Usted está aquí: domingo 4 de septiembre de 2005 Opinión Del bochorno al desaliento

Rolando Cordera Campos

Del bochorno al desaliento

Después del bochornoso espectáculo montado por Televisa el lunes pasado, no había por qué esperar nada más de lo que fue el no informe presidencial del jueves. Concebido como un vulgar reality show de las elites mexicanas dispuestas a celebrarse a sí mismas, el registro de Bellas Artes sólo habla de una cosa: los grupos dominantes de México han perdido toda capacidad de ser dirigentes del Estado y de la sociedad, porque lo único que muestran es que no saben dónde están parados.

Orquestados por la gran televisión que se sueña Big Brother, los que mandan y poseen admitieron el liderazgo de la virtualidad y el Presidente de México concedió ante el público millonario de esa noche que poco tiene o quiere tener que ver con el poder constituido. El mando está en otra parte, y así lo informó, lo actuó y lo ejerció Televisa esa infausta noche. Lo que siguió no puede ser sino la consecuencia de ese decisivo acontecimiento de strip tease del poder social y de rendición del poder político constituido.

Por lo demás, no hay modo de mostrarse sorprendidos. Así lo quiso el voto útil y así lo dispuso el de las mayorías relativas que llevaron al PAN y a Vicente Fox a la Presidencia de la República. Se votó por un "vacío rodeado de palabras" (Chávez Morado) y se aterrizó en una "glosa de los espots de televisión" del Presidente (Dulce María Sauri, en crónica de Rosa Elvira Vargas, La Jornada, 2 de septiembre). Lo demás es cosa de exégetas e ilusionistas, de spin doctors que después de hacer su agosto parecen no pensar en otra cosa que en hacer sus maletas. Lo que quede de todo esto será auditado después, cuando los que nos quedemos en este territorio mentalmente devastado por la antipolítica nos animemos de nuevo a imaginar una comunidad habitable que tal vez vuelva a llamarse México.

En medio de una economía anémica, la política ofrece síntomas de desgaste precoz. El triste fin del PRI, que no pudo volverse partido para desembocar en patético escenario de intercambios mafiosos, es muestra de que el fin de régimen se acerca, pero también de que la construcción del nuevo costará sudor, lágrimas y, digámoslo sin más, sangre. Su cuota empezó en enero de 1994, siguió en marzo y luego se desparramó en mil y un linchamientos, machetes convertidos en masa de maniobra del empobrecimiento libremente asumido y ahora en bravatas enmascaradas que no hacen más que contribuir a un mayor enmascaramiento de la lucha por el poder del Estado y la disputa minoritaria por los despojos. Este es el panorama dentro del cual tiene lugar el fin apresurado del sexenio y será sin remedio el escenario donde tenga lugar la sucesión presidencial.

Un país regido por los medios de comunicación concentrados y ensimismados en su poder nunca legitimado no puede dar lugar con tranquilidad a un cambio político que nos lleve a consolidar la democracia y a buscar por fin el desarrollo perdido. Por eso es que la tarea central de una posible nueva política popular tiene que arriesgarse a decir la verdad desde el principio y plantearle al país todo una reforma moral e intelectual que no puede soslayar el tema de los medios, sino empezar por ellos para acometer en serio esa magna tarea. Sin reforma constitucional del sistema nacional de comunicación no hay horizonte para una democracia poblada de pobres y abrumada por el decaimiento cultural de sus jóvenes. Y son estos jóvenes acosados por el desaliento y la tentación de la fuga, hacia afuera de México o hacia su adolorida intimidad, los únicos que pueden portar y hablar de futuro mexicano. Lo que resta es ordenar la memoria de este traumático cambio y dejarlo como legado para los que se arriesguen a la reconstrucción de un tejido ético alarmantemente dañado por la ligereza con que se ejerció el poder y por la avidez con que se concentraron los frutos del esfuerzo productivo de todos.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.