Usted está aquí: domingo 4 de septiembre de 2005 Economía Ser agricultor e hispano en Estados Unidos

Víctor M. Quintana S.

Ser agricultor e hispano en Estados Unidos

Rechazan que se les llame "granjeros de minorías". "¿A poco la tierra produce diferente si la cultiva un negro, un blanco, un indio, un mexicano?", objetan. Reclaman con energía, a veces en español campirano, a veces en inglés elemental, sus derechos como agricultores y ciudadanos. Unos producen manzana en Washington. Otros, uva en California; algodón en Texas; maíz y chile en Nuevo México, calabacitas en Florida.

Se trata de las y los productores de muchos rumbos de Estados Unidos que participaron en la primera Conferencia de la Asociación de Granjeros y Rancheros Hispanos y Latinos, celebrada en Las Cruces, Nuevo México, la semana pasada.

La mayoría son migrantes de primera generación: los que hace 20 o 25 años se vinieron de Jalisco, de Michoacán, de Guanajuato. Hay un grupo que lleva varias generaciones en el Valle de Texas.

Llaman mucho la atención los de la organización Acequias, de Nuevo México: "aquí hemos estado siempre", dicen en su orgulloso español. Fueron pueblos, muchos de ellos indios, que recibieron la tierra como mercedes reales desde la colonización española. Cuando el tratado Guadalupe Hidalgo, en 1848, los estadunidenses les ofrecieron respetarles sus tierras y sus aguas comunales.

Por supuesto que no lo cumplieron y ahora la gente de las Acequias lleva adelante una de las raras luchas agrarias en Estados Unidos.

Según el propio Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) el número de rancheros y operadores de granjas hispanos se ha disparado en ese país. De poco más de 16 mil en 1982 son ahora más de 50 mil. Sorprende que prácticamente se encuentran en todos los estados de Estados Unidos, aunque sobresalen los de la frontera con México, Oregon, Washington, Florida, Illinois, Ohio y Michigan.

Pero casi ninguno es terrateniente o gran empresario del agronegocio. El 90 por ciento de ellos son agricultores familiares: con su prole son la fuerza de trabajo fundamental de sus pequeñas explotaciones. El propio USDA considera que la mayoría de ellos se ubican en las clases económicas con menores ingresos: 52 por ciento de ellos tiene ingresos totales, incluidas ventas y ayudas del gobierno, inferiores a 5 mil dólares. El tamaño de las explotaciones en 49 por ciento de ellos no llega a los 50 acres (25 hectáreas).

Sus problemas son los mismos de los agricultores familiares de todo el mundo: falta de créditos, bajísimos precios a sus productos; competencia desleal de productos importados mediante acuerdos comerciales; concentración de los subsidios en las grandes firmas del agronegocio; intermediarismo. Todo esto le plantean al secretario de Agricultura, Mike Johans, en una sesión abierta, propiciada por éste para escuchar opiniones y propuestas para elaborar la Ley Agrícola Farm Hill, para 2007

El secretario de Agricultura de Estados Unidos (no el que despacha en México, de apellido Usabiaga), sino Mike Johans, da cifras para tratar de justificar la furia agroexportadora de su país: la productividad de la agricultura se aumenta en 2 por ciento anual, contra un máximo de 1.5 por ciento de incremento en la demanda; 95 por ciento de los clientes potenciales de la agricultura estadunidense están en el extranjero. Por eso, para ellos la cuestión clave es "el acceso a los mercados".

Difieren de él los agricultores. Byron, queretano de origen, con sus hortalizas destrozadas por el Katrina en Homestead, Florida, le reclama que el valor de sus productos se ha derrumbado desde que entró en vigor el TLCAN. "Cada vez me pagan más barata la calabacita porque me dicen que entró la de México".

Los agricultores del Pueblo Navajo le hacen ver que necesitan educación para la producción y que, por la falta de apoyos gubernamentales, están retrasados 30 años en sus técnicas productivas. Al librecambismo de Johans, los agricultores latinos e hispanos oponen sus demandas por mejores precios locales, por eliminar la discriminación a los granjeros de las minorías en los subsidios y en los créditos, por apoyos a sus esfuerzos por organizarse en cooperativas y llegar ellos directamente a los mercados, no sus intermediarios comerciales.

Gabriel, el de Zamora, Michoacán, ahora cultivador de uva en Fresno,California, resume muy bien sus perspectivas: "Nos venimos de México porque allá nuestras milpas no nos daban ni para comer. Nos metimos a trabajar duro como jornaleros hasta que ahorramos con muchos sacrificios para comprarnos un rancho. Pero nos están ahorcando los bancos y los intermediarios de los empaques, que nos pagan lo que producimos a precios de miseria. ¿A dónde tendremos que irnos ahora?"

La recién formada Asociación de Granjeros y Rancheros Latinos e Hispanos busca, con todos ellos, la mejor respuesta.

 
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