Usted está aquí: domingo 4 de septiembre de 2005 Opinión El conflicto: Legislativo contra Ejecutivo

Néstor de Buen

El conflicto: Legislativo contra Ejecutivo

Si algo caracteriza los cinco años de gobierno de Vicente Fox ha sido su permanente discurso sobre las culpas del Poder Legislativo en la nula consecución de soluciones para los problemas que, según el Presidente, deben remediarse en México con reformas fiscales, laborales, eléctricas, persecución de los delitos y otros etcéteras. Con ello trata de justificar la difícil situación que vivimos.

Todo parecería que deriva de una imposibilidad de establecer acuerdos entre el Presidente y el PRI. Pero la premisa es absolutamente falsa; a lo largo de estos años, el PRI ha coincidido con el PAN en proyectos de reforma, por ejemplo la laboral; en la intención de desaforar a López Obrador, y en todo aquello que, proveniente del PRD, pudiera afectar al conservadurismo que ha sido durante muchos años resultado de la política priísta.

Por el menos el PAN, relativamente en el poder, mantuvo una política propicia a resolver los problemas sociales. Esa era la tesis de su fundador Manuel Gómez Morín, que hoy representaría Felipe Calderón (quien merece todo mi respeto, dicho sea de paso).

Pero habría que recordar, precisamente, que en los mejores años del presidente y caudillo Plutarco Elías Calles, Gómez Morín fue un servidor importante del régimen, entre otras cosas consejero, y creo que fundador, del Banco de México; rector de la UNAM, y colaborador extenso en la elaboración de muy importantes leyes mercantiles.

Eso establecía la relación intensa del gobierno revolucionario con un destacado conservador que en 1939, ya bajo la presidencia de Lázaro Cárdenas, fundó el PAN.

Quiero recordar, sin embargo, que siendo Vicente Fox presidente electo, intentó incorporar a su gabinete a tres integrantes del PRD, porque en aquel tiempo -hoy parece remoto- tenía una inteligente visión de unidad seguramente para poder enfrentar al PRI con un apoyo político suficiente. Pero en una decisión rotundamente equivocada, el PRD prohibió a los posibles candidatos que aceptaran esa responsabilidad. Craso error, origen de muchas cosas.

No fue en forma gratuita que el candidato Vicente Fox firmó un documento, el Acuerdo sobre 20 compromisos por la libertad, la democracia sindical, el cumplimiento de los derechos individuales y colectivos, para la agencia laboral y el programa de gobierno, que el candidato del PRI no suscribió. No lo permitió su (?) sector obrero.

El problema es que Fox no ha logrado que el Congreso apruebe las reformas que, en su concepto, permitirían modificar favorablemente la situación económica de México. La inversión extranjera en el petróleo y en la electricidad (que existe desde hace muchos años, aunque sin la presencia de entidades extranjeras en su manejo, sino sólo en el financiamiento) ha sido bandera foxiana, así como la reforma laboral diseñada al gusto de Carlos Abascal y su nueva cultura laboral, que evidentemente seguía la muy conservadora trabajada en la STPS durante la presidencia de Zedillo.

El que en el Congreso de la Unión no haya sido aprobada esa reforma, aunque permanentemente el PRI la ha apoyado, se debe a la protesta encendida de la verdadera izquierda: sindicatos democráticos, académicos y profesionales del derecho del trabajo, que nos hemos opuesto en mil foros, incluyendo el Congreso de la Unión, a que se mantenga firme el corporativismo fascista que rige en la Ley Federal del Trabajo y que la reforma Abascal reforzaría.

Las culpas, aparte de las que le corresponden al régimen del presidente Fox, bien ganadas por otra parte, no excluyen la complicidad notable del PRI, un partido netamente conservador, que ha provocado el avance intolerable del capitalismo salvaje y del desempleo, con la evidente subordinación a las corrientes globalizadoras que arrancan de Estados Unidos.

No es difícil que el presidente Fox esté harto de su chamba. La brevedad del Informe dice mucho de su falta de emoción personal ante la falta de progreso que, por lo dicho, no le es imputable solamente a él. Mi impresión es que ya está aburrido de cargar las responsabilidades de la Presidencia.

Tuve el gusto de conocer a Vicente Fox hace años. Me sorprendió su habilidad para provocar su candidatura. En lo personal tiene un trato cordial y agradable. Pero esas no son las únicas virtudes para desempeñar ese trabajo. ¡Qué chamba tan espantosa!

 
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