayuda mínima". Acusó que el gobierno hasta el momento sólo ha ofrecido excusas por la falta de una respuesta más efectiva "y mientras están muriendo estadunidenses".
Las expresiones llegaron hasta Broadway, donde la secretaria de Estado, Condoleezza Rice -quien, igual que su jefe, estaba de vacaciones-, fue abucheada el miércoles al encenderse las luces en un teatro adonde acudió a ver el musical Spamalot (basado en Monty Python), reportó The New York Daily News.
En su columna de chismes, el diario también refirió que ayer Rice fue de shopping a la lujosa tienda Ferragamo en la Quinta Avenida, donde testigos informaron que gastó miles de dólares de zapatos. Otra cliente la reconoció y le grito: "cómo te atreves a andar de compras mientras miles están muriendo", aparentemente refiriéndose a Nueva Orleáns. La mujer, se informó, fue escoltada a la salida.
En cada escala de su gira, Bush ofreció comentarios a los medios -sus mensajes a la nación- sobre lo que había visto, la ardua tarea que se enfrenta y su confianza en el renacimiento de Nueva Orleáns y los otros pueblos devastados. En cada discurso expresó que los estadunidenses del resto del país que deseen ayudar en esta crisis lo pueden hacer enviando "efectivo" (cash) al Ejército de Salvación y la Cruz Roja, ya que esas organizaciones están "en la primera línea" de respuesta. Lo que ha quedado claro para muchos en los últimos días es que el gobierno federal no ha estado presente en esa "primera línea".
A la vez, las imágenes de las tropas de la Guardia Nacional ingresando hoy en la ciudad anegada y ahora incendiada, para entregar alimentos y agua a miles de desesperados refugiados, y que tienen que llegar armados para restablecer el orden, provocaron asombro entre los mismos soldados y entre los observadores de todo el planeta y una, que otra vez se preguntaron si eso era Estados Unidos.
En el lugar de nacimiento de Louis Armstrong no hay trompetas, pero sí algunos santos entre tanta barbarie. Se relatan múltiples actos de solidaridad y heroísmo entre vecinos, de pescadores que rescatan en sus lanchas a damnificados mientras las autoridades temen entrar en ciertas zonas; también de sacrificios y abrazos que resucitan a los que estaban a punto de morir, de escenas que brotan siempre en emergencias como éstas, como lo del sismo de 1985 en México, cuando el pueblo -ante la ausencia e incompetencia de las autoridades- se rescata a sí mismo.
No hay jazz por el momento, pero esta música sólo nace desde abajo. Muchos están esperando escuchar las primeras notas de los hijos de Armstrong y con ello comprobar que esta ciudad renacerá.
En Washington los políticos no escuchan esa música y muchos se preocupan más por saber si este desastre natural se convertirá en un huracán político con daños catastróficos para ellos, como ya pronostican algunos expertos en el tema. De repente, como comentó un observador, la Casa Blanca se encuentra ahora ante una crisis fuera de control en dos golfos.