Usted está aquí: domingo 4 de septiembre de 2005 Opinión LA VIDA (BREVE) EN SAN LAZARO

LA VIDA (BREVE) EN SAN LAZARO

José Agustín Ortiz Pinchetti

El último Informe

HEMOS REGRESADO, los diputados, a nuestras tareas en San Lázaro. Existe un ambiente parecido al retorno a clases de antaño. Pero todo el mundo está pendiente de la agenda política, y muy pocos de la legislativa. Hemos empezado por soportar el rito del Informe presidencial que, como dijeron Vicente Fox y todas las personas sensatas, ya está caduco. La única buena noticia que recibimos el día primero de septiembre es que esa ceremonia se acabaría.

¡QUE BUENO!, porque el Informe, la ceremonia e inclusive el recinto, todo ello sólo servía para la exaltación narcisista del mandatario monarca. No habiendo rey, ni siquiera a plenitud presidente, es lógico que todo esto desaparezca. Incluso el Palacio Legislativo de San Lázaro podría tener otro uso que diera mayores frutos a la nación, aunque me es difícil imaginar en qué podría utilizarse este laberinto monumental.

"EL ULTIMO INFORME" fue una práctica esquizofrénica: para empezar, cada una de las fracciones parlamentarias tomó "posición" frente a un discurso que nadie había leído ni escuchado. Así que los distintos oradores pronunciaron discursos previsibles que giraban en el vacío. La defensa de Fox, a cargo del diputado panista José González Morfín, era inevitable y, por tanto, irrelevante.

OTRO SINTOMA de conciencia dividida eran los aplausos: la bancada panista, y sólo ella, aplaudía a rabiar lo que decían González Morfín y Fox. Y fuera lo que fuera, todos los demás diputados aplaudían los ataques de los demás oradores contra el Partido Acción Nacional y Vicente Fox. Por cierto, cuando entró en escena el Presidente me sentí tentado a aplaudir por cortesía. Hubiera sido un acto suicida.

OTRO DATO, para desconcertar en el futuro a los historiadores y regocijar a los humoristas, es que el Presidente se negó a informar. No informó del estado que guarda la administración pública, sino que leyó un editorial larguísimo, aburrido. Esto, sin embargo, provocó un efecto, ya que por lo menos durante los primeros 20 minutos los diputados opositores, que esperábamos una relación de "logros", no sabíamos a qué horas íbamos a empezar a abuchear.

SI EL INFORME hubiera durado ese lapso nadie hubiera interrumpido a Fox con protestas, y el Presidente habría podido salir del salón dejando perplejos a todos, con la ovación de los blanquiazules.

PERO EL DISCURSO se prolongó otros 20 minutos y esto produjo cinco interrupciones, algunas francamente pintorescas, como la del diputado Emilio Serrano, quien lució una nariz pinochesca, o la de un priísta, que acometió la hazaña de introducir un tanque de gas al sacrosanto salón de sesiones. El recipiente debe haber estado vacío, porque el legislador ni sudó ni se acongojó al dar una vuelta por las tribunas y regresar a su curul tan contento.

OTRA OCURRENCIA simpática del Presidente fue que, si ya negó al Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos el Informe, ahora no lo escatima y lo lleva "por las provincias" como si fuera un tour artístico. Seguramente esas audiencias le serán más benignas.

TAMBIEN FUIMOS testigos de un gesto premonitorio: el diputado Heliodoro Díaz Escárraga, del PRI, presidente de la mesa directiva de la Cámara, remató su discurso (mucho mejor que el de Fox) señalando con un dedo el futuro: hacia la izquierda. ¡Dios le haga caso, señor presidente!

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