NAVEGACIONES
Querida Nueva Orleáns
LA DE ARRIBA ES una foto pésima y anónima que podría decir poco: una señora negra y panzona que se retoca el maquillaje o se limpia un diente frente al espejo. Tal vez la mujer se ha roto el lomo durante muchos años, como cajera de una tienda o afanadora de una oficina, para amueblar su casa con algo más que decoro. La protagonista no se enteró que estaba siendo fotografiada y el autor de la gráfica (¿un hijo? ¿su pareja?) operó de manera furtiva. La retomé, al igual que las otras de este día, del sitio www.mojo.net, en el que se ofrecen imágenes de dominio público. Son escenas cotidianas que no se repetirán nunca porque ocurrieron, hace tres años, en un lugar que ya no existe. Quién sabe si los fotógrafos y sus modelos sigan vivos. A saber si el marco del espejo y el tocador de la primera gráfica forman parte, ahora, de los fragmentos incoherentes de madera que aparecen en las fotos del desastre llamado Nueva Orleáns.
DEJEMOS DE FATIGAR las aguas de la red en este día y naveguemos por el lago de muerte que se asienta encima de una ciudad que fue hermosa. Oremos en la forma más simple y primitiva, que no es pedirle nada a nadie ni expresar adoración a ser alguno, sino fijar el pensamiento en los ausentes y en los que todavía sufren: recordarlos, si los conocimos, imaginarlos, al menos, recrear su nada y su angustia, su dolor y su rabia; sufrir por el desconocido prójimo que vive o muere en circunstancias límite; rendirle un homenaje básico; beber, a su salud, un vaso de agua.
CUANDO COLAPSA UNA ciudad, por lejana que sea, se nos instala un nudo en la garganta. Cuando desaparece un espacio para vivir con cientos de miles o millones de almas, con todo y sus casas y sus aceras y sus peluquerías, sus bancos y sus indigentes, sus iglesias y sus burdeles, sus escuelas y sus bares, sus fruterías y sus oficinas, se nos queda en las manos un manojo de recuerdos truncos e imaginerías frustradas: yo estuve ahí una vez y ese "ahí" ya no existe; o bien: yo nunca estuve ahí, y ya nunca voy a estarlo. No importa que hayan sido las tropas invasoras, las llamas, la lava que escupió el Xitle, las cenizas que vomitó el Vesubio, el pleito milenario y ciego de las placas tectónicas o, como ahora, las aguas furibundas y encontradas del golfo, el cielo y el Mississippi. El resultado es siempre idéntico: espacios entrañables reventados, joyas y juguetes perdidos, destinos torcidos para peor o para mejor, y un montón de muertos recientes que flotan, arden, se descoyuntan bajo los escombros, y que pasan por la antesala de la extinción definitiva.
ES QUE UN DIFUNTO nunca muere a plenitud en tanto sus restos no desaparecen para siempre (tal vez por eso muchas personas evitan a toda costa la provisionalidad temible del embalsamamiento, la momificación, la taxidermia). Algunas catástrofes son tan intensas que obligan a renacer a muertos viejos. He visto tumbas exprimidas por la fuerza de un terremoto que expulsan al mundo a sus habitantes, por más que éstos no exhiban ningún deseo de regresar. Ahora se me viene a la cabeza el viejo cementerio de La Fayette, un hotel para cuerpos secos que dejaron a sus respectivos fantasmas del siglo XVIII en el barrio francés, y cuyas criptas han de haber sido descerrajadas por la energía de las aguas. Allí andarán, ellos a salvo en sus ataúdes convertidos en canoas, navegando con sigilo por canales que fueron las calles y avenidas del siglo XXI, codeándose por primera y tímida vez con sus tataranietos también fallecidos, esclavos y amos, blancos y negros, sajones y franceses, homeless y magnates que fueron en vida, en un convivio propiciado por la Muerte, que abomina de la discriminación.
Y LOS VIVOS: abandonados a su suerte por las autoridades, súbitos ciudadanos miserables sin agua ni comida en el país del desperdicio; acosados por francotiradores que pasaron toda su vida, hasta comienzos de esta semana, deseando con toda su alma una situación propicia para poner en práctica su capacidad acumulada de supervivencia; golpeados en las heridas de la catástrofe por violadores, merodeadores y especuladores de toda suerte; damnificados, desposeídos, refugiados en sus propias ropas de hace una semana. Me intriga el contraste entre un sistema de instituciones nacionales que exhibe su capacidad de enviar 100 o 300 mil hombres en armas a un país remoto (para perpetrar allí, por cierto, algo no muy diferente de lo hecho por el ciclón Katrina en las costas de Luisiana) pero que no es capaz de rescatar, después de una semana, a 200 mil de sus ciudadanos atrapados en una inundación diluviana. Me causa escalofrío que la primera asistencia significativa del gobierno de Washington a los sobrevivientes de Nueva Orleáns sea el envío de un batallón de marines curtidos del Golfo Pérsico al Golfo de México, con autorización para matar a quien sea sorprendido llevándose agua embotellada de un supermercado. Me sorprende la profundidad alcanzada en la mente de muchos por el arquetipo de catástrofe acuñado por Hollywood, en el cual la adversidad, lejos de fortalecer el tejido de la tribu humana, dispara instintos asesinos y violadores, alimentados por el supervivencialismo, expresión extrema de ese anarquismo individualista de extrema derecha que en Estados Unidos se llama a sí mismo "libertario".
LOS VIENTOS Y LAS aguas convocados por Katrina derribaron, a fin de cuentas, las máscaras de un gobierno que se decía preocupado por la seguridad de los estadunidenses, y las de una sociedad que alardeaba de la fuerza de sus lazos comunitarios. Ojalá que la tragedia desemboque, como ocurrió en México tras el sismo de 1985, en un fortalecimiento de la red social y en un desengaño colectivo frente a un poder público egocéntrico, insensible y torpe, y no en una generalización del darwinismo social que no le ve a la historia más futuro que las escenas de Mad Max.
QUERIDA NUEVA ORLEANS: ojalá te levantes de tu lodo. Ojalá que vuelvas a vivir una existencia alegre y reventada. Ojalá que te cures de tu muerte.
http://www.mojo.net/public/NewOrleans2002
http://www.lilliputmodel.com/articulos/pedroadolfo/punicas/punicas1.htm
http://www.historialago.com/leg_cart_01015_comoera_01.htm
http://www.30giorni.it/sp/articolo.asp?id=4422
http://antalya.uab.es/pcano/aulatin/llibreIII/nugae3.htm
http://blogia.com/terraeantiqvae/index.php?idarticulo=200503047
http://redescolar.ilce.edu.mx/redescolar/publicaciones/publi_volcanes/europa/vesubio.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Pompeya
http://www.getliberty.org/sites/lg/default.aspx
http://www.logicsouth.com/%7Elcoble/password/survival.html
EN UN MAIL casi anterior a la destrucción de Pompeya (perdón, es que anduve de vacaciones) Enrique Márquez Sánchez se la mentaba de la dificultad de encontrar el libro de Richard Dawkins El gen egoísta. Es lamentable que volúmenes como ese no puedan encontrarse en línea. Por mi parte hallé sólo fragmentos del texto, y es cuanto puedo ofrecer al buen Enrique.
http://www.biopsychology.org/libreria/gendawkins.htm
http://www.dgdc.unam.mx/muegano_divulgador/no_27/muestrario.pdf
ALFONSO HERNANDEZ HERNANDEZ me envió un interesante texto sobre Tepito. Ante la imposibilidad de reproducirlo aquí, he optado por subirlo a la sección de archivos de
ROBERTO SOLOT, POR su parte, nos propone la interesante historia del mexicano José Boer-Sedano, quien recientemente obtuvo el fallo favorable de una corte estadunidense en su demanda de asilo. El demandante, homosexual, ha argumentado que en su país debe enfrentar persecuciones a causa de su orientación, así como grandes dificultades para acceder a tratamientos contra el sida.
http://news.bbc.co.uk/1/hi/world/americas/4149892.stm
ISMAEL SOLIS, PASTOR, me aconseja, en relación con las solicitudes de ejemplares de la Biblia o donaciones en efectivo que consigné en la navegación pasada, que no hay que dar "ni un vaso de agua a alguien que le argumente que es para la obra de Dios; el Señor siempre provee para su obra (y) este tipo de personas lucran con la Biblia y sólo denigran y deshonran la obra de Dios". Yo no podría negarle el vaso de agua, estimado Ismael, ni siquiera a Bush o a Bin Laden, si me lo pidieran, y pienso que ahora mismo, en Nueva Orleáns, hay tipos que se avientan balazos por la posesión de una botella del líquido. Le agradezco el consejo, con todo, y reconozco que no estoy dispuesto a darles mucho más a los mendicantes corporativos de cualquier culto.
GRACIAS TAMBIEN A Tomás Di Bella, Adolfo Lozano y Antonio Kuri por sus mensajes calurosos y, ahora sí, creo que he terminado de achicar la cuenta de correo. Ah, una cosa más: esta semana Diana Aguilar, de la UAM Xochimilco, y el que escribe, iniciaron un experimento bloguero para tratar de definir lo que es un blog. Está en http://blogologos.blogspot.com