Usted está aquí: jueves 15 de septiembre de 2005 Política Mueren al menos 152 iraquíes en una serie de atentados en Bagdad

Al Qaeda se atribuye ataques; es en venganza por ofensiva de EU en Tal Afar, dice

Mueren al menos 152 iraquíes en una serie de atentados en Bagdad

Empobrecidos chiítas del sur que buscaban trabajo en la capital, la mayoría de las víctimas fatales

Muchos heridos culpan a Washington por lo sucedido; atiza la guerra sectaria con sunitas, afirman

PATRICK COCKBURN THE INDEPENDENT

Ampliar la imagen Iraqu� observan los restos carbonizados de un auto, ayer tras la docena de atentados coordinados en la capital FOTO Ap Foto: Ap

Bagdad, 14 de septiembre. Un atacante suicida fue el autor del día más sangriento en Bagdad desde la caída de Saddam Hussein, hace 30 meses. El hombre ofrecía trabajos a desempleados desesperados, y con esto atrajo a cientos de personas hacia su camioneta, la que hizo estallar y causó así 114 muertos y 156 heridos.

En un día en que más de una docena de ataques coordinados retumbaron en todo Bagdad desde el amanecer hasta últimas horas de la tarde, Al Qaeda en Irak sostuvo que se trata de una represalia contra una operación estadunidense-iraquí dirigida contra el bastión insurgente en la norteña localidad de Tal Afar.

A medida que pasaban las horas, estallaban coches bomba y artefactos colocados en los caminos, destruyendo la relativa calma de los días pasados, lo que intensificó los temores de que se desate una guerra civil sectaria.

Según un recuento de última hora de las agencias de noticias extranjeras, el total de muertos en los diferentes atentados llegaría al menos a 152, y 542 los heridos.

Un comunicado en un sitio de Internet a nombre de Al Qaeda afirmó: "A la nación del Islam damos la buena noticia de que las batallas para vengar al pueblo sunita de Tal Afar comenzaron este miércoles".

En Aruba Aquare, en el barrio chiíta de Qadimiyah, la multitud gritaba "¿por qué, por qué?", al tiempo que los muertos y moribundos eran trasladados.

Cabezas y miembros se amontonaban a un lado de los cadáveres quemados dentro de las rejas del hospital, cuyo piso estaba resbaloso por la sangre.

"Nos juntamos y de pronto el automóvil voló y en ese lugar no quedó más que fuego, polvo y oscuridad", dijo Hadi, un trabajador que sobrevivió al estallido.

El fue uno de los cerca de mil 500 hombres que acudieron desde el amanecer a la plaza donde los desempleados esperan tradicionalmente para ser contratados.

La mayoría de los que murieron eran empobrecidos trabajadores chiítas del sur profundo de Irak que llegaron a Bagdad buscando trabajo, y que duermen al aire libre o en ruinosos hoteles en los alrededores de Aruba.

Un humo negro aceitoso se elevó sobre el cielo de Bagdad cuando una docena de bombas explotó por toda la ciudad durante la mañana matando a 152 personas e hiriendo a 542.

El terror escaló a medida que se escuchaban las detonaciones de las bombas. La gente dejó las calles y se recluyó en casa por miedo a las explosiones.

Temiendo otro atentado suicida, policías y soldados detuvieron vehículos que ingresaban a Qadimiyah, barrio en cuyo centro se encuentran los domos dorados de un templo chiíta muy venerado.

Pero la gente furiosa y desconcertada fue a pie al hospital más cercano para ver si sus amigos o parientes estaban vivos o muertos.

Allah akbar¡ (Dios es grande), éste es un desastre terrible", coreaba Sayef Alí Abed, quien avanzaba nervioso, como con miedo a lo que podría ver en el hospital. "Escuché lo que sucedió por radio y vine directamente porque mi hermano buscaba empleo aquí. Ni siquiera le dije a mis padres que vendría".

En el sanatorio, Abbas Rada Mohammed, un desencajado hombre maduro, buscaba en vano a su hermano en una lista de 162 heridos. "Quizá esté muerto o en otro hospital", se quejaba.

Estas personas destrozadas no fueron las únicas muertas durante la jornada. En una localidad sunita, a 16 kilómetros al norte de Bagdad, cerca de Taji, hombres vestidos de soldados -quienes probablemente fueron soldados- avanzaron antes del amanecer y se llevaron a 17 hombres a los que esposaron, ataron y después ejecutaron a tiros.

Entre los muertos había un policía y varios hombres que trabajaron como choferes y en labores construcción en una base de Estados Unidos.

Una de las muchas razones por la que los iraquíes están cada día más aterrados es que no saben si los policías y soldados que los despiertan a medianoche en verdad trabajan para el gobierno o son un escuadrón de la muerte.

Otro atentado suicida en el norte de Bagdad mató a 11 personas que hacían fila para rellenar cilindros de gas. El ataque en Qadmimyah tuvo la clara intención de matar a tantos chiítas como fuera posible, ya que pocos kurdos o sunitas estaban presentes.

Al igual que los otros ataques, éste fue revindicado por Al Qaeda en Irak, bajo el mando de Abu Mussab Zarqawi.

Tal Afar, una ciudad de 200 mil habitantes, es un mosaico étnico y sectario. Cerca de 70 por ciento de su población sunita turcomana simpatiza con los insurgentes mientras que el 30 por ciento restante apoya al gobierno chiíta-kurdo de Bagdad.

Los ataques ocurrieron horas después de que el presidente iraquí, Jalal Talbani, se sentó al lado de Bush para una conferencia de prensa conjunta en Washington.

Saaf Jabber Ajmi, trabajador chiíta de Nasiriya que yacía en el hospital de Noman, en el barrio de Adhamiyah, con esquirlas en la pierna, el hombro y la espalda, afirmó: "Creo que lo que ocurrió fue reacción a la visita del presidente a Estados Unidos". Como muchos de los heridos en la plaza Aruba, culpó a Washington.

En otra cama, Alí Ghazi, también chiíta del sur, sostuvo: "Son los estadunidenses los que hacen esto a los chiítas y fingen que los culpables son sunitas, para que estalle la guerra civil y así poder adueñarse de nuestra riqueza".

Muchos sobrevivientes de las bombas de esta mañana coincidieron con esta teoría de conspiración, según la cual Estados Unidos quiere gobernar Irak al fomentar las diferencias entre chiítas y sunitas. Varios más dijeron haber visto un convoy militar estadunidense a mitad de la plaza 10 minutos antes del estallido.

Cerca del hospital de Noman, hombres armados mataron a un general de la policía y a otros oficiales de alto rango. Cuando la gente fue a auxiliarlos, hubo un segundo ataque suicida con bomba que mató a tres soldados y a tres policías.

Estos ataques secundarios, que ahora son frecuentes, hacen muy peligroso aproximarse a uniformados comprensiblemente nerviosos después de una explosión pues pueden disparar contra cualquier vehículo que se acerque. El hábito de las fuerzas iraquíes de disparar sus armas al aire también incrementa el temor.

Al menos tres de las demás bombas estaban dirigidas a patrullas estadunidenses, y un vehículo Humvee quedó destruido cerca del camino al aeropuerto, según testigos. Al menos dos soldados quedaron gravemente heridos.

Un convoy estadunidense fue atacado al norte de la zona verde y una bomba hirió a 14 policías. Durante 10 minutos después de eso, se escuchó fuego de ametralladora en la zona.

El conflicto sectario se agrava. En los distritos mixtos, aunque de mayoría sunita, de Daura y Amariya, al sur y al oeste de Bagdad, los residentes chiítas han sido atacados a tiros como una forma de intimidarlos y obligarlos a marcharse de ese lugar.

Al mismo tiempo, muchos de esos heridos niegan que vaya a haber una guerra sectaria entre chiítas y sunitas.

Mohammed Abdul Karim, un chiíta herido en el hospital de Noman, señaló que él estaba en un distrito sunita y que los médicos de esta etnia estaban haciendo todo lo posible por ayudarlo.

En medio del caos, Irak finalmente acordó el texto de la Constitución que será votada en referendo el próximo 15 de octubre. Esto, sin embargo, parecía irrelevante en un país envuelto en la violencia sectaria.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

 
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