La vida danza

Otro bello ejemplo de la transculturación en sonidos es la colección de Danzas Húngaras de Johannes Brahms (1833-1897), de la que por supuesto existen distintas versiones discográficas, entre las cuales elegimos la que realizó la Filarmónica de Viena, que mucho sabe de valses y de recepción de influencias de la parte oriental de Europa, bajo la dirección magistral de Claudio Abbado, quien es una de las personalidades máximas de la música de concierto en el planeta.

Abbado fue hasta hace poco el director titular de la mejor orquesta del mundo, la Filarmónica de Berlín, pero antes, durante y a la fecha ha mantenido una relación muy estrecha con el espíritu vienés y con esa orquesta prodigiosa por antonomasia. También es un héroe de la resistencia, pues su retiro de la Filarmónica de Berlín se debió a un diagnóstico de cáncer, epidemia moderna contra la que combate y resulta victorioso hasta la fecha y continúa sus actividades musicales en Suiza y apariciones esporádicas con las grandes orquestas del mundo. Un ejemplo.

El disco, titulado simplemente 21 Ungarische Tänze. Hungarian Dances (Deutsche Gramophon, en remasterización digital), muestra de cuerpo entero todas esas virtudes.

Brahms escribió cuatro cuadernos de danzas húngaras y 16 valses. Se trata de aires húngaros que conoció por intermedio del violinista Eduard Reményi y les otorgó nueva vida con sus irresistibles armonizaciones.

Muchos lectores asociarán de manera inevitable la alegría de estas danzas, su vitalidad y alegría por la vida con algunos gags de Charles Chaplin y algunas aventuras de Tom y Jerry, Bugs Bunny y el fabuloso Pato Lucas. Toda esa alegría, todo ese placer, toda esta celebración del privilegio de estar vivos están contenidas en este disco maravilloso.