Juéguele al 11
A cuatro años de la caída de las twin towers de Nueva York, La Jornada fue el único periódico del mundo que a plana entera y primera se preguntó acerca de las causas del suceso mediático más impactante de todos los tiempos. Aquel diáfano y terrible QUIÉN.
Una semana después, el presidente Bush dijo: "O están con nosotros, o están con los terroristas". La Jornada optó por el beneficio de la duda. Y los hechos le dieron la razón porque cualquier estudiante de periodismo sabe que la información veraz requiere el ejercicio de un derecho compuesto de varios verbos: dudar, investigar, analizar, consultar, preguntar, demostrar, exponer.
Tras la explícita amenaza del Capitán América, los "adictos al unilateralismo del oligopolio mediático" (Alfredo Jalife Rahme) empezaron a calificar de "terroristas" o "terrorismo" a los medios y periodistas que se atrevían a rasgar los velos de un flagelo político mundial. Tal fue lo que hicieron Letras Libres (marzo de 2004) y el brulote "La Jornada pierde el rumbo", publicado en la última edición de la revista Etcétera.
¿Rumbo de qué? ¿Acusaron esos medios (tan respetables como cualquier otro) recibo de que en febrero de 2002 el Pentágono cerró la Oficina de Influencia Estratégica, encargada de la propaganda sobre la guerra contra el terrorismo y de la difusión de noticias falsas en el exterior? ¿Sabían de la renuncia de David Frum, escritor de los discursos de Bush en la Casa Negra, e inventor de la frase eje del mal (Irán-Irak-Corea del Norte)?
Todo lo que hemos oído y leído acerca del terrorismo en versión Washington-Londres-Tel Aviv ha sido propaganda y mentira. ¿Alguien conoce la verdad verdadera? Por esto La Jornada destacó en su momento el solitario y digno voto en contra de la congresista Barbara Lee (Oakland, California) cuando el Senado aprobó por unanimidad la resolución que autorizó al presidente a emplear la fuerza contra los terroristas. Barbara tampoco conocía la verdad. Pero el senador Robert C. Byrd ("virginiano occidental del siglo XX" y decano del Congreso) escribió un texto formidable: "La verdad saldrá a flote" (La Jornada, 21/5/03). Cuatro meses después, Bush confesó que no había pruebas de que Saddam Hussein estuviera vinculado a los atentados del 11 de septiembre de 2001. A propósito... ¿Usted volvió a saber de Barbara Lee o del senador Byrd? Los medios "pluralistas" y "tolerantes" no los mencionan, así como tampoco dedican espacio a la ecologista keniata Wangari Maathai, premio Nobel de la Paz 2004, que se atrevió a decir que el sida fue creado deliberadamente contra los negros.
¿Quién o quiénes fueron responsables de los atentados del 11-S? Es como preguntar por enésima vez cómo murió Kennedy, o quiénes dinamitaron el acorazado Maine en el puerto de La Habana el 15 de febrero de 1898, hecho que Estados Unidos usó de pretexto para entrar en guerra contra España y apoderarse de Cuba. Los historiadores hablan de un militar sospechoso: el teniente John J. Blandin, quien fue detenido. La versión oficial dijo que enloqueció y murió cinco años después en un manicomio. En 1938 los archivos y el historial clínico y de inteligencia del teniente Blandin ardieron con el fuego que destruyó el hospital siquiátrico de Sheppard, Virginia.
Cuando en Estados Unidos la lucha por el poder va en serio, ocurren cosas muy raras. Mucho se ha hablado de las extrañas coincidencias que rodearon el asesinato de Kennedy. En todo caso, después del 11-S alguien se encargó de observar que Nostradamus, New York City, Ariel Sharon, el Pentágono y George W. Bush tienen 11 letras. Quizá también resulte interesante saber que en la centuria número 11 de sus versos Nostradamus profetizó la destrucción de Nueva York; que las Torres Gemelas tenían forma de gigantesco 11, que a partir del 11 de septiembre restan 111 días para que finalice el año, y que Nueva York es el estado número 11 de la Unión.
Si va al casino, ya sabe. ¿Que usted no cree en "estas cosas"? Mire... a un discípulo que le preguntó acerca de una herradura colgada en su casa, el matemático y físico nuclear Niels Bohr contestó: "Yo no creo, pero dicen que trae suerte". A Bohr le hubiese encantado saber que en el vuelo número 11 (primer avión que se estrelló contra las torres) viajaban 92 personas (dígitos que sumados dan 11), que en el segundo avión viajaban 65 personas (ídem, 11) y que 11 es la suma numérica del día 254 del año, la independencia de Estados Unidos (4/7) y el teléfono de emergencia estadunidense (911).
Al César lo que es del César: en 1962, bajo la dirección del general Lemnitzer, la Agencia Nacional de Seguridad y el estado mayor estadunidense planificaron la Operación Northwoods, que se proponía secuestrar aviones para estrellarlos en ciudades del país matando civiles, así como el cohete que llevaba el astronauta John Glenn.
De Michel Chossudovsky, investigador canadiense: "La criminalización del Estado tiene lugar cuando criminales de guerra ocupan legítimamente posiciones de autoridad, que les permiten decidir quiénes son los criminales, cuando en realidad los criminales son ellos".