LOS DE ABAJO
EN LA ZONA RURAL del noroeste de Córdoba, Argentina, nace y se fortalece una de las principales expresiones del resurgimiento del movimiento campesino de la década de los años 90. Se trata de la Asociación de Productores del Noreste Cordobés, integrada por hombres y mujeres no contemplados en el proceso de neoliberación de la producción agropecuaria, copada en estos momentos por el monocultivo y los grandes negocios de los transgénicos.
En la pequeña comunidad campesina de Las Abras, sentados alrededor de un fogón en el que se cocina el choclo (maíz) y un cabrito, un grupo de campesinos deshilvana su historia: "Ya aprendimos que sólo organizados podemos sobrevivir. Al principio sólo éramos cinco comunidades, pero ya luego crecimos y nos hicimos más. Fuimos aprendiendo con otras organizaciones de más experiencia, compartimos sus luchas y nos fortalecimos (...) Nos costaba juntarnos, no lográbamos que todos entiendan que acá no hay partidos políticos, ni cabecillas, ni presidentes, y que la única forma de construir es participar y comprometerse. Ahora somos más de 300 familias pertenecientes a 14 comunidades".
Esta gente del campo no contemplada por las políticas agrarias nacionales, se plantea una lucha por sus derechos básicos: tierra, trabajo, justicia, agua, salud, educación y producción. La respuesta gubernamental ha sido, por supuesto, la represión. Hoy cuentan con 47 hombres imputados por el delito de reclamar sus derechos.
La difícil situación se repite como en un manual: "Los grandes empresarios están tomando nuestras tierras, nos las están robando, se están llevando el agua y nosotros no tenemos voz. Nunca llegamos a un buen puerto con ellos, no hay manera. Es por eso que decidimos recuperar tierras y defendernos de que nos quieran sacar, pero siempre está la amenaza de desalojo. Ahora dicen que nosotros somos los usurpadores".
La organización comenzó por la defensa de sus escasas tierras, después vino la búsqueda de alternativas económicas (comercialización, educación y salud autónoma), y los reclamos por justicia y dignidad frente al avance de la criminalización de los conflictos rurales. En el camino se han aliado con grupos de piqueteros, con otras organizaciones campesinas, como el Movimiento Campesino de Santiago del Estero y con otras organizaciones sociales.
"Solos no podemos, tenemos que vernos con los demás porque tenemos los mismos problemas, sólo que unos en el campo y otros en la ciudad (...) Buscamos -explican sin tapujos- una vida digna en la que nadie nos diga qué tenemos que hacer. Antes sólo sentíamos coraje, pero ahora ya nos juntamos y hablamos de qué es lo que vamos a hacer para calmar nuestro coraje"
La horizontalidad ha sido la base de la organización. Nada fácil. ¿Cómo involucrar a todos en el trabajo? ¿Cómo conseguir que todos y todas participen? Este es uno de los principales retos. Defender los derechos, organizarse para mejorar la vida diaria, producir más y mejor para el bien de todos, ser solidarios y cambiar las injustitas. Estos son los objetivos. En suma: construir un mundo distinto.