30 festival de Toronto El día de la sexualidad alternativa
Toronto, 10 de septiembre. La estrategia señalada el primer día de seguir a cineastas conocidos ha rendido dividendos por esta ocasión. Tanto el irlandés Neil Jordan como el taiwanés Ang Lee han convencido con sus obras más recientes. Después de El buen ladrón, una obra menor aunque disfrutable, Jordan ha hecho en Breakfast on Pluto (Desayuno en Plutón), una especie de complemento a su célebre Juego de lágrimas, en tanto que combina un personaje transexual con las actividades del ERI. Sin embargo, el tono es totalmente diferente. Es otro cuento de hadas para adultos en el que el hijo ilegítimo de un sacerdote y su ama de llaves pasa de ser un hombre a una mujer llamada Kitten.
Jordan sigue la picaresca travesía del extravagante protagonista de su pueblo irlandés a Londres en busca de su mamá perdida, al tiempo que cuestiona a la Iglesia católica, la ocupación británica del Ulster y los métodos terroristas del ERI. En el papel principal, Cillian Murphy -quien tiene facciones femeninas, en efecto- brinda un desinhibido tour-de-force como un(a) inocente que no se deja arredrar por las peores circunstancias, secundado por buenos actores como Brendan Gleeson, Ian Hart (quien, calvo y con bigote, revela un gran parecido con el Innombrable), el habitual Stephen Rea y hasta el cantante Bryan Ferry en su debut cinematográfico.
En cambio, Brokeback Mountain es la recuperación de Ang Lee después del fracaso de Hulk. Ya se había reportado desde su filmación la novedad de tratarse del primer western gay. Más bien es una exploración del subtexto homoerótico que siempre ha existido en el género en sus constantes instancias de amor viril. A lo largo de una narrativa que cubre 20 años, Lee describe el romance entre los vaqueros modernos Jack (Jake Gyllenhaal) y Ennis (Heath Ledger) desde que se enamoran al cuidar un rebaño de ovejas en la montaña titular. En los años siguientes ambos se casan con sus respectivas mujeres, crían hijos y mantienen la apariencia de heterosexualidad. Sin embargo, vuelven a encontrarse a escondidas cada vez que pueden.
Lo que interesa a Lee es su tema predilecto: cómo las convenciones sociales restringen las emociones de los individuos, quienes no se atreven a subvertir las normas de una manera abierta. Pero no estamos ante una película con una tesis que demostrar. Ante todo, el director cuenta una historia de amor prohibido con sensatez y sensibilidad, digamos, apoyado por actuaciones convincentes, la fotografía del mexicano Rodrigo Prieto y la sensible música de Gustavo Santaolalla.
Por lo demás, Toronto mantiene su fama de ser un festival muy bien organizado con una geografía demasiado desperdigada. Todos los acreditados se ven obligados a caminar calles y calles porque nada está concentrado en una sola zona: ni los hoteles, ni las salas de exhibición, ni los centros de operación del festival. Todo eso se va a resolver cuando se termine de construir el ambicioso proyecto del Festival Centre, aunque los planes de tenerlo concluido para el próximo año fueron prematuros. Ahora se anuncia que estará listo para la edición de 2009. O sea, que quedan tres años del mismo ajetreo.