|
19 de septiembre de 2005 |
GARROTES Y ZANAHORIAS
NI TANTO QUE QUEME... Queda claro que al presidente Vicente Fox Quesada lo tiene preocupado 2006. Y no sólo por la perspectiva electoral que enfrenta su partido, Acción Nacional. Desde marzo pasado, en ocasión de la convención anual de los banqueros en Acapulco, ofreció que su gobierno entregaría la estafeta sin crisis económica como telón de fondo. "Está garantizado el patrimonio de las familias", afirmó. La presentación del paquete económico del próximo año refleja los temores que se experimentan en Los Pinos. También descorrió la cortina para ver la forma en que el Ejecutivo y su círculo de asesores ven la economía y el uso de los recursos públicos. Una forma, por decirlo de algún modo, bastante sui géneris. En los últimos tres años el país ha recibido flujos crecientes de divisas de tres fuentes, por orden de importancia: exportación de petróleo, remesas y turismo. Esos ingresos contribuyen a la estabilidad financiera y al aumento de las reservas internacionales del Banco de México hasta niveles históricos de 65 mil millones de dólares. Mantener esa reserva cuesta casi 5 mil millones de dólares al año, unos 54 mil millones de pesos. Los dólares de reserva son invertidos sobre todo en bonos del Tesoro de Estados Unidos, que ofrecen un rendimiento de alrededor de 2.5 por ciento anual, mientras el banco central paga aquí un rédito de aproximadamente 9.6 por ciento. La diferencia entre una y otra tasa es el costo de mantener esos activos. "Es como un seguro, cuesta pero es mejor tenerlo", ha declarado al respecto el gobernador Guillermo Ortiz. Otra expresión del asunto estriba en las finanzas públicas. Los países de la Unión Europea operan con desequilibrios fiscales gastan más de lo que ingresan de al menos 3 por ciento de su producto interno bruto, lo que desde ningún punto de vista se considera como un paso al vacío. Naciones con más influencia política, como Alemania o Francia, incluso han desatendido varias veces el pacto de convergencia al incurrir en déficit de hasta 4.3 por ciento de su producto. Estados Unidos tiene un déficit público de 4 por ciento del PIB y creciendo. El presidente Fox propuso en el paquete económico para 2006, que su gobierno dejaría atrás el déficit fiscal y que a partir del próximo año logrará un superávit de 0.20 por ciento del PIB, unos 16 mil millones de pesos. También dijo que depositaría en la reserva del banco central tantos dólares como es el valor de la deuda externa, unos 79 mil millones de dólares. Nadie está en contra de la prudencia. Sólo que esas dos medidas parecen reflejar más bien temores e inseguridad y quizá también buscar uno que otro aplauso, que responder a una estrategia bien madurada. ¿Qué caso tiene acumular más reservas, si su gestión tiene un costo que podría emplearse en mejorar la infraestructura o construir escuelas? ¿Por qué llevar las finanzas públicas a un superávit, si incluso organismos como el Fondo Monetario Internacional han dicho en el pasado que un déficit no mayor a un punto del producto es financiable para México? No es por pensar mal. Pero el exceso de prudencia del Presidente y su equipo más cercano de asesores económicos hace temer que ellos tienen alguna información que nosotros no tenemos. De otra manera, no parece justificado tal exceso de precaución. Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre § |