Usted está aquí: domingo 4 de septiembre de 2005 Opinión Altos precios, crecientes quejas

Antonio Gershenson

Altos precios, crecientes quejas

No son sólo los pequeños y medianos usuarios los que se quejan por los altos precios de la energía eléctrica, el gas y la gasolina. Este fenómeno está golpeando también a empresas y empresarios, y ha causado la pérdida de numerosas fuentes de trabajo.

En el foro La electricidad en México-2005, de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación, se repitieron las quejas sobre los altos precios del gas natural que, directamente o a través del encarecimiento de la energía eléctrica, amenazan a la economía nacional y limitan la competitividad de las empresas mexicanas ante las del exterior. Se señaló que estas políticas ponen en peligro la seguridad nacional.

Como vimos en estas páginas, la respuesta oficial fue en el sentido de que de todos modos Pemex no produce más combustóleo. Un funcionario de la paraestatal podría decir que la causa es que sólo se anuncian nuevas plantas de gas natural, no de combustóleo, y que incluso se han estado convirtiendo plantas de combustóleo a gas natural. Pero el hecho es que, además de las medidas señaladas, Pemex está modificando la refinería de Minatitlán para que deje de producir combustóleo, y en su lugar produzca coque y más gasolina.

El hecho es que la de "todo al gas" ha sido durante años política de Estado, y si alguna dependencia formuló la política económica fue la Secretaría de Hacienda. El hecho de que se empiecen a "echar la pelota" lo único que refleja es que la vieja política económica es cada vez más indefendible.

A lo anterior se suma la declaración de un funcionario de Merrill Lynch, empresa que juega un papel importante en el sector financiero y de evaluación de empresas. Entre sus afirmaciones está la de que Pemex está dejando de ganar, o perdiendo, 5 millones de pesos diarios por no refinar más petróleo al punto de no tener que importar gasolina. Señala que ese gran negocio lo tienen las refinerías estadunidenses, que compran crudo maya barato y venden gasolina carísima.

El cambio de la política económica vigente se convierte en una necesidad, entre otras cosas, para poder reactivar la economía nacional. En especial, la política de importar de manera creciente gas natural y gasolina, cuyos precios además aumentan, induce quiebras, quita competitividad a las empresas mexicanas y aumenta el desempleo.

Es preciso ampliar nuestra capacidad de refinación, en términos tales que tengamos en el país la gasolina necesaria y a precios justos; pero también, que tengamos refinados para generar electricidad y no depender tanto del gas, hasta el punto de dejarlo de importar. Esto implica nuevos trenes de refinación.

Otras medidas, necesarias y complementarias de la anterior, son las siguientes:

La Comisión Federal de Electricidad mantiene varias plantas de su propiedad utilizadas al mínimo, para dejarle mejor negocio a los propietarios privados de plantas. Esta prioridad debe invertirse, no sólo para no gastar más gas del indispensable, sino también porque es más barato el kilovatio hora generado con combustóleo que con gas. Siempre ha sido así, pero más ahora con los precios astronómicos del gas.

Es necesaria la diversificación de las fuentes de generación de energía, no sólo por las razones ya mencionadas sino para repartir riesgos. La falta de gas, que en cualquier momento puede ser crítica en Estados Unidos, como ahora está por suceder con la gasolina, lleva al uso de fuentes alternas. La capacidad conjunta de hidroeléctricas pequeñas y medianas, viento y geotermia, para mencionar sólo los recursos renovables, puede cubrir la nueva demanda durante un buen tiempo. En las regiones que no cuenten con suficiente recurso renovable, la primera opción a considerar es la nueva generación de plantas de vapor eficientes, usando productos de la refinación para operar.

Hay que promover el mayor uso de vehículos de diesel y menor de los de gasolina. Es más eficiente, y nuestro balance exportación-importación es y seguirá siendo más favorable con el diesel que con la gasolina. Por ejemplo, en Europa una política similar hizo que ya en mayo pasado se vendieran más coches nuevos de diesel que de gasolina.

Ya son un producto comercial los coches híbridos, que obtienen parte de la energía de un motor eléctrico y parte con el de gasolina. Se requiere de una política que los estimule. En Estados Unidos las ventas de estos coches, que en promedio reducen el consumo de gasolina a la mitad, se han estado duplicando cada año.

Será también un estímulo al campo y a la agricultura el uso de alcohol, especialmente etanol y metanol, obtenido a partir de caña de azúcar, maíz y otros cultivos. Cumple con un papel anticontaminante en la gasolina, facilitando el que se dejen de usar TAME y MTBE, que son muy venenosos y que en Estados Unidos ya han causado problemas importantes, al punto de que algunos estados de ese país ya los prohibieron. Además ahorran algo de gasolina, pues el alcohol respectivo es también combustible.

Remedios los hay. Con la política vigente, obviamente no, pues la Secretaría de Hacienda no aprobaría este tipo de proyectos, que se basan en una visión de largo plazo, aunque los resultados se empiecen a ver en tiempos menores, incluso, que el necesario para una nueva planta de ciclo combinado con gas.

 
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