Ruy Guerra compite en el festival con la versión de La mala hora de García Márquez
Cinta mexicana El violín se lleva dos premios en San Sebastián
Obtuvo la distinción de la CICAE, que consiste en apoyo para su proyección en 3 mil salas de dicho organismo
En la sección Cine en Construcción le otorgan 9 mil euros para posproducción
Ampliar la imagen Fotograma del largometraje El viol� del mexicano Francisco Vargas
San Sebastián, 22 de septiembre. La película mexicana El violín, de Francisco Vargas, la cual participó en la sección Cine en Construcción del 53 Festival Internacional de Cine de San Sebastián obtuvo el Premio Casa de América de Ayuda a la Posproducción del Cine Latinoamericano, dotado de 9 mil euros.
"Por sus cualidades artísticas y humanas dignas de una obra a la vez clásica y universal, aludiendo a una realidad desgraciadamente todavía actual", la cinta también obtuvo hoy el Premio de la Confederación Internacional de Cine de Arte y Ensayo (CICAE), que consiste en apoyo para su estreno en más de 3 mil pantallas de cines integrados en esa organización.
El violín narra la historia de un anciano violinista manco. Su hijo y su nieto viven una doble vida: son músicos y campesinos al tiempo que pertenecen a la guerrilla que planea levantarse en armas contra el gobierno.
El joven cineasta Francisco Vargas ingresó en 1995 al Centro de Capacitación Cinematográfica, donde se especializó en las áreas de realización y cinefotografía. Se ha desempeñado como director o fotógrafo de comerciales, documentales y cortometrajes. El violín es su primer largometraje.
La sección Cine en Construcción se incorporó al festival de San Sebastián luego de un convenio establecido en 2002 entre éste y el encuentro Cinémas d'Amérique Latine de Toulouse, Francia.
En este rubro, ambos festivales presentan largometrajes de ficción independientes que se ven interrumpidos por razones de fuerza mayor (en su mayoría económicas) en fase de postproducción.
Esta iniciativa conjunta a escala europea es única en su género, y "responde a una demanda urgente de productores y directores latinoamericanos enfrentados a enormes dificultades a la hora de concluir películas de muy bajo presupuesto. La creación cinematográfica, amenazada por la profunda crisis que afecta actualmente a la mayor parte de los países americanos, necesita más que nunca del apoyo europeo para seguir existiendo y nutriendo una diversidad cultural indispensable", señalan los organizadores.
Una de Gabo compite en Donostia
El cineasta brasileño Ruy Guerra, autor fundamental del Cinema Novo de su país, pertenece a la selecta lista de realizadores que se han atrevido a llevar al cine una obra del premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez.
Con la total anuencia del escritor colombiano, sin temor y con gran fascinación por las atmósferas "macondianas", Guerra compite en el 53 Festival Internacional de Cine de San Sebastián con O veneno da madrugada, su versión del relato La mala hora (1962).
En entrevista con La Jornada, Guerra explica que su relación con el autor de Cien años de soledad "ha sido bastante sencilla. Claro, antes de filmar mi primera película basada en un guión de él esperé 10 años. Conocí a Gabo a principios de los 70 en Barcelona. El primer día, de pronto me dijo: 'vamos a hacer una película juntos'. Los siguientes 10 años se creó entre nosotros una fuerte amistad. Cada año nos encontrábamos en distintos lugares, charlábamos, bebíamos, hablábamos de la familia, pero nunca de la película. Siempre decíamos: 'dejémoslo para la próxima cita, en seis meses'. Así se nos pasaron diez años. Al final ya no creíamos que haríamos algo juntos.
"Entonces empecé a trabajar. Nunca tuvimos una conversación cinematográfica específica. Yo tenía entre mis manos el guión Eréndira (1983). Un día le hablé: 'quiero que me expliques aquí unas cositas, sobre unas metáforas; ¿qué significa eso?' El me dijo: 'lo que te dé la gana, lo que quieras'. Y punto, no volvimos a hablar más de cine."
-¿Cuál fue su principal preocupación a la hora de realizar O veneno...?
-Alejarme de la estructura de la novela, porque la adaptación del final al cine es bastante difícil, pues se trata de un relato que no termina, que se queda abierto. Contar eso en cine no es fácil. Pero encontré una solución que se acerca a lo que es García Márquez, más aún de lo que él escribió.
-¿También fue un pretexto para hablar de la corrupción que prevalece en los gobierno latinoamericanos?
-¡Por supuesto! Ahora mismo, en Brasil, se ha descubierto que funcionarios del gobierno del partido más puro, más ético del país, están completamente involucrados en corrupción, que, aunque no es en beneficio propio, sino del partido, no deja de ser corrupción. Lula es un presidente "limpio", pero no puede controlar a la gente que lo rodea, es muy difícil. La política corrupta es algo cultural, empujada incluso por las leyes. El sistema jurídico es muy perverso, al igual que el sistema de partidos. Nadie se puede elegir si no tiene dinero ilegal.
"Mi película se sitúa en los años 50, pero esa época está aquí, a mil metros de distancia. Cuando uno está en Brasil, o en México mismo, y viaja a provincia, hace recorridos en el tiempo, a los años 30, a otro siglo."