¿LA FIESTA EN PAZ?
¿Recuperar la dignidad?
POR ENESIMA VEZ en su accidentada historia, la Asociación Nacional de Matadores de Toros y Novillos, siempre a merced de empresarios taurinos voluntariosos, de los diestros que figuran y de sus colegas españoles, se dispone a revisar con éstos el conmovedor -por inequitativo e incumplido- Convenio Taurino Hispano-Mexicano, sin ningún ajuste desde hace 15 años. Los coletas mexicanos han reiterado que también en esta ocasión procurarán evitar lesionar intereses y romper el absurdo convenio -aquí todas las facilidades para los numerosos diestros peninsulares, allá ninguna reciprocidad para los contados nacionales que se animan a ir-, por lo que difícilmente puede pensarse en nuevas cláusulas que disminuyan esta brutal diferencia de trato, propiciada, debe decirse, por la abismal diferencia de organización del espectáculo taurino en uno y otro país.
ALLA TODAVIA LAS autoridades se atreven a inmiscuirse en serio en la preservación, desarrollo y promoción de la fiesta de los toros, no como invento de ciertos ricos o terapia ocupacional de algu- nos júniors, sino como una de las tradiciones más genuinas del pueblo español, con una importancia cultural, política y económica que por acá nuestros indescriptibles funcionarios no acaban de percibir, al grado de que ni siquiera se atreven a mencionar el tema. Y lo más importante: el nivel organizativo taurino de España le ha permitido ser autosuficiente, sin necesidad de importar toreros para darle competitividad y atractivo a su espectáculo, como no sea algún atrevido genial de apellido Gaona, Espinosa o Arruza. De ahí el creciente proteccionismo y autocomplacencia de los taurinos españoles cuando un mexicano aspira a alternar con los toreros de la tierra. En cuanto descubra la posibilidad de competir con y superar a las figuras españolas, serán tantas las piedras que le pongan que optará por regresar a seguir siendo cabeza de ratón. Tres muestras: Martínez, Cavazos y Rivera, quienes luego de varios triunfos en España prefirieron ya no volver.
DOS CLAUSULAS DEL convenio vigente conmueven. La octava sueña: "Las asociaciones firmantes de este Convenio se solidarizan y comprometen a intentar recomendar a las empresas un más justo intercambio en las contrataciones profesionales". Y la undécima advierte: "Los rejoneadores españoles en México y los mexicanos en España -hace décadas que no se presenta uno- podrán actuar sin limitación de actuaciones, pero siempre acompañados de rejoneadores del país donde se celebre la actuación, en una proporción no inferior al 50 por ciento. A estos efectos los matadores de toros y novillos no harán número".
CON LA ANUENCIA de la impotente Asociación Nacional de Matadores, la autorregulada empresa de la Plaza México ha contravenido esta última cláusula, anunciando a un rejoneador y a un torero de a pie nacionales para alternar con dos coletas españoles, así como imponiendo al rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza como único actuante a caballo.
¿PODRAN ESTA VEZ LOS matadores mexicanos incluir siquiera una cláusula que obligue a las figuras españolas contratadas a torear la corrida de la Oreja de Oro, o seguirán como simples gestores del permiso de trabajo para aquéllas?