Editorial
Reformas estructurales, falacia del gobierno de Fox
El gobierno federal se encuentra cada vez más en entredicho debido a la divergencia entre las declaraciones optimistas sobre la economía y una realidad contundente que desmiente a las autoridades. Ayer viernes, el gobernador del Banco de México (BdeM), Guillermo Ortiz Martínez, anunció que la economía nacional no crecerá a un ritmo de entre 3.8 y 3.9 por ciento, y basó su predicción en los datos del primer semestre de 2005, donde se registró un crecimiento de tan sólo 3.1 por ciento, cifra menor al mismo periodo del año pasado (4 por ciento). Ortiz admitió que esto se debe a una pérdida de competitividad del país por la lenta respuesta del gobierno ante el ingreso de China a la Organización Mundial de Comercio, entre otros factores, lo que contradice las afirmaciones del Ejecutivo, según el cual la debilidad en materia económica se debe a que las reformas estructurales (energética, de telecomunicaciones, fiscal y laboral, entre otras) no han sido aprobadas.
Los datos ofrecidos por Ortiz revelan que la mala situación económica es producto de una gestión gubernamental deficiente. La producción agrícola del segundo trimestre del año cayó 4 por ciento y la producción industrial ha dejado de vincularse con la de Estados Unidos debido a que el sector nacional de alta tecnología es incapaz de correr a la par del estadunidense. De hecho, en México se privilegia las manufacturas tradicionales, lo que coloca al país en desventaja ante otras economías emergentes que han apostado por desarrollar sus sectores de tecnologías de punta, como la industria informática de Costa Rica.
Por otro lado, la mala interpretación del panorama mundial, en especial la relacionada con el incremento del comercio chino, determinó que nuestro país haya perdido inversiones e industrias, que han optado por mudarse a naciones más competitivas: de acuerdo con un análisis del BdeM, en lo que va del año, México ha perdido mercados de exportación, pues casi 100 países han tenido mejor desempeño en la materia. Es más, 81 de esas naciones han aumentado sus intercambios con Estados Unidos, el mayor socio comercial nuestro. Como consecuencia, México presenta ya un déficit comercial de 3 mil 264 millones de dólares, de acuerdo con datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, para los primeros siete meses del año. Y es que las importaciones han experimentado un incremento anual de 7.9 por ciento con un volumen de compras por 17 mil 98 millones de dólares. En este contexto, el principal aumento se registró en las importaciones de bienes de consumo (no necesarios para la producción), que crecieron 22.9 por ciento. En contraste, las importaciones de insumos vitales para la producción sólo aumentaron 6.1 por ciento.
Ante este difícil escenario económico, el gobierno de Fox ha optado por maquillar los datos económicos. Las cifras oficiales apuntan a un incremento en el empleo formal. Sin embargo, dicho aumento se debe en realidad a la actualización del padrón del Seguro Social: es decir, se contó como nuevos puestos laborales a trabajadores que ya estaban en activo pero que no estaban inscritos.
La respuesta de funcionarios ante esta negativa coyuntura ha sido insistir en las reformas estructurales. El gobernador del BdeM aseguró que, "como todos sabemos son indispensables para crear una economía más flexible" y con mayor capacidad de adaptación a los vaivenes internacionales. Sin embargo, tales medidas podrían ser más perjudiciales que benéficas, pues forman parte de un modelo económico diseñado para beneficiar a unos cuantos en detrimento del país: baste recordar los casos del rescate bancario y de carreteras, entre otros proyectos neoliberales que han implicado un saqueo de las riquezas nacionales y el incremento de la brecha entre ricos y pobres. Cabe preguntarse si no existe otro camino que garantice un desarrollo sustentable sin comprometer el futuro de la nación.