Dilemas sobre bioética
Muchos pensadores consideran que la bioética será la filosofía del siglo XXI. Ejemplo de esa idea son las controversias acerca de las células troncales. Para estimular la reflexión e impedir la monopolización del debate ético por parte de los países ricos es indispensable contar con algunos elementos para estimular lo que debería ser la conciencia bioética. Los escenarios expuestos en este artículo agregan nuevas dudas a las expresadas hace una semana.
Tercer escenario. En mayo de 2005 un periódico estadunidense publicó la siguiente noticia: "Se ofrecen 25 mil dólares para una donadora de óvulos que sea estudiante de la Ivy League o descendiente de europeos del Este, que tenga entre 21 y 32 años, que sea saludable, atlética, muy guapa, que mida desde 5 pies y 7 pulgadas hasta 5 pies y 10.5 pulgadas, que sea sobresaliente y de preferencia con buen sentido del humor".
Debo aclarar que en Estados Unidos las mujeres que donan óvulos cobran entre 5 mil y 10 mil dólares. Son dos los problemas que emanan a partir de las líneas previas. Primero, ¿es posible que el fantasma de Galton reviva? Y, segundo, ¿es ético pagar por los óvulos, o podría existir otra forma de recompensar a la donadora?
Cuarto escenario. El apartado previo conduce a otros problemas relacionados con la ética de pagar, de cómo pagar y la necesidad de investigar dentro de una coyuntura económica "sana". Términos como consentimiento informado, reclutamiento de donadores, compañías farmacéuticas o biotecnológicas, confidencialidad, comités de ética y "mercados competitivos" deben ser repasados y repensados incontables veces. En la medicina contemporánea, a pesar de las lecciones de los demonios de la "investigación nazi", siguen violándose continuamente los derechos humanos de muchos enfermos o "voluntarios" de países pobres, sobre todo por parte de investigadores de naciones ricas.
Los pagos que reciben las donadoras de óvulos suelen ser muy estimulantes e indispensables, por lo que muchas mujeres aceptan riesgos innecesarios. Como en tantos otros escenarios de la investigación médica, al hablar de células troncales la solución del problema dependerá de que los científicos encuentren el justo medio entre cumplir con la ciencia sin maltratar, sin menoscabar y sin menospreciar ni los intereses de los pacientes, ni su integridad, ni sus necesidades.
Quinto escenario. Nadie duda acerca de los inmensos beneficios y de la necesidad de la experimentación biomédica. Sin embargo, todo estudio científico puede producir daño. El que es inevitable y el que es producto de la investigación bien hecha es comprensible. Es cierto que la biotecnología y algunos medicamentos que se utilizan en protocolos de investigación pueden llegar a producir algunas mermas, pero cuando los trabajos están bien diseñados, y los científicos bien preparados, los estropicios suelen ser mínimos y casi nunca dejan secuelas.
Lo que es muy cuestionable son los efectos negativos que emergen por investigaciones mal hechas o por experimentos innecesarios. Por lo anterior, sería ético y deseable contar con los datos de investigaciones realizadas pero que no fueron publicadas, así como cuestionar los experimentos efectuados por la "obligación" de publicar a toda costa (hace algunos años en las revistas médicas se repetía "publish or perish", publicar o perecer). Invitan también a la duda los experimentos llevados a cabo para no ser expulsados de los sistemas de investigación (y así evitar la muerte por inanición), así como por la nefanda necesidad de aliarse con compañías farmacéuticas para que financien determinados trabajos, cuya trascendencia o importancia no es, con frecuencia, la que más le conviene a la sociedad.
La investigación en células troncales no está exenta, de ninguna forma, de ser presa de alguna o algunas de las conductas previas. Son varios los ejemplos en la literatura que documentan, en otras áreas, abusos de ese tipo. Asimismo, son muchos los casos, a partir de la técnica de metanálisis, que han demostrado que no pocos estudios se realizan a pesar de que los datos han sido comprobados reiteradamente por otros grupos y desde hace muchos años. En este contexto, el dilema futuro, al hablar de células troncales, se sintetiza en la cuestión siguiente: ¿cómo impedir que las presiones económicas y académicas desvirtúen los objetivos de la investigación y dañen a los voluntarios?
Sexto escenario. La intervención genética, llámese investigación en células troncales, ingeniería genética o clonación, supone una serie de maravillas concebibles hasta hace poco sólo en una sociedad orwelliana. Esas maravillas conllevan varias situaciones que pueden actuar en detrimento de las personas con desventajas de tipo genético. Por ejemplo, ¿qué sucederá cuando los empleadores tengan toda la información genética del individuo? ¿Qué pasará cuando los seguros médicos cuenten con los datos donde se estipule que la contratante tiene riesgo de desarrollar cáncer de mama a edades tempranas? ¿Cómo actuarán las compañías que venden seguros de vida cuando analicen el mapa genético de las personas interesadas en caso de que exista la posibilidad de contraer enfermedades letales a edades tempranas?
*Fragmentos del texto Controversias sobre células troncales, discutido el 2 de agosto en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, dentro del coloquio internacional Dilemas sobre bioética. La
próxima semana se publicará la última parte