Mi�rcoles 7 de septiembre de 2005
LAS CUENTAS SECRETAS DE PINOCHET / II
Pinochet en ca�da
Cuando robar es m�s peligroso que matar
Al decirle que estaba bajo arresto y le recordaron la minuta de "tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga puede ser usado en su contra". Pinochet grit�:
- ��Esto es absolutamente ilegal!
En esta foto sin fecha aparecen el entonces secretario de Estado estadunidense, Henry Kissinger, y el general Augusto Pinochet.
Sentada en una acera de la Quinta Avenida, vi pasar a hombres y mujeres cubiertos de polvo, con los rostros desencajados. Martes 11 de septiembre de 2001. Nueva York. Caminaban como aut�matas, reflejando el terror en sus cuerpos. Y yo lo sent�a en el m�o, permaneciendo casi inm�vil en la observaci�n de esta pesadilla que inclu�a coloridas pantallas de televisi�n en los escaparates de las tiendas, en las que se repet�an una y otra vez las im�genes. La torre que humea, el avi�n que choca contra la otra torre. Las implosiones que derrumban los edificios.
Me pregunt� una y otra vez: �sabr�n ellos que otro martes 11 de septiembre, hace 28 a�os, aviones bombardearon el palacio de La Moneda? �Sabr�n que fue su gobierno, desde la Casa Blanca, el que planific� la pesadilla en Chile? La respuesta fue "no", no lo saben. En mi bolso estaba una copia del libro que ese mismo d�a deb�a presentar en Nueva York. La versi�n en ingl�s de Los zarpazos del Puma, titulado Chile, Pinochet and the caravan of death. La presentaci�n, obviamente, se suspendi�.
Y si los neoyorquinos no sab�an del golpe militar en Chile, los chilenos no supimos que ese martes tr�gico del 2001 iba a repercutir en nuestra historia. �C�mo ocurri�? Podr�amos decir que un trozo pesado �cemento y metal� sali� desde la punta de una torre gemela y recorri� el mapa americano para cruzar desde el norte de la isla de Manhattan hasta caer sobre una casa del barrio La Dehesa, en Santiago de Chile. La casa del general Augusto Pinochet Ugarte. Justicia divina, podr� comentar un creyente. El misterio de las sincron�as, acotar�a un esot�rico.
El hecho cierto es que el ataque de Osama Bin Laden a Nueva York y Washington provoc� �entre muchas otras� una orden perentoria de la Casa Blanca. Una orden para vigilar el estricto cumplimiento de la ley bancaria vigente. Objetivo: que todos los bancos estadunidenses abrieran sus ar-chivos, rastrearan cuentas corrientes y dep�sitos, hasta dar con los d�lares que pudieran estar financiando acciones terroristas.
En una junta de trabajo con sus colaboradores m�s cercanos, aparece el general Augusto Pinochet, el 20 de septiembre de 1973, nueve d�as despu�s del derrocamiento del presidente Salvador Allende.
Fue una "orden amplia" que incluy� investigar a narcotraficantes y vendedores de armas. Todo lo que oliera a lavado de dinero. En nombre de la nueva "guerra santa" entre Occidente y el Islam, los bancos deb�an develar inclusive los nombres falsos que ocultaban fortunas de dilectos clientes. En el Senado de Estados Unidos, entr� en acci�n el Subcomit� Permanente de Investigaciones, dependiente del Co-mit� de Asuntos Gubernamentales. T�tulo de la acci�n: Money Laundering and Foreing Corruption: Enforcement and Efectiveness of the Patriot Act.
As� fue c�mo, tras una larga pesquisa, se comprob� que el Banco Riggs hab�a violado la ley bancaria para resguardar la fortuna del general Augusto Pinochet. Y lentamente se fueron acumulando las pruebas hasta que, el 15 de julio de 2004, en Washington, el Senado revel� el primer informe acerca de las cuentas secretas del ex dictador chileno. Una tupida red de nombres falsos, incluyendo "pantallas" para su esposa y sus hijos, ocultaba �en una decena de cuentas del Riggs� una fortuna de 8 millones de d�lares. Ahora, un a�o despu�s, las cuentas ascienden a 128 en nueve bancos de Estados Unidos y el monto creci� a casi 27 millones de d�lares. Fuentes bien informadas aseguran que se llegar� a unos 80 millones.
Augusto Pinochet ofrece la bienvenida a Juan Pablo II, durante la visita del Papa a Chile, el primero de abril de 1987
La fortuna de Pinochet es fruto, obviamente, de la corrupci�n. Sumando todos sus sueldos como general de Ej�rcito y como jefe de Estado �en los m�s de 17 a�os de su dictadura� no hay c�mo justificar ni siquiera un mill�n de d�lares como resultado de un disciplinado ahorro personal.
No es novedad para los opositores a la dictadura el que Pinochet haya robado de la caja fiscal o haya cobrado comisiones por la compra y la venta de armamentos. Sin tener pruebas, se lo daba como un hecho. Desde que Estados Unidos aprob� la Enmienda Kennedy �abril de 1976� que prohibi� la venta de armas a pa�ses donde se violaran los derechos humanos, Pinochet debi� recurrir a costosos mercados alternativos para comprar y decidi�, adem�s, montar f�bricas nacionales que luego exportaron armas en ventas legales e ilegales. En todas esas operaciones pudo haber suculentas comisiones para el "intermediario".
Para los opositores a la dictadura, la corrupci�n de Pinochet era un dato menor. La clave estaba en la violaci�n de derechos humanos, con su secuela de m�s de 6 mil v�ctimas y m�s de cien mil torturados. Desde que se inici� la transici�n democr�tica, en marzo de 1990, el objetivo fue hacer justicia para las v�ctimas. Pero la pactada transici�n, con bendici�n de la Casa Blanca, hizo imposible la tarea. Pinochet retuvo por ocho a�os m�s, hasta marzo de 1998, la jefatura del Ej�rcito. Es decir, retuvo una gran cuota de poder, poniendo la pistola sobre la mesa de negociaci�n pol�tica. Era intocable.
En ese escenario fue que la Fundaci�n Presidente Allende, con sede en Madrid, decidi� actuar para torcerle la mano a un "sistema" que garantizaba su impunidad. Se interpuso la querella en Espa�a, en junio de 1996, por genocidio y terrorismo internacional. Todo indicaba que �de tener �xito� ese proceso culminar�a con una orden internacional de captura dictada por Interpol y una condena en ausencia. Nada m�s. Pinochet quedar�a "condenado" a permanecer en Chile por el resto de sus d�as. Peor a�n. Permanecer�a en calidad de senador vitalicio, ya que as� lo establec�a la Constituci�n vigente que �l mismo dict� en 1980. No s�lo estar�a impune, sino tambi�n premiado por la nueva "democracia" chilena.
El ex dictador chileno Augusto Pinochet es auxiliado en una comparecencia ante el juez Juan Guzm�n para declarar sobre la Operaci�n C�ndor ejecutada durante su mandato.
Seguro de sus escudos protectores, Pinochet se despoj� del uniforme e hizo su entrada al hemiciclo del Senado en marzo de 1998. Tan seguro estaba que decidi� ir a Europa. Francia le neg� la visa. Inglaterra lo recibi�. Y en la London Clinic se intern� para una operaci�n en la columna. Las alarmas noticiosas sonaron en todo el orbe, el 16 de octubre de 1998, con s�lo dos palabras: "arrestado Pinochet". El juez espa�ol Baltasar Garz�n lo hab�a conseguido, solicitando a la justicia inglesa su arresto y su extradici�n a Espa�a.
Los polic�as londinenses que lo arrestaron coinciden en su minucioso relato de lo ocurrido en la habitaci�n de la London Clinic. La frase se repite textualmente. Cuando le dijeron que estaba bajo arresto y le recordaron la minuta de "tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga puede ser usado en su contra". Pinochet grit�:
��Esto es absolutamente ilegal!
Y ah� est� la clave para concluir esta historia.
Marco Antonio Pinochet, quien tiene cargos por complicidad junto con su padre por tener cuentas secretas en Estados Unidos,, sale de la casa de su padre el 23 de enero de 2001
Chile es un pa�s extremadamente "legalista" en la forma. Garc�a M�rquez �durante una visita a Santiago en 1990� coment� que Chile era el �nico pa�s donde la ley era best seller. Las leyes �del trabajo, de renta, de herencia, de arriendo� se vocean y se venden en las calles. Por eso, tras dar el golpe militar, Pinochet necesit� que la Corte Suprema lo "legalizara" como Presidente de la Junta de Gobierno. Por lo mismo, la Iglesia cat�lica mont� un equipo jur�dico de valientes abogados y present� miles de recursos de amparo ante las cortes, intentando salvar con vida a los prisioneros. Y Pinochet necesit� hacer un plebiscito para "legitimar" su Constituci�n en 1980. Y volvi� a recurrir al plebiscito en 1988 �seg�n lo establecido en esa Constituci�n� para permanecer como Presidente por otros ocho a�os. Lo perdi� y tuvo que irse.
Un fuero legal le dio inmunidad como comandante en jefe y otro fuero lo protegi� como senador vitalicio. Una ley �dictada por �l� amnisti� todos los cr�menes cometidos. Con argumentos legales y asegurando que pod�a ser enjuiciado en Chile, el gobierno del Presidente Frei luch� por su liberaci�n ante las Cortes londinenses. Finalmente el gobierno brit�nico cedi� a la presi�n, liber�ndolo "por compasi�n" en marzo de 2000, dada su mala salud. Los tribunales chilenos lo desaforaron y la inminente condena s�lo pudo ser esquivada con el argumento legal de "demencia", lo que impide un debido proceso.
Pero en julio de 2004, el informe del Senado de Estados Unidos devel� dos ilegalidades graves en el escenario pol�tico chileno. Primero, no est� loco. Simula estar loco. Un demente no puede ejercitar una tan agitada gimnasia bancaria como la que comprob� la investigaci�n. Segundo, cometi� robos y fraudes para acumular esa fortuna.
As�, desde hace m�s de un a�o, la derecha pinochetista chilena tuvo que tomar la decisi�n de deshacerse de la figura de Pinochet como "h�roe de la patria". Hasta entonces, para esa derecha, era el bravo general que combati� al marxismo y ejemplo de probidad. Y estamos hablando de una derecha muy poderosa, en un pa�s donde s�lo 16 grupos econ�micos derechistas controlan 81 por ciento del producto interno bruto. En la l�gica de Maquiavello, que todo cambie para que nada cambie. Para que el orden pol�tico y econ�mico "pinochetista" permanezca lo m�s intocado posible, Pinochet y su familia pasaron a ser "impresentables".
Grandes titulares de las dos principales cadenas de diarios �El Mercurio y Copesa, derechistas ambas� desgranan semana tras semana el esc�ndalo de las cuentas secretas de la familia Pinochet. El ex dictador se vio obligado a deshacerse de 6.5 millones de d�lares como parte del pago por impuestos evadidos. Las cortes dictan nuevos desafueros contra Pinochet en casos de derechos humanos. Y, hace pocos d�as, fueron arrestados la esposa y el hijo menor de Pinochet como c�mplices en el delito de evasi�n de impuestos.
La saga del auge y ca�da de Pinochet sigue escribi�ndose para la historia. Los defensores de derechos humanos vuelven a arremeter en la esperanza de obtener una condena. Pero quiz�s, como Al Capone, caer� s�lo por evasi�n de impuestos.
* Periodista y escritora chilena, Premio Nacional de Periodismo (1997), Premio Maria Moors Cabot (Columbia University, 1993), autora de 12 libros de investigaci�n sobre casos de violaci�n de derechos humanos.