Funcionarios fueron recibidos con hostilidad en las tres comunidades que serían afectadas

Rechazo en Jalisco a proyecto de presa

El embalse dotaría de agua a la ciudad de León y, entre otros, a 12 municipios de los Altos

JUAN CARLOS GARCIA CORRESPONSAL

Cañadas de Obregon, Jal., 21 de septiembre. Habitantes de tres comunidades de este municipio rechazaron a gritos, con pancartas, letreros pegados en casas y caminos, y hasta con un monigote que representaba al presidente Vicente Fox colgado del cuello en el asta mayor de la plaza de Temacapulín, la intención de los gobiernos federal y estatales de Jalisco y Guanajuato de construir una presa en El Zapotillo, debido a que sus tierras se verían inundadas por el embalse, obra que costaría 7 mil 450 millones de pesos y dotaría de agua potable a León, Guanajuato, además de 12 municipios en la región de Los Altos, en Jalisco.

El director regional de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), Raúl Antonio Iglesias Benítez, acompañado del secretario general de Gobierno en Jalisco, Héctor Pérez Plazola, se presentó la tarde del martes a los poblados de Palmarejo y Temacapulín que, junto a Acasico, se verían afectados por el embalse. Sus detalles técnicos, sus promesas de que la seguridad en las comunidades se garantizaría con la construcción de diques, y sus propuestas de indemnización recibieron un rechazo unánime en los dos sitios.

"La tierra no se vende, se defiende. ¿Quién les dijo que queremos vender?", increpó una joven, guapa como la mayoría de las alteñas, brava como todos en esta zona a poco más de 100 kilómetros al noreste de Guadalajara, muy cerca de los límites con Guanajuato.

La visita de los funcionarios comenzó en Palmarejo, a la vista del cañón del río Verde, muy cerca de donde se pretende hacer la represa. Allí Héctor Pérez Plazola mostraba un talante conciliador a pesar de la evidente beligerancia de los lugareños y de un enorme letrero frente a él: "No a la presa".

"Se indemnizará a valores normales de reposición; hasta las tierras que no son cultivables se van a pagar a valor comercial y no catastral", anunció, lo que motivó la primera de las muchas oleadas de rechazo.

La respuesta hizo que el funcionario retrocediera un poco y señalara que su presencia allí obedecía a una instrucción precisa del gobernador Francisco Ramírez Acuña de velar por el interés de los jaliscienses. Recordó que el proyecto es federal y el responsable directo es la Conagua.

Los lugareños recordaron que Rosendo Martínez Padilla, alcalde de Cañadas de Obregón, propuso recientemente que la presa se construyera en Los Yugos, aguas abajo, a lo que el gerente regional de la Conagua señaló que "de todos modos Acasico y Palmarejo quedarían con problemas".

Reunión con técnicos, la próxima semana

En Temacapulín, ambos tuvieron un recibimiento más hostil. Pérez Plazola señaló repetidamente que ese poblado no se inundaría "ni un centímetro", pero que para garantizar la seguridad se edificarían diques de cuatro metros de altura, lo que de nuevo elevó la gritería, las increpaciones de la gente -algunas enardecidas- y el señalamiento de que si el pueblo no se inundaría entonces para qué sería necesario construirlos.

Hasta el presidente municipal de Cañadas de Obregón movía la cabeza en desaprobación. "El pueblo no cede, no vamos a apoyar el proyecto de ninguna manera, la explicación no satisface a los pobladores por los diques, es un no a los diques y a la presa. Ellos aseguran que no se inunda, pero no lo pueden asegurar tampoco, por lo que no lo podemos creer", dijo el edil panista, entrevistado al término de la reunión.

"Estamos aquí, reunido todo el pueblo, para protestar por la presa; no queremos diques, no queremos amanecer hundidos, a ustedes no les va a pasar nada porque no viven aquí", gritó otra mujer a los funcionarios que se alejaban, escoltados, sin haber logrado más avance que aceptar la propuesta de los pobladores de abrir la próxima semana una mesa técnica de diálogo, con especialistas del comité creado entre las tres comunidades e ingenieros de la Conagua.

Antes de retirarse de Temacapulín, Pérez Plazola entró al templo unos minutos. En la plaza, habitantes de las tres poblaciones seguían reunidos -a pesar de que se pretendió hacer reuniones separadas- y escuchaban a miembros de organizaciones ecologistas integrados en el colectivo Mexicanos Afectados por las Presas y en Defensa de los Ríos (Mapder). Algunos viejos sonreían, mucha gente de ojos claros miraba al cielo, el monigote de Fox se balanceaba mientras la noche caía y daba una nitidez diferente, azul, a uno de los valles más pródigos del país.

Aguas arriba

Originalmente la presa en el río Verde era un proyecto para abastecer sólo a la ciudad de León, Guanajuato, pero con la intención de mitigar la extraterritorialidad y la posible oposición de Jalisco se decidió que de los 5 mil 600 litros por segundo que producirá el embalse, mil 800 se destinen a 12 municipios de los Altos de Jalisco. En total, se prevé que se podrían almacenar 410 millones de metros cúbicos.

De acuerdo con datos de la Conagua, el costo de la obra -7 mil 450 millones de pesos- serían pagado en 40 por ciento por el gobierno federal y el resto por Guanajuato. El acueducto principal de la presa se construiría de Cañadas de Obregón a Yahualica, unos 138 kilómetros hasta León, con un sistema de bombeo para que el agua pueda llegar a la ciudad guanajuatense, donde viven 1.2 millones de personas.

El acueducto beneficiaría distritos de riego guanajuatenses en el camino hacia León, entre ellos -de acuerdo con información de Mapder- el rancho del presidente Vicente Fox.

En el proyecto, este acueducto tendrá derivaciones hacia las cabeceras municipales de Jalostotitlán, Teocaltiche, San Juan de los Lagos, Lagos de Moreno, Unión de San Antonio, San Miguel El Alto, San Julián, San Diego de Alejandría, Cañadas de Obregón, Yahualica, Mexticacán y Encarnación de Díaz.

Estas derivaciones serían lo único que el gobierno jalisciense pagaría del proyecto, pues hasta las posibles indemnizaciones a los afectados -la Conagua calcula que 10 casas en Palmarejo y todas las de Acasico quedarían bajo el agua- correrían por cuenta del gobierno de Guanajuato.

Aguas abajo

En la reunión, integrantes de Mapder, que aglutina organizaciones ciudadanas y ecologistas, señalaron que existe una propuesta más económica, en caso de que se decidiera usar la abandonada presa en El Salto, construida en 1993 precisamente para dotar de líquido a la región alteña, pero inexplicablemente sin uso.

"La presa El Salto es 200 metros más alta que la que se pretende construir en El Zapotillo y, por tanto, se traduce que el bombeo de la primera, para cualquier población, es más económico, y también las redes de acueductos más cortas", dijo Esteban Decesarte, miembro de Mapder.

El colectivo también sugiere que la presa Los Yugos, 10 kilómetros aguas abajo de El Zapotillo, pudiera ser otra opción que la Conagua tendría que analizar, pues a pesar de que la cola de la presa podría llegar a 70 kilómetros de la cortina, daría un margen mayor a los pobladores de Acasico y Palmarejo para que no tuvieran que abandonar sus tierras.

"Estamos peleando contra esta política neoliberal del gobierno mexicano de estar haciendo represas. Tienen pensado desde Colombia hasta Chihuahua hacer un corredor de represas para generar energía eléctrica barata para Estados Unidos", agregó Decesarte, quien señaló que el objetivo también tiene que ver con la privatización del agua a favor de los industriales.

Construir una presa en El Zapotillo, además, obligaría al gobierno de Jalisco a realizar la tantas veces pospuesta presa de Arcediano, al fondo de la barranca de Huentitán, junto a la zona metropolitana, para abastecer de agua a Guadalajara y municipios conurbados, concluyó.